Jornada de Trabajo y Tasa de Actividad
Espa?a soportaba hace diez a?os un nivel de desempleo cercano al 20% de la poblaci¨®n activa, casi el doble del promedio de la UE. Hoy d¨ªa, nos encontramos tan solo 1,5 puntos por encima del promedio de la UE-25. S¨®lo desde una mejora del nivel de ocupaci¨®n ha sido posible que la riqueza se distribuyese con mayor justicia y, al tiempo, posibilitar que los que, desde una tasa de desempleo reducida hoy en d¨ªa a la mitad, permaneciesen desempleados, tuviesen prestaciones suficientes para continuar su vida laboral en un tiempo razonable.
Es sabido, por otra parte, que mientras que la poblaci¨®n en edad de trabajar depende de la estructura de nuestra poblaci¨®n, la tasa de participaci¨®n y el ¨ªndice de poblaci¨®n activa dependen de la capacidad de nuestra econom¨ªa de utilizar el factor trabajo. Por tanto, el nivel de renta de los espa?oles va a depender en gran medida de la combinaci¨®n que permita altas tasas de productividad compatible con la m¨¢xima tasa de participaci¨®n y el nivel m¨¢s alto de poblaci¨®n activa empleada. Ocioso resulta se?alar que los incrementos de la productividad de la mano de obra suponen el mejor ant¨ªdoto contra la deslocalizaci¨®n empresarial.
Los economistas ha contrapuesto el modelo la UE-15 respecto al tiempo de trabajo con el de los EE UU. El argumento esgrimido es que los europeos trabajamos menos y, por tanto, ganamos menos, por lo que es l¨®gico el gap de riqueza que se produce entre los empleados de ambos lados del Atl¨¢ntico se mantenga en torno al 30%. En un intento de reparar esta situaci¨®n, la Agenda de Lisboa marc¨® un objetivo de tasa de actividad del 70% para 2010 (actualmente 64,3%).
Es cierto que en Espa?a se han acometido medidas laborales y fiscales encaminadas a conseguir mejoras en esta direcci¨®n. A¨²n as¨ª, incrementar nuestro actual nivel de actividad (56%) debe constituir un objetivo primordial de la pol¨ªtica econ¨®mica. M¨¢s a¨²n cuando las diferencias entre la tasa masculina (68%) y la femenina (45%) son socialmente injustificables. Otro tanto ocurre con la tasa de desempleo en tanto que desde un 10,38% en valores absolutos, las cifras discriminan, nuevamente, a las mujeres (14,4%), respecto a los hombres (7,5%). Las recomendaciones que desde el campo t¨¦cnico se aporten para mejorar esta situaci¨®n deber¨ªan contar con la audiencia y la valoraci¨®n de los agentes sociales. Alemania, Francia, Italia... est¨¢n acometiendo reformas en estos dominios, sin duda, con un alto coste pol¨ªtico a corto plazo, pero que se justifica socialmente en una consideraci¨®n a largo plazo del futuro de naciones aceleradamente envejecidas.
La incorporaci¨®n de la mujer al mercado laboral y, eventualmente, de parte de los 7 millones de personas en edad de jubilaci¨®n que deseen continuar su vida laboral, suponen las avenidas de empleo en las que Espa?a debe profundizar en los pr¨®ximos a?os. La recomendaci¨®n de la Comisi¨®n al Consejo de Primavera 2004 acerca de la promoci¨®n del envejecimiento activo corrobora la oportunidad de recuperar laboralmente a los trabajadores con mayor experiencia.
Nuestro tiempo de trabajo, marcado como m¨¢ximo referencial por el Estatuto de los Trabajadores y especificado en los convenios sectoriales o empresariales, se encuentra en la media de la UE-15. No es plausible pensar que trabajar m¨¢s de cuarenta horas a la semana sea el factor determinante a la hora de incrementar nuestra productividad en el futuro. El reto es que trabajen m¨¢s espa?oles y, sobre todo, m¨¢s espa?olas y m¨¢s seniors. Por ello, la reciente propuesta de la Comisi¨®n sobre modificaci¨®n de la Directiva de tiempo de trabajo, amparando el opt-out m¨¢s all¨¢ de las 48 horas originales, ser¨¢ irrelevante. Todo ello con independencia de la necesidad de compatibilizar la jornada laboral con la vida familiar.
En este contexto, y a t¨ªtulo de ejemplo, conviene se?alar que, desde principios del presente a?o, las autoridades chilenas han reducido el tiempo de trabajo semanal de 48 a 45 horas, siendo esta medida presentada como un impulso a la productividad. Contrariamente, y siguiendo pautas fundadas en el sentido com¨²n, los legisladores franceses est¨¢n debatiendo una propuesta de ley en aras de flexibilizar al alza la aplicaci¨®n de la ley de las 35 horas. Con bastante seguridad, 40 horas son suficientes.
Ser¨ªa conveniente, por otra parte, que el proceso de negociaci¨®n colectiva fuese objeto de una reflexi¨®n por parte de los agentes sociales. La conveniencia de incorporar aspectos de productividad v¨ªa el coste laboral por unidad de producci¨®n, o coste laboral unitario monetario (cociente entre la remuneraci¨®n por asalariado y la productividad por ocupado) deben ser objeto de un debate sereno y ponderado. El tema es importante ya que el incremento de la productividad por ocupado es el umbral de crecimiento del empleo y, en paralelo, es un concepto que sufre variaciones importantes dentro de los mismos sectores e, incluso, dentro de empresas del mismo sector.
En otro orden, el buen juicio y la prudencia en las pol¨ªticas de inmigraci¨®n debe posibilitar que beneficios a corto plazo en el mercado de trabajo, no se conviertan en futuras cargas econ¨®micamente insoportables y en penosas frustraciones para seres humanos que buscaron en Espa?a un futuro para sus familias. ?ste es un tema que requiere mucha atenci¨®n cuando el n¨²mero de inmigrantes en Espa?a ronda la cifra de tres millones (de ellos, alrededor de un mill¨®n en situaci¨®n ilegal), los cotizantes extranjeros a la Seguridad Social superan el mill¨®n y cuando casi un 35% de los empleos creados son ocupados por for¨¢neos. Estos datos, unidos a una tasa de temporalidad en el mercado de trabajo que supera, con car¨¢cter general, el 30%, deber¨ªa merecer la reflexi¨®n de los gobernantes. Tambi¨¦n, la diferenciaci¨®n entre temporalidad laboral y trabajo a tiempo parcial es esencial en t¨¦rminos de productividad del factor trabajo.
De manera complementaria, el mercado laboral en Espa?a presenta escasa movilidad. ?sta es una caracter¨ªstica en toda Europa, probablemente acuciada en nuestro pa¨ªs por razones de ¨ªndole social, por el apego a la familia, y econ¨®micas, por el alto porcentaje de propiedad de la vivienda. Hasta ahora el empleo ha girado, m¨¢s o menos, en torno al lugar de residencia del trabajador, pero, en adelante, esta ley debe evolucionar progresivamente en sentido contrario. La regulaci¨®n flexible de los alquileres, la reducci¨®n de las cargas fiscales en la transmisi¨®n de las viviendas en propiedad, la revisi¨®n de las condiciones geogr¨¢ficas para la recepci¨®n de prestaciones por desempleo..., son alternativas que deber¨ªan ser consideradas siguiendo las recomendaciones de la OCDE. Promedios de 6 o 7 empleos a lo largo de una vida laboral son ahora frecuentes, cuando hace tan s¨®lo veinte a?os, la rotaci¨®n laboral media era de uno o dos.
Finalmente, un aspecto que incide cualitativamente en la jornada de trabajo es el de la armonizaci¨®n de horarios entre Espa?a y la mayor¨ªa de pa¨ªses de la UE-15. Ser¨ªa sensato comenzar un proceso de convergencia entre nuestros horarios de trabajo, y de descanso, con los de nuestros socios comunitarios. No es dif¨ªcil aventurar ganancias de productividad en este campo, am¨¦n de homologarnos socialmente en el marco de una misma Constituci¨®n Europea.
Jos¨¦ Emilio Cervera (jecervera@mixmail.com) es economista.
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