Recojamos los frutos de Ram¨®n y Cajal
Uno de los dos ¨²nicos Premios Nobel espa?oles en Ciencia, Santiago Ram¨®n y Cajal, ha dado nombre tambi¨¦n a un programa del Plan Nacional de Investigaci¨®n Cient¨ªfica, Desarrollo e Innovaci¨®n Tecnol¨®gica, nacido en el a?o 2000, que tiene como objetivo recuperar a cient¨ªficos espa?oles formados, en su mayor¨ªa, en el extranjero, evitando as¨ª lo que se conoce como fuga de cerebros.
El programa Ram¨®n y Cajal ha permitido animar y atraer a muchos investigadores a nuestros laboratorios, generando un colectivo de cerca de 2.500 cient¨ªficos, contratados por cinco a?os, capaces de competir en foros nacionales e internacionales y que, en buena medida, constituyen nuestro futuro cient¨ªfico.
El tiempo pasa r¨¢pido y ya tenemos aqu¨ª el 2005, por lo que dentro de poco los primeros investigadores de este programa finalizar¨¢n sus contratos. Pero ?qu¨¦ va a pasar con estos cient¨ªficos? La incertidumbre es grande.
Hasta la fecha, se han encontrado soluciones locales en algunas universidades, en centros de investigaci¨®n o en comunidades aut¨®nomas que, en funci¨®n de sus circunstancias, est¨¢n intentando asumir gradualmente la consolidaci¨®n de este personal investigador en sus plantillas. Sin embargo, creemos que no valen soluciones parciales y que no es una cuesti¨®n que corresponda resolver s¨®lo al Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia, a las Comunidades Aut¨®nomas, a las Universidades o a los Centros de Investigaci¨®n, sino al conjunto del Estado.
Se sabe que Espa?a tiene un importante d¨¦ficit en personal investigador respecto a la media europea, y que una de las mejores estrategias para paliar las crisis sectoriales, fruto de la globalizaci¨®n, es invertir en Investigaci¨®n y Desarrollo (I+D). Por tanto, parece l¨®gico pensar que Espa?a debe aprovechar a estos contratados Ram¨®n y Cajal para paliar ese d¨¦ficit e intentar potenciar nuestra capacidad en I+D.
No es tarea f¨¢cil formar al personal investigador que, como el buen vino, necesita tiempo y de un entorno adecuado para madurar. En general, estos investigadores han necesitado cuatro a?os de una beca predoctoral, dos a?os (al menos) de una beca postdoctoral, mayoritariamente en el extranjero, alrededor de dos a?os de un contrato de reincorporaci¨®n a nuestro pa¨ªs y, finalmente, los cinco a?os de contrato Ram¨®n y Cajal. En muchos casos, las estancias en el extranjero de estos cient¨ªficos han superado los seis a?os y han dejado contratos o posiciones permanentes en centros de gran prestigio para acogerse al nuevo programa que se les ofrec¨ªa como el procedimiento m¨¢s adecuado para integrarse de nuevo en el tejido investigador de nuestro pa¨ªs. Sin ninguna duda, la contribuci¨®n de todo este capital humano est¨¢ directamente relacionada con los buenos resultados investigadores -medidos mediante par¨¢metros objetivos- alcanzados en los ¨²ltimos a?os por instituciones espa?olas. El programa era abierto y ha permitido adem¨¢s que algunos cient¨ªficos de otras nacionalidades se incorporasen a nuestras universidades y centros de investigaci¨®n.
Los investigadores contratados bajo el programa Ram¨®n y Cajal han tenido que sortear toda una serie de procesos de selecci¨®n que s¨®lo los mejores y m¨¢s decididos han podido superar para obtener sus becas y contratos. Pero no hay que olvidar tambi¨¦n que la formaci¨®n de estos investigadores ha supuesto una importante inversi¨®n econ¨®mica asumida por el conjunto de la sociedad espa?ola a lo largo de mucho tiempo. En muchos casos los fondos p¨²blicos de la Comunidad Europea, o de universidades y fundaciones de todo el mundo han contribuido a financiar la formaci¨®n de estos investigadores.
As¨ª pues, nos encontramos hoy ante un colectivo de cient¨ªficos en pleno periodo de madurez y de m¨¢xima productividad, que requiere ahora consolidarse, finalmente, en la estructura espa?ola de I+D. El Estado y las comunidades aut¨®nomas deben facilitar los mecanismos y proporcionar los recursos necesarios para que un gran n¨²mero de investigadores del programa Ram¨®n y Cajal se incorpore de forma estable a universidades y centros de investigaci¨®n. Confiemos que los investigadores que vinieron a nuestro pa¨ªs y que enriquecen enormemente la actividad cient¨ªfica en nuestros laboratorios no se vean obligados a volver al extranjero para contribuir al progreso de otros pa¨ªses.
El programa Ram¨®n y Cajal ha sido una buena idea, pero como dec¨ªa el propio Don Santiago: "Las ideas no duran mucho. Hay que hacer algo con ellas". ?Es hora de recoger los frutos de una gran inversi¨®n!
Juan Antonio Raga y Vicent J. Mart¨ªnez pertenecen a la Universitat de Val¨¨ncia.
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