No avanzamos
Es preocupante para muchos ciudadanos, entre los que por supuesto me encuentro, comprobar c¨®mo, a pesar de los bastantes a?os ya transcurridos desde que nuestro pa¨ªs disfruta de una normalidad democr¨¢tica, es imposible conseguir espacios de encuentro claros entre los diversos partidos. Al menos y especialmente, entre los mayoritarios que, por ser colindantes en sus espacios pol¨ªticos (PP y PSOE), se disputan el centro como premisa esencial para poder optar a mayor¨ªas suficientes para formar gobierno aqu¨ª o all¨¢ y, por tanto, no es cre¨ªble que mantengan posiciones tan enfrentadas por motivos pol¨ªticos objetivos.
Son muchas las cuestiones que nos gustar¨ªa que no estuvieran en la batalla pol¨ªtica de estos dos partidos: la pol¨ªtica internacional, las reformas de la Constituci¨®n y de los Estatutos de Autonom¨ªa, la pol¨ªtica de seguridad y la lucha contra el terrorismo, la emigraci¨®n, la pol¨ªtica medioambiental, las grandes infraestructuras, la pol¨ªtica hidr¨¢ulica y algunas otras.
Hay quien podr¨¢ pensar que es ingenuo pretender esa confluencia, pero no es mi caso, ni el de muchos ciudadanos que desean soluciones a los problemas reales que acucian a la mayor¨ªa. ?Por qu¨¦ ha de ser ingenuidad pretender que los partidos, sobre todo los citados, coincidan en encontrar soluciones con amplio respaldo social? ?No es posible estar de acuerdo en torno a unas conclusiones de la comisi¨®n del 11-M? ?Tampoco respecto a lo sucedido en el barrio barcelon¨¦s del Carmel?, aunque este asunto no afecte exactamente a los mismos partidos citados. ?Ni siquiera es posible que se olviden las querellas pol¨ªticas cuando se abordan los problemas de las v¨ªctimas? Las preguntas, cuestiones y perplejidades podr¨ªan llenar folios y folios...
Tampoco parece razonable la destrucci¨®n del adversario que se ha venido practicando en nuestro pa¨ªs, a pesar de los bastantes a?os transcurridos desde que vivimos en una democracia plena. No es sensato y nos debilita como pa¨ªs que se destruya a los l¨ªderes, aunque no sean del partido de uno. Qu¨¦ envidia, comprobar c¨®mo en tiempos de presidencia republicana en EE UU se utilizan los servicios de ex presidentes dem¨®cratas y viceversa (caso de Carter o, muy recientemente, del t¨¢ndem Clinton y Bush padre en Asia visitando la zona del tsunami).
Por desgracia, aqu¨ª parecer¨ªa incre¨ªble que, siendo presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar se utilizaran los servicios de Felipe Gonz¨¢lez, o que ahora se utilizaran los servicios del primero. Pues yo, sinceramente creo que, hasta que algo as¨ª no se produzca no habremos madurado lo suficiente como sociedad. Mientras tanto nuestro prestigio decae en el mundo, precisamente por la jaula de grillos que acaba suponiendo nuestra pol¨ªtica partidaria.
Los ciudadanos no nos creemos que tal situaci¨®n se deba a las enormes diferencias que existen entre unos partidos y otros. La raz¨®n est¨¢ m¨¢s cerca de la mezquindad y cortedad de unos y de otros.
En esa misma l¨ªnea, es preocupante la fort¨ªsima abstenci¨®n en el reciente refer¨¦ndum sobre el Tratado de la Constituci¨®n Europea. Pero la verdad es que las discusiones sobre tal Constituci¨®n no parecen l¨®gicas desde la perspectiva partidaria, sino que, al contrario, hubiera sido posible, deseable y muy conveniente, haber podido presenciar un mitin en el que participaran juntos Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y Mariano Rajoy. ?Por qu¨¦ no? Seguro que muchos lo habr¨ªamos agradecido y hubiera resultado instructivo, ejemplar y bueno para una mayor participaci¨®n en el Refer¨¦ndum.
En fin, otra vez ser¨¢ cuando estas ingenuidades puedan ser realidades. Mejor nos ir¨ªa a todos y avanzar¨ªamos m¨¢s como pueblo, porque lo que unos tejen no lo destejer¨ªan los otros.
Felipe Guardiola es abogado y ex vicepresidente del Consell de la Generalitat Valenciana.
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