Masj¨¢dov en la aldea Tolst¨®i
Los lectores europeos conocen las guerras del C¨¢ucaso desde el prisma de la gran literatura rusa del XIX; Pushkin, en sus notas de viaje desde Osetia a Erzur¨²m; L¨¦rmontov, autor del bell¨ªsimo poema en el que maldice el despotismo de su patria; Tolst¨®i, en su admirable novela Hadji Murat, prohibida por el zarismo y publicada de forma p¨®stuma. Pero las guerras del XIX se prolongaron en el pasado siglo: los chechenos creyeron en las promesas de liberaci¨®n de los pueblos formuladas por Lenin y combatieron con las armas a la contrarrevoluci¨®n blanca de los cosacos de Denikin, para caer de nuevo bajo el yugo del poder autocr¨¢tico de Stalin. Las sucesivas rebeliones dirigidas por las cofrad¨ªas suf¨ªes del norte del C¨¢ucaso, que abarcan el periodo comprendido entre 1920 y 1933, han sido bien documentadas por los historiadores, pero no dieron lugar, et pour cause, a una expresi¨®n literaria por parte de los opresores ni de los oprimidos: la f¨¦rrea censura del Padre de los Pueblos estaba all¨ª para impedirlo. Cuando, tras la invasi¨®n nazi y subsiguiente guerra patri¨®tica, la totalidad del pueblo checheno y otras etnias de la actual Federaci¨®n Rusa sufrieron la deportaci¨®n a Siberia o a Kazajist¨¢n, el terrible episodio fue objeto de ocultaci¨®n, incluso despu¨¦s de que Jruschov anulara las medidas de su predecesor y autorizara el retorno a sus tierras de los deportados. S¨®lo Solzhenitsyn evoc¨® entonces su presencia en el Gulag, para destacar su indomable esp¨ªritu de resistencia frente a sus carceleros y verdugos.
Lo ocurrido en fechas m¨¢s recientes est¨¢ en la memoria de todos: perestroika de Gorbachov, desintegraci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, declaraci¨®n unilateral de independencia por Dud¨¢iev en 1991, intervenci¨®n del Ej¨¦rcito de la Federaci¨®n Rusa por orden de Yeltsin en diciembre de 1993, primera guerra, intermedio de paz tras la retirada rusa de agosto de 1996, elecciones libres que dan la victoria a Masj¨¢dov en enero de 1997, nueva guerra de Putin en respuesta a los supuestos atentados chechenos en Mosc¨².
Durante mi estancia en julio de 1996, fui testigo de la devastaci¨®n y barbarie sin l¨ªmites de la ocupaci¨®n: el centro de Grozni -la antigua plaza Minukta- hab¨ªa sido arrasada; los edificios cercanos, convertidos en ruinas. Conservo algunas fotograf¨ªas de inmuebles reducidos a esqueletos, con las ¨®rbitas oculares de las ventanas vac¨ªas; de s¨®tanos habitados, sin agua ni luz el¨¦ctrica; del mercado central, con tenderetes de ropa y comida, al que acud¨ªan los habitantes de la ciudad fantasma en busca de subsistencia. Y junto a ello, el desfile de tanques y blindados, la presencia aplastante del Ej¨¦rcito, los infinitos retenes y puestos de control. En Paisajes de guerra con Chechenia al fondo trat¨¦ de expresar mis impresiones de esta geograf¨ªa de la desolaci¨®n: represi¨®n salvaje, ejecuciones sumarias, desapariciones, "tratamiento" de los presuntos "bandidos" en los tristemente c¨¦lebres puntos de filtraci¨®n.
El 11-S permiti¨® a Putin apropiarse de la ret¨®rica belicosa de Bush y revestir su pol¨ªtica de tierra quemada con el manto moral de una cruzada en defensa de la civilizaci¨®n. Lo hizo sin escr¨²pulo alguno, con el cinismo que le caracteriza. Las matanzas del teatro de Mosc¨² y de Besl¨¢n en Osetia del Norte, consecutivas a la toma de rehenes por comandos guerrilleros a las ¨®rdenes de Shamil Bas¨¢yev, ilustran los m¨¦todos del ex chequista: su desprecio total por las vidas humanas con tal de forjar su imagen de jefe a quien no le tiembla el pulso cuando se trata de defender la unidad de la patria. El nuevo zar, investido por la Iglesia ortodoxa, disfruta no s¨®lo del apoyo del resignado pueblo ruso, sino de la condescendencia de Europa, que ha aprendido a mirar a otro lado en el momento de negociar sustanciosos contratos de compra-venta de petr¨®leo y sus derivados energ¨¦ticos. Bombero pir¨®mano, Putin ha diluido la resistencia chechena en un gen¨¦rico y nebuloso "terrorismo internacional" con el resultado previsible de que la guerra se extienda a otras comunidades musulmanas de la Federaci¨®n Rusa: Kabardino-Balkaria, Ingushetia, Osetia del Norte, Daguest¨¢n. Suponer que el calvario impuesto al pueblo checheno no tiene precio es vivir fuera de la realidad. El wahabismo y la yihad de Shamil Bas¨¢yev imantan a numerosos j¨®venes a la senda del martirio y arrinconan los ritos tradicionales de las cofrad¨ªas suf¨ªes en nombre de un islam "puro" conforme al modelo retr¨®grado del islamismo radical.
Coincidiendo con la Cumbre sobre Terrorismo, Democracia y Seguridad, celebrada en Madrid antes del primer aniversario de la matanza del 11-M, las fuerzas especiales rusas del Servicio Federal de Seguridad y las milicias dirigidas por Ramz¨¢n Kad¨ªrov -cuyos procedimientos expeditivos no necesitan demostraci¨®n alguna- asesinaron en su escondite de Tolst¨®i-Yurt al presidente Asl¨¢n Masj¨¢dov, sin que nadie, absolutamente nadie, entre los dignatarios all¨ª reunidos alzara la voz contra una operaci¨®n terrorista de la peor especie: la llevada a cabo por el aparato represivo de un Estado que participaba en la cumbre. Dos d¨ªas antes de esta ejecuci¨®n brutal de quien representaba la legalidad y la opci¨®n moderada del independentismo checheno, Elena Bonner alz¨® al menos la voz para denunciar la f¨¢brica de la aniquilaci¨®n en la que se ha convertido la peque?a rep¨²blica norcauc¨¢sica en la sesi¨®n conmemorativa en el XX aniversario de la perestroika que tuvo lugar en Italia en presencia de Gorbachov. La viuda de Sajarov rompi¨® as¨ª el silencio vergonzoso de quienes ven y fingen no ver, de quienes saben y fingen no saber: la existencia de redadas masivas, de violaciones destinadas a humillar a los clanes rebeldes, de cad¨¢veres mutilados o con se?ales de haber sido sometidos a tormento. En las semanas que precedieron al asesinato de Masj¨¢dov, ocho miembros de su familia fueron apresados en distintos lugares de Chechenia por desconocidos en uniforme de camuflaje y con el rostro cubierto. Nadie desde entonces ha vuelto a saber de ellos. Pero en Chechenia no pasa nada: el Gobierno t¨ªtere prorruso es la oficina de la nada.
Hace ocho a?os pude entrevistarme en Grozni con el director de una peque?a asociaci¨®n de derechos humanos y vi la cola de los familiares de los desaparecidos que trataban de identificar a sus deudos en el ¨¢lbum de fotograf¨ªas de los desenterrados de las fosas comu-nes dispersas por todo el territorio controlado por el Kremlin. Ahora, el genocidio no admite testigos. Putin y sus asesores del antiguo KGB saben que si la informaci¨®n es un poder del que usan y abusan seg¨²n sus conveniencias, la no informaci¨®n significa un poder todav¨ªa mayor. Se asesina impunemente de puertas afuera y se exhibe como trofeo de caza el cad¨¢ver ensangrentado del jefe de los "bandidos" ante una opini¨®n p¨²blica ajena a la manipulaci¨®n de la que es objeto. Todo ello para mayor gloria del que encarna ejemplarmente los valores de la tradici¨®n autocr¨¢tica nacional y se erige en gerente de esta rentable f¨¢brica de la aniquilaci¨®n.
La eliminaci¨®n de Masj¨¢dov, precisamente en Tolst¨®i-Yurt, no puede ser m¨¢s simb¨®lica: el autor de Hadji Murat supo describir como nadie la tragedia de la poblaci¨®n norcauc¨¢sica v¨ªctima, ayer como hoy, de una violencia criminal que no alcanza no obstante a doblegarla. Al asociar el nombre del novelista ruso con el del l¨ªder independentista checheno, los ha convertido as¨ª en paradigma y emblema de la dignidad humana frente a la burda y reiterada acumulaci¨®n de atropellos, mentiras y crueldad.
Juan Goytisolo es escritor.
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