Guillermo L¨®pez Lacomba mezcla ¨¦pica, derrota e iron¨ªa en los versos de 'Al fin enfrente'
A principios de los a?os setenta, un joven estudiante de qu¨ªmica ganaba el premio de la revista Litoral con un poema titulado Oda a una mujer extens¨ªsima. Aquel poeta cercano al grupo que se cre¨® en torno a la revista Tragaluz dejar¨ªa de escribir hasta el cambio de siglo. Guillermo L¨®pez Lacomba (Granada, 1949) acaba de publicar su tercer poemario, Al fin enfrente, en la editorial Vitruvio. Autor de libros como Bestiario y Al coraz¨®n que venza, desde hace muchos a?os vive en Huelva, ciudad en la que son m¨¢s conocidos sus quehaceres literarios.
Prologado por el poeta y catedr¨¢tico de Literatura Hispanoamericana ?lvaro Salvador, el libro se divide en cinco partes. La primera, titulada Adalides, es fiel a su t¨ªtulo (los adalides eran en la antig¨¹edad los gu¨ªas de guerra o los l¨ªderes de una comunidad que ten¨ªa que afrontar una importante misi¨®n). Los poemas aparecen como gu¨ªa de lo que se desarrollar¨¢ a lo largo de las p¨¢ginas del libro y esboza alguno de sus rasgos fundamentales. En primer lugar su declarada voluntad ret¨®rica, que como afirma Salvador, "ayuda a introducirse en una atm¨®sfera que pretende ser hist¨®rica e, incluso, ¨¦pica".
En la segunda parte, hom¨®nima al libro, el poeta evoca una mirada solitaria y serena en la que asume la derrota hist¨®rica del artista. En este apartado har¨¢ alusi¨®n a distintos poetas como Miguel Hern¨¢ndez o C¨¦sar Vallejo.
La ¨²ltima entrega, titulada Par¨¢bolas y cuentos, pretende una indagaci¨®n en los temas eternos de la poes¨ªa. Personajes populares de la literatura infantil ser¨¢n el centro de las reflexiones de L¨®pez Lacomba, que pretende crear un clima f¨¢cilmente reconocible, lleno de simbolismo y con una iron¨ªa aguda. El soldadito de plomo, Daniel, Gulliver o La sirenita reciben consejos o son el objeto de la iron¨ªa, la met¨¢fora de un sentimiento po¨¦tico eterno. "Dormir entre leones es placentero, / lo malo es la ma?ana, al despertar". La poes¨ªa de P¨¦rez Lacomba ha despertado de un sue?o que parec¨ªa resultar definitivo.
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