Pol¨¦mica en Amsterdam por el 'pasaje' del Rijksmuseum
Ciclistas y peatones provocan cambios en el proyecto de reforma
La renovaci¨®n del Rijksmuseum de Amsterdam, dise?ada por los arquitectos espa?oles Antonio Ortiz y Antonio Cruz, acaba de chocar con un peculiar obst¨¢culo: los ciclistas. El edificio, construido en el siglo XIX por el holand¨¦s Pierre Cuijpers, mezcla el g¨®tico y el Renacimiento e incluye un arco utilizado por unas 11.000 bicicletas diarias y al menos cuatro millones de peatones anuales.
Denominado popularmente pasaje, en su zona central se abrir¨¢ tambi¨¦n la nueva entrada de la pinacoteca. Aunque el proyecto reserva sendos carriles laterales para bicis y transe¨²ntes, el Ayuntamiento del distrito ha decidido no dar su aprobaci¨®n definitiva a la partici¨®n del paso hasta el pr¨®ximo abril, despu¨¦s de que el p¨²blico haya juzgado los cambios presentados ayer.
El debate provocado por el aprovechamiento del pasaje, o mejor, su inclusi¨®n en el museo mismo al convertir su centro en el vest¨ªbulo de acceso, tiene mucho de emotivo. En el coraz¨®n de Amsterdam, el pasaje del Rijksmuseum es una especie de atajo muy popular que comunica el cintur¨®n de los canales con el barrio del Concertgebouw y de los otros museos. De ah¨ª que una de las voces m¨¢s airadas de esta discusi¨®n sea la de la Federaci¨®n Ciclista de la ciudad. Tanto sus miembros como los del Comit¨¦ para la Conservaci¨®n del Paso Inferior sostienen que mezclar ciclistas, transe¨²ntes y turistas no dar¨¢ buen resultado. "Los grupos de visitantes y los ni?os ser¨¢n los m¨¢s vulnerables en un espacio donde nos juntaremos todos en gran n¨²mero", se?alaron ayer sus portavoces, despu¨¦s de que el museo mostrara la r¨¦plica de tama?o natural de la entrada instalada en el pasaje. Otro de los problemas aducidos es que la luz natural que ahora inundar¨¢ el espacio, puesto que han descubierto unas paredes laterales antes herm¨¦ticas, favorecer¨¢ despistes entre ciclistas y peatones.
"Despu¨¦s de meses de negociaciones, es la primera vez que se discute el rostro futuro del pasaje. Nosotros creemos que no tiene por qu¨¦ haber problemas de paso. Los ciclistas entrar¨¢n por uno de los carriles laterales y saldr¨¢n por el otro. Y los peatones tienen su propia ruta paralela", se?al¨® ayer el arquitecto Antonio Ortiz. En su opini¨®n, las posturas se han enconado de un modo ins¨®lito teniendo en cuenta que, de los cuatro millones de paseantes, dos utilizan el pasaje para acceder al museo. "Como s¨®lo deprimimos la zona central, en cuanto entren desaparecer¨¢n en el subterr¨¢neo que penetra en la sala misma. El otro mill¨®n largo de personas tiene espacio suficiente para deambular por el entorno".
Para el arquitecto espa?ol, es una l¨¢stima que estas discusiones oscurezcan la reforma de un museo que se hab¨ªa convertido en un laberinto por culpa de sucesivas y desordenadas ampliaciones. "La direcci¨®n del Rijksmuseum ha aceptado uno de los mayores retos de la arquitectura muse¨ªstica de hoy: optar por una sala mejor y no mayor. Espero que podamos llegar pronto a un acuerdo con las autoridades municipales", dice Ortiz. Seg¨²n el presupuesto original presentado en septiembre de 2003, los trabajos costar¨¢n 272 millones de euros y estar¨¢n listos en 2008.
Babelia
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