Viajar, viajar...
Cuesta llamarle Jules en lugar de Julio, cosa que no ocurre por ejemplo con su famoso editor Pierre Jules Hetzel. Ya nadie dice Carlos Darwin o Sigmundo Freud, pero Julio Verne fue una marca desde el principio, algo f¨¢cilmente integrable como elemento propio en cualquier cultura. El peso de la literatura de Verne puede no estar en la complejidad psicol¨®gica de sus personajes. Est¨¢ en otros dos conceptos, muy relacionados entre s¨ª, que suponen la invenci¨®n de todo un g¨¦nero literario: la aventura de descubrir y especular por el m¨¦todo de viajar (uno) y la aventura de descubrir y especular por el m¨¦todo de hacer ciencia (dos). El nuevo g¨¦nero que resulta bien podr¨ªa llamarse la novela de ciencia. En general, no se trata de crear situaciones sugeridas por una ciencia imaginada, por una ciencia-ficci¨®n...
La antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica dio el nombre del escritor franc¨¦s a una de las monta?as descubiertas en la cara oculta de la Luna
No es ficci¨®n a base de ciencia-ficci¨®n sino ficci¨®n a base de la ciencia conocida. Por ello Verne es m¨¢s un divulgador de la ciencia que un visionario de la ciencia. Verne conoc¨ªa la ciencia de su tiempo. Segu¨ªa la ciencia de su tiempo. Se relacionaba con cient¨ªficos de su tiempo. Al parecer, lleg¨® a tener m¨¢s de un mill¨®n de fichas sobre teor¨ªas, c¨¢lculos, fen¨®menos y objetos de inter¨¦s cient¨ªfico. Verne era sobre todo un hombre de su tiempo. Por eso pod¨ªa especular por delante de su tiempo. Ahora podemos ponernos de acuerdo y aceptar que Verne era un visionario, porque para ser un visionario se ha de ser antes un hombre de su tiempo. Un iluminado, por ejemplo, no lo necesita.
El punto de partida es sin duda
el viaje. Viajar, viajar. Viajar es so?ar, viajar es forzar cambio, viajar es descubrir. Los grandes viajes y los grandes descubrimientos cient¨ªficos est¨¢n muy unidos en la historia de la humanidad. La ciencia antigua estaba asociada al cabotaje por el Mediterr¨¢neo, la revoluci¨®n newtoniana al descubrimiento del Atl¨¢ntico, la revoluci¨®n darwiniana a expediciones como la del Beagle y la ciencia moderna sin duda al espacio exterior del cosmos. Todo consiste en levantar la vista y especular sobre el horizonte visible.
Primero fue el viaje. Cuesta poco imaginarse la infancia del escritor. Su madre descend¨ªa de una familia bretona de marinos y gentes de letras, su padre era un abogado que so?aba con que su hijo le sucediera alg¨²n d¨ªa en el bufete, y el puerto de Nantes de principio del XIX un hervidero de comerciantes que arribaban y zarpaban cada d¨ªa con mercanc¨ªas para las lejanas colonias francesas de ultramar. Jules ni?o ve desde all¨ª c¨®mo el mundo entero cambia a golpe de viaje. Y luego fue la ciencia. As¨ª surge la idea de la novela de ciencia con la que, a?os despu¨¦s, convence al editor Pierre Jules Hetzel. El escritor escribe y el editor edita: unas pruebas, discusiones, trabajo febril y la primera narraci¨®n est¨¢ a punto. Ambos, escritor y editor, est¨¢n convencidos de que la idea es un hallazgo. No se equivocan. El ¨¦xito es clamoroso. El g¨¦nero est¨¢ inventado y la novela Cinco semanas en globo es el holotipo.
La ciencia que late en la obra de Verne ya no es hoy, claro, la ciencia de nuestro tiempo. Pero tal cosa supone un inter¨¦s a?adido, un aut¨¦ntico buceo en la ciencia del siglo XIX y un reto para que el lector mida hasta qu¨¦ punto ¨¦l mismo es una persona de su tiempo. Por otro lado, la emoci¨®n del viaje y de la especulaci¨®n cient¨ªficas est¨¢n intactas. Verne sigue influyendo en autores y lectores. El viaje De la Tierra a la Luna siempre ser¨¢ un cl¨¢sico del g¨¦nero, como siempre lo ser¨¢ Odisea 2001 en el cine. Verne influy¨® claramente en Herg¨¦, y no s¨®lo cuando ¨¦ste env¨ªa a Tint¨ªn a la Luna. El m¨¢ximo h¨¦roe de los vuelos espaciales, Yuri Gagarin, el primer humano en asomarse fuera del planeta, no se cansaba de reconocer que su vida se hab¨ªa encaminado hacia la astron¨¢utica tras la lectura de esta novela. No en vano la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica dio el nombre de Jules Verne a una de las monta?as descubiertas en la cara oculta de la Luna. ?Cu¨¢ntos submarinos cruciales de la realidad y la ficci¨®n se han llamado Nautilus en honor del veh¨ªculo so?ado por Verne en Veinte mil leguas de viaje submarino? Su idea, no ya de una nave sumergible, sino de que ¨¦sta fuera adem¨¢s una especie de hogar semipermanente para humanos, habr¨ªa de esperar m¨¢s de cien a?os para que se hiciera realidad con los submarinos de propulsi¨®n nuclear. ?Cu¨¢ntas referencias se hacen a Verne cada vez que a alguien se le ocurre dar la vuelta a la Tierra, en barco, en globo, en planeador o en lo que sea?
Verne viaj¨® por el planeta y via
j¨® por las bibliotecas. Pero, tras cada uno de sus viajes extraordinarios, se pueden percibir las enso?aciones y frustraciones de su intensa biograf¨ªa. En Las tribulaciones de un chino en China, Verne refleja su propia vida conyugal: "Aburrirse solo en la vida, es malo; aburrirse dos, es peor". En Un capit¨¢n de quince a?os, Verne quiz¨¢ est¨¦ contando c¨®mo le hubiera gustado que fuera su hijo Michel. Su amargura en la vida real por la p¨¦rdida en poco tiempo de su madre, de su editor y de Gaston, su sobrino favorito, que muere en un psiqui¨¢trico despu¨¦s de dejar al escritor cojo de un par de disparos en una pierna, se traduce en el escepticismo de sus escritos de final de los ochenta. En su juventud sufri¨® como un rom¨¢ntico exacerbado por la incomprensi¨®n de su primer amor, la bell¨ªsima y altiva prima Carolina. Sufri¨® mucho y mucho tiempo. Quiz¨¢ fuera el origen de su misoginia, ?d¨®nde est¨¢n los personajes femeninos en la extens¨ªsima obra de Verne? Con el tiempo la amargura se convierte en iron¨ªa. En la novela Familia sin nombre, se da el gusto de despe?ar por las cataratas del Ni¨¢gara un barco curiosamente llamado Carolina.
Julio Verne vivi¨® su tiempo mientras so?aba el tiempo siguiente. Muri¨® escribiendo El faro del fin del mundo. Sus ¨²ltimas palabras fueron dos dirigidas a sus nietos. Dijo: "Sed buenos". Y cerr¨® los ojos.
LIBROS ESENCIALES DE LA GALAXIA VERNIANA
Veinte mil leguas de viaje submarino (1870). Desde el submarino Nautilus dirigido por el capit¨¢n Nemo, se revelan profundidades marinas poseedoras de seres y situaciones extraordinarias. Una zona de utop¨ªa y una cr¨ªtica a la crueldad a que est¨¢n llegando los seres humanos. Es la primera vuelta al planeta. ( Alianza, Anaya y Everest).
La vuelta al mundo en 80 d¨ªas (1872). Tras el periplo por las profundidades oce¨¢nicas, Verne se sirve del flem¨¢tico Phileas Fogg para mostrar la superficie del planeta en 14 jornadas y a trav¨¦s de diferentes medios de transporte. Aventura, persecuciones, malentendidos y atisbos de amores. Todo por una apuesta que empieza en Londres, pasa por Par¨ªs, Calcuta, Hong Kong, Nueva York... (Alianza, Anaya, Edeb¨¦, Alba, Molino, SM y Gaviota).
La isla misteriosa (1874). A bordo de un globo, cinco fugitivos se topar¨¢n con una isla que espera en extra?o silencio. Pero antes, una visi¨®n a¨¦rea de la Tierra en un aparato demasiado desarrollado para la ¨¦poca. (Alianza, Everest y Gaviota).
Miguel Strogoff (1876). Fr¨ªo, Siberia. El mundo entre Mosc¨² e Irkutsk al que debe enfrentarse el correo del zar en medio de una zona invadida por las hordas t¨¢rtaras. (Anaya, SM, Valdemar y Gaviota).
Hector Servadac (1877). De nuevo el espacio, ahora sobre un cometa que lleva al capit¨¢n Servac y su ayudante, de manera accidental, por los secretos de la V¨ªa L¨¢ctea. Sue?o y fantas¨ªa en una obra en la que el escritor franc¨¦s vierte parte de las inquietudes del hombre y su origen y la existencia. (RBA).
Robur el conquistador (1886). En el Albatros, un antecesor del helic¨®ptero, un grupo de personas volar¨¢ desde Estados Unidos hasta dar con la Ant¨¢rtida. (RBA). W. M. S.
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