Okupas del ahorro
El humo cerr¨® nuestros ojos, anoche, mientras ard¨ªan las fallas y saltaba la p¨®lvora y toda Valencia era un clamor, y hoy, las palmas ilicitanas llenan la calle de filigranas vegetales y artesanas, y se nos descuelgan miles de coches, miles de visitantes, miles de turistas, todo casi a la vez, un buen mezclote, en fin, mientras se dilucida d¨®nde se celebrar¨¢ definitivamente el congreso local del PP de Alicante, que no es tarea f¨¢cil a lo que se ve: Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll se mantiene en sus trece, y el presidente Francisco Camps, en sus trece m¨¢s uno, que para eso es el jefe. Habr¨¢, pues, que acordar en presencia del secretario general, ?ngel Acebes, en el c¨®nclave del pr¨®ximo d¨ªa 29, para que la asamblea se resuelva el d¨ªa 18 de abril, que en la fecha s¨ª que hay acuerdo, de momento. En Madrid ya andan m¨¢s que hartos con las guerras intestinas y con el bizantinismo de zaplanistas y campistas, que est¨¢n desmoronando el baluarte conservador, hasta extremos ciertamente insostenibles. Tan insostenibles que la pugna, entre una y otra facci¨®n de los populares valencianos, ha colapsado el nombramiento de consejeros en la CAM, entidad que, por cierto, se ha asociado con Abel Matutes, para promover la tira de viviendas en Canc¨²n y financiarle adem¨¢s cuatro hoteles tambi¨¦n a los sones del Caribe. Qui¨¦n le iba a decir a los modestos ahorradores y habituales clientes de la entidad ben¨¦fica que sus dineros iban a parar tan lejos y ellos sin enterarse m¨¢s que por los papeles, ?c¨®mo le meten a uno en la globalizaci¨®n hasta por los forros del bolsillo y ech¨¢ndole n¨®minas, como aleluyas, a los empresarios de dudosa reputaci¨®n! Uno de esos modestos ahorradores, le comentaba al cronista lo bien que se lo hac¨ªa la CAM, convencido como estaba de que tendr¨ªa la oportunidad de pasarse unas vacaciones en aquel para¨ªso. "Que le aseguro que s¨ª, ya lo ver¨¢ usted, siempre tan desconfiado y esc¨¦ptico. Que todas esas fabulosas inversiones las puede realizar la Caja gracias a mis dineros y a los de otros miles y miles de trabajadores como yo". Luego, se qued¨® pensativo, y murmur¨®: "Y si no, mire lo que le digo: dejo en la cartilla un duro, y el resto al calcet¨ªn. O Canc¨²n o el calcet¨ªn". "Y si no", repiti¨® seguidamente con un gesto de mala uva, "que arrimen el hombro, si quieren pasta, pero a este menda no le sacan una gorda m¨¢s". Son asuntos que ya vienen de a?os y ma?as, de mangoneos de los pol¨ªticos turnantes y tunantes, y de sus mamporreros, controlando los salarios ajenos, y con qu¨¦ rostro. Por eso choca que a estas alturas Eduardo Zaplana, portavoz del PP en el Congreso, alerte de las intromisiones del Gobierno en la Caixa, ?pero c¨®mo se permite este hombre tales avisos, cuando en sus a?os triunfales no tuvo empacho alguno en sentar todo su poder e influencia en la CAM y Bancaixa? Por eso, resulta gratificante que le peguen un repaso, como ha hecho Enrique Villarreal, secretario de Econom¨ªa del PSPV, cuando ha recordado que en sus tiempos de presidente de la Generalitat, con Zaplana "no se mov¨ªa ni un ladrillo ni en el sector p¨²blico ni en el privado sin su consentimiento y aprobaci¨®n (...)". Las cosas como son: para abreviar defini¨® a Zaplana como "un caradura y un hombre sin escr¨²pulos". ?Hay quien de m¨¢s?, ?s¨ª?
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