La extrema derecha existe
Carente de estructura y de l¨ªder, la ultraderecha espa?ola no ha representado una amenaza hasta hoy, pero los nutrientes que le han hecho crecer en Europa est¨¢n cada d¨ªa m¨¢s presentes aqu¨ª
Aunque intriga desde hace a?os a los estudiosos, la cuesti¨®n s¨®lo aparece, y ocasionalmente, en el panorama pol¨ªtico espa?ol como uno de esos viejos fantasmas familiares de los que felizmente se siguen sin tener noticias. Espa?a es uno de los raros pa¨ªses que permanecen al margen del mayor fen¨®meno pol¨ªtico europeo de las ¨²ltimas dos d¨¦cadas: el fulgurante ascenso de la extrema derecha. Casi todos los Estados de la Uni¨®n cargan hoy con la mancha de tener a la ultraderecha sentada en sus Parlamentos y son millones, entre el 10% y el 27% del electorado, los europeos que componen la marea del ultranacionalismo populista, identitario, protestatario y xen¨®fobo, adobado expl¨ªcitamente o no con neofascismo y neonazismo, que sit¨²a a la inmigraci¨®n y la globalizaci¨®n en el origen de los modernos males de las patrias.
HOLANDA Lista Pim Fortuyn (Matt Herben) Legislativas (2002): Segundo lugar y 26 esca?os. Form¨® Gobierno con democristianos y liberales. |
B?LGICA Inter¨¦s Flamenco (Franck Vanhecke) Elecciones al Parlamento flamenco (2003): vence con el 24%. |
REINO UNIDO Partido Nacional Brit¨¢nico (Nick Griffin) M¨ªnima representaci¨®n en algunos ayuntamientos. |
FRANCIA Frente Nacional (Jean-Marie Le Pen) Legislativas (1997): 15,3 %. Presidenciales (2002): segunda vuelta, con un 18% (5,5 millones de votos). |
SUIZA Uni¨®n Democr¨¢tica (Christoph Blocher) En 2003 logran la victoria con el 28% de los votos y 55 parlamentarios. |
AUSTRIA Partido Liberal (J?rg Haider fue su primer presidente. El presidente actual es Herbert Haupt) En las legislativas de 1999 logra el 27 % de los votos. |
ITALIA Alianza Nacional (Gianfranco Fini) Fundado en 1995 como partido de derechas. Absorbi¨® al profascista Movimiento Social Italiano (MSI, 1964). En 2001, 99 esca?os y el 12% de los votos. Forma coalici¨®n de gobierno y Fini es nombrado vicepresidente del Gobierno. En noviembre de 2004, es nombrado ministro de Asuntos Exteriores. Liga Norte (Umberto Bossi, hasta marzo de 2004) En 1994, 118 parlamentarios. Ha participado en las coaliciones de Gobierno lideradas por Berlusconi. En 2001, 30 esca?os y el 3,9% de los votos. |
NORUEGA Partido del Progreso (Carl I. Hagen) En 2001, 26 esca?os y el 14,7% de los votos. |
RUSIA Partido Liberal Democr¨¢tico (Vladimir Zhirinovski) Legislativas (2003): Tercer lugar, con un 11,5% de los votos y 36 esca?os. |
DINAMARCA Partido Popular Dan¨¦s (Pia Kjaersgaard) Legislativas (2001): tercer puesto, con 24 esca?os y el 13,2% de los votos. |
ALEMANIA Partido Republicano (Rolf Schlierer) Tuvo representaci¨®n en el Parlamento regional de Baden-W¨¹rttemberg. Partido Nacional Democr¨¢tico (Udo Voight) Elecciones de Sajonia de 2004: 9,2% Uni¨®n del Pueblo Alem¨¢n (Gerhard Frey) En 2004 logr¨® entrar al Parlamento de Brandemburgo con un 6,1% de los votos. |
RUMANIA Partido Rumania Grande (Corneliu Vadim Tudor) En 2004, 13% de los votos y 48 parlamentarios. |
GRECIA Asamblea Popular Ortodoxa (Yorgos Karatzaferis) Municipales (2003): 14%. Legislativas (2004): 2,2%. |
YUGOSLAVIA Partido Radical Serbio (Vojislav Seselj) Legislativas de 2003: 28% de los votos y 82 esca?os. Presidenciales serbias (2004): su candidato, Tomislav Nikolic, obtuvo el 45% de los votos. |
"Ni est¨¢ ni se la espera"
?Qu¨¦ pasa en Espa?a?, se preguntan tambi¨¦n los polit¨®logos extranjeros. ?Est¨¢ verdaderamente vacunada contra ese oscuro malestar social, ese sucio temor al futuro que a veces se manifiesta como el estallido de un volc¨¢n en erupci¨®n, y generalmente, como la ola de lava que se despliega lenta y persistentemente empe?ada en derribar los muros de contenci¨®n del sistema, en anegar espacios reservados a la democracia, en condicionar severamente las pol¨ªticas cl¨¢sicas europeas? La respuesta m¨¢s o menos com¨²n es que aqu¨ª no pasa nada. "?La extrema derecha? Ni est¨¢, ni se le espera", cabr¨ªa resumir a tenor de las contestaciones de los pol¨ªticos espa?oles. Parte de las izquierdas ha encontrado la explicaci¨®n perfecta que aspira a resolver el enigma desde la simplicidad y contundencia de las pretendidas grandes obviedades: "S¨ª que hay extrema derecha en Espa?a, pero no se la ve porque est¨¢ en el Partido Popular".
Sin dejar de admitir que tras la llegada de la democracia, Fraga arrastr¨® consigo a varias corrientes del neofranquismo, el PP ve en esa acusaci¨®n una doble falacia destinada a negar el m¨¦rito de un partido que ha sabido deglutir e integrar en el sistema a parte de la vieja derecha franquista y cerrar el paso a la extrema derecha.
Se lamenta de la frivolidad con que los nacionalismos perif¨¦ricos y una parte de la izquierda utilizan contra el PP el t¨¦rmino "facha", un insulto que induce peligrosamente a la banalizaci¨®n, al equ¨ªvoco y a la confusi¨®n entre el conservadurismo y las ideolog¨ªas totalitarias.
"La izquierda deber¨ªa ser consciente de que la extrema derecha europea se nutre por igual de antiguos votantes de derecha e izquierda y que ellos no est¨¢n a salvo de ese peligro", destaca Jos¨¦ Antonio Zarzalejos, miembro de FAES, el gabinete de ideas vinculado al Partido Popular. Basta mirar al antiguo "cintur¨®n rojo" de Par¨ªs, hoy te?ido con los colores del Frente Nacional, para constatar lo justificado de esa observaci¨®n. Porque Le Pen y Haider lideran hoy los primeros partidos obreros de Francia y Austria.
Entre la clase pol¨ªtica, hay quienes opinan, incluso, que m¨¢s vale no hablar de lo que no existe, no vayamos a dar corporeidad a los fantasmas, o a cuestionar impl¨ªcitamente el extraordinario comportamiento de la sociedad espa?ola ante tragedias como la masacre de Madrid y la propia inmigraci¨®n.
Seg¨²n eso, las explosiones de violencia xen¨®foba en El Ejido (Almer¨ªa), en Can'Anglada de Terrassa (Barcelona), en Banyoles (en Girona), en N¨ªjar (Almer¨ªa), en Lepe (Huelva), en Almorad¨ª (Alicante) y en Elche no tendr¨ªan verdadera significaci¨®n, ser¨ªan estallidos fugaces de problemas locales que se explican exclusivamente por las claves internas de esos conflictos. Y por lo mismo, el indecente espect¨¢culo que la afici¨®n espa?ola ofreci¨® el 17 de noviembre pasado en el partido contra Inglaterra habr¨ªa que explicarlo por los h¨¢bitos futbol¨ªsticos de aprovechar cualquier circunstancia para zaherir y perturbar al adversario.
?Pero se puede ignorar que las organizaciones neonazis y neofascistas espa?olas hab¨ªan convocado expresamente a ese partido a trav¨¦s de Internet donde, por cierto, el n¨²mero de webs racistas violentas se ha disparado ¨²ltimamente hasta superar ya el centenar? ?Y de d¨®nde salen esas masas aborregadas de aficionados que secundaron los gritos guturales contra los jugadores negros de la selecci¨®n inglesa? ?En qu¨¦ campos de cultivo medi¨¢tico se ba?an los militantes del PP que el 22 de enero arremetieron contra el ministro de Defensa, Jos¨¦ Bono, en una manifestaci¨®n por las v¨ªctimas del terrorismo? ?Qu¨¦ le lleva a un senador de un partido democr¨¢tico a acusar a Gregorio Peces-Barba de prestar amparo a los verdugos terroristas? ?Estas actitudes no invitan a pensar que el desenfreno demag¨®gico y populista, la ruptura de los l¨ªmites, pretende solaparse tambi¨¦n en la derecha democr¨¢tica?
Lo que est¨¢ cambiando
Ciertamente, sobre todo despu¨¦s del 11-M, la sociedad espa?ola parece ah¨ªta de preocupaciones: la seguridad amenazada por los terrorismos y la delincuencia, las tensiones y retos territoriales, la enrarecida atm¨®sfera de permanente bronca pol¨ªtica... El periodista tiene que reconocer que la duda sobre el sentido ¨²ltimo de este reportaje le ha asaltado alguna vez durante la preparaci¨®n del trabajo y que s¨®lo la constataci¨®n de los cambios que empiezan a producirse efectivamente en Espa?a, cambios de bastante calado, le ha llevado a seguir adelante. Porque, de entrada, las encuestas de ¨¢mbito internacional muestran que la sociedad espa?ola ha dejado de ocupar el puesto excepcionalmente bajo que le distingu¨ªa hace s¨®lo 4 a?os en el ranking de xenofobia y racismo (Diamanti 2000 y Eurobar¨®metro EB 53, 2000) para situarse hoy (Encuesta Social Europea 2002-2003) mucho m¨¢s cerca de la media europea.
Tambi¨¦n las encuestas del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) certifican que la actitud ante la inmigraci¨®n se ha modificado sustancialmente desde 2001, fecha que puso punto final al periodo en el que la aceptaci¨®n de la inmigraci¨®n creci¨® paralelamente al aumento del n¨²mero de inmigrantes en una etapa de crecimiento econ¨®mico -el desempleo baj¨® del 16% al 11% y la tasa de actividad ascendi¨® del 49% en 1991 a 55% en 2003- que aport¨® la creaci¨®n de 4 millones de empleos y la percepci¨®n de que los trabajadores extranjeros eran necesarios y no ven¨ªan a quitar el trabajo a nadie.
"Los actos de xenofobia y racismo que se han producido en Espa?a en los ¨²ltimos tiempos no son manifestaciones de un fen¨®meno aislado, sino la prueba de que existe una penetraci¨®n sociol¨®gica de las ideas de extrema derecha en ¨¢mbitos, como los estadios de f¨²tbol, los barrios populares o los territorios de las tribus urbanas, en los que tradicionalmente ha estado ausente", afirma Xavier Casals Meseguer, doctor en Historia y uno de los mayores especialistas en la materia. "Esa penetraci¨®n tiende a ser m¨¢s acusada en suburbios de ¨¢reas metropolitanas y poblaciones comarcales y nos preguntamos si ¨¦ste es el paso previo necesario para que en un futuro, cercano o lejano, la ideolog¨ªa de ultraderecha llegue a adquirir corporeidad pol¨ªtica".
La ¨²ltima encuesta del CIS, correspondiente a mayo de 2004, confirma el cambio de tendencia hasta el punto de que se invierten algunas de las opiniones recogidas cuatro a?os atr¨¢s. El rechazo hacia los inmigrantes magreb¨ªes -la islamofobia se ha hecho claramente perceptible tras el 11-M- es netamente superior al que suscitan los latinoamericanos.
Hay condiciones para un partido
Extranjero y delito, inmigrante y competencia laboral han pasado a estar asociados. Pese a que el resultado sigue siendo todav¨ªa m¨¢s positivo que negativo, lo revelador de estas respuestas es la r¨¢pida evoluci¨®n de las opiniones. Aparte de que siempre queda la sospecha de que "sobre el racismo, como sobre el sexo, pocos dicen la verdad".
La soci¨®loga Carmen Gonz¨¢lez Enr¨ªquez est¨¢ convencida de que en Espa?a se dan ya las condiciones para la aparici¨®n de un partido antiinmigraci¨®n, pese a que el porcentaje de trabajadores extranjeros, 3,5 millones, de los cuales mill¨®n y medio est¨¢n en situaci¨®n irregular, apenas supone el 8% de la poblaci¨®n, a cierta distancia todav¨ªa de la media europea.
Profesora de Ciencia Pol¨ªtica de la UNED, Carmen Gonz¨¢lez lleva cuatro a?os auscultando a la poblaci¨®n de los pueblos y barrios con densidad de inmigraci¨®n superior al 15%. Su experiencia le permite asegurar que las encuestas no est¨¢n captando la complejidad de los problemas que se producen en el plano local porque otorgan la misma significaci¨®n a las opiniones recogidas en barrios con una presencia de inmigrantes superior al 30% y a las obtenidas en ¨¢reas donde la inmigraci¨®n es irrelevante.
Los resultados de sus estudios locales cualitativos muestran, de hecho, "una actitud general, extendida y profunda, de rechazo hacia la convivencia con los inmigrantes en los t¨¦rminos en los que ¨¦sta se est¨¢ produciendo en la actualidad, una actitud, m¨¢s patente en los votantes de derecha que en los de izquierda". Sus trabajos reflejan igualmente la conciencia de un deterioro en los servicios sociales y en la vida general del barrio, as¨ª como la aparici¨®n de casos de competencia laboral entre los aut¨®ctonos de baja renta y los inmigrantes. "Como el aumento de la poblaci¨®n no se ha traducido en un aumento similar de los servicios y prestaciones sociales, lo que se est¨¢ produciendo", explica, "es la saturaci¨®n en los centros de salud, en los hospitales, en Correos, en los servicios asistenciales a la poblaci¨®n con necesidades especiales y en las guarder¨ªas p¨²blicas". Resulta as¨ª, que las familias espa?olas que ocupaban el ¨²ltimo escal¨®n en la distribuci¨®n de ingresos han pasado a ocupar el pen¨²ltimo escal¨®n y a quedar fuera del acceso a una serie de servicios.
A este respecto, los responsables de asistencia social de algunos ayuntamientos han llamado la atenci¨®n sobre el surgimiento de conflictos entre familias gitanas e inmigrantes y sobre las actuaciones de grupos de adolescentes espa?oles que se organizan en oposici¨®n a las bandas de j¨®venes inmigrantes que practican actividades de gamberrismo o delincuencia. Aunque estas reacciones son hoy por hoy muy aisladas, los expertos sociales auguran un aumento de la violencia contra los inmigrantes. Significativamente, las encuestas en las ¨¢reas de concentraci¨®n de la inmigraci¨®n muestran que la memoria de estos espa?oles ha invertido ya la realidad de lo que ocurri¨® en El Ejido, de forma que, parad¨®jicamente, lo que recuerdan de aquellos hechos es que los inmigrantes atacaron a los espa?oles.
No es casual, desde luego, que las consignas "los espa?oles, primero", "un espa?ol, un puesto de trabajo", inspiradas en las del Frente Nacional (FN) franc¨¦s, encabecen ahora las manifestaciones de la extrema derecha espa?ola. Con los datos recogidos en sus trabajos, la profesora de la UNED observa con preocupaci¨®n que el debate sobre la inmigraci¨®n se ha instalado en el terreno de lo "pol¨ªticamente correcto", sin entrar a abordar los conflictos reales que se producen en las ¨¢reas de alta densidad de inmigraci¨®n. "La clase pol¨ªtica espa?ola est¨¢ desinformada", asegura, "y el problema", a?ade, "es que el bloqueo pol¨ªtico e institucional facilita que la violencia aparezca, especialmente entre los j¨®venes, como una alternativa expresiva y resolutiva".
Sostiene que muchos ciudadanos espa?oles sienten que las instituciones pol¨ªticas no s¨®lo les ignoran, sino que, adem¨¢s, les deslegitiman acus¨¢ndoles de racistas. "A menudo nos encontramos con gente que se queja de que cuando ha tratado de llamar la atenci¨®n sobre el comportamiento de un inmigrante en relaci¨®n al ruido excesivo, a la suciedad o la violencia, es acusado inmediatamente de racista y se ve obligado a guardar silencio". Le parece evidente que en Espa?a hay condiciones suficientes para el surgimiento de un partido de corte xen¨®fobo o al menos antiinmigrante. "Hay un potencial mucho mayor del que se piensa, pero para que una opini¨®n difusa llegue a cuajar es necesario, apunta, que haya organizaci¨®n y liderazgo. Se equivocan", a?ade, "quienes creen que la sociedad espa?ola ha asumido ya el impacto de la inmigraci¨®n. En Espa?a, el fen¨®meno es demasiado joven como para que haya una opini¨®n asentada". En su opini¨®n, el panorama se presenta poco alentador. "Vamos a un endurecimiento del clima general", pronostica.
La "lepenizaci¨®n de los esp¨ªritus"
?Estamos asistiendo en Espa?a, soterradamente, a lo que el polit¨®lo-go franc¨¦s Pascal Perrineau design¨® como la "lepenizaci¨®n de los esp¨ªritus", expresi¨®n que subraya el hecho de que el lepenismo gana las conciencias antes de conquistar los votos? ?O es que Espa?a es, efectivamente, una excepci¨®n europea? Xavier Casals niega que exista tal especificidad y prefiere hablar de la "lenta homologaci¨®n con Europa de la ultraderecha espa?ola". Como en el caso de Portugal -y en menor grado, Grecia-, la existencia de una dictadura anticomunista habr¨ªa arcaizado, anquilosado, en nuestro pa¨ªs el discurso de la extrema derecha, incapacit¨¢ndole durante estas tres ¨²ltimas d¨¦cadas para conectar con la sociedad espa?ola.
Autor de varios libros sobre la materia, Xavier Casals apunta que el igualitarismo cat¨®lico de la extrema derecha espa?ola y su sentido de la Hispanidad, que le llevaba a defender la hermandad de las tierras y hombres del antiguo imperio y hasta a profesar simpat¨ªa a personajes como Fidel Castro, "el hombre que derrota a los americanos", le hizo refractaria durante mucho tiempo al discurso xen¨®fobo, m¨¢s dif¨ªcil de justificar, por otra parte, en un pa¨ªs como Espa?a, inmigrante hasta hace bien poco.
La divisi¨®n que sigui¨® al intento de golpe de Estado del 23-F, acarre¨® la disoluci¨®n de Fuerza Nueva arrastrando a la aton¨ªa al conjunto del espectro. Los cuadros de edad intermedia, "los constructores de partido", se fueron a casa o se integraron en el PP para luchar contra la mayor¨ªa absoluta socialista. Por si fuera poco, la aparici¨®n de candidaturas populistas "protestatarias" como la de Ruiz-Mateos (608.000 votos en 1989), Jes¨²s Gil o Mario Conde y la competencia de partidos regionalistas de derecha dura o regionalistas-nacionalistas como Uni¨®n Valenciana o la Uni¨®n para el Progreso de Cantabria han cortocircuitado en ocasiones sus aspiraciones de vuelo electoral. La falta de adaptaci¨®n a la realidad, unida al exceso de vocaciones caudillistas explicar¨ªa tanto el retraso ideol¨®gico de la extrema derecha espa?ola como su fragmentaci¨®n y atomizaci¨®n. Sobre el papel, su situaci¨®n parece tan desastrosa que justificar¨ªa la mirada nost¨¢lgica hacia los tiempos en los que el diputado Blas Pi?ar cosechaba medio mill¨®n de votos y llenaba plazas de toros. Hoy la suma de las distintas formaciones apenas alcanza el 1% de los votos, no hay un l¨ªder carism¨¢tico, algo fundamental para estas formaciones, ni el liderazgo de un partido hegem¨®nico capaz de arrastrar y aglutinar a la multiplicidad de peque?os partidos y grupos.
?D¨®nde est¨¢, pues, el problema? El problema est¨¢ en que por primera vez en la historia reciente de Espa?a empieza darse en la sociedad algo parecido a la "lepenizaci¨®n de los esp¨ªritus" o, al menos, la afloraci¨®n de sentimientos antiinmigraci¨®n, el nutriente b¨¢sico de todas las modernas formaciones de extrema derecha europeas, que tampoco son un mundo homog¨¦neo puesto que bajo esa denominaci¨®n aparecen populismos muy variados. Ciertamente, aunque todos los partidos de la ultraderecha son xen¨®fobos, no todos los partidos antiinmigra-ci¨®n pueden ser considerados racistas. Es el caso del holand¨¦s Pim Fortuyn, que debe su nombre a su fundador, un homosexual asesinado, y que cuenta entre sus dirigentes a un negro.
El problema es que las organizaciones espa?olas han dejado de mirar al pasado para acometer la renovaci¨®n y adaptaci¨®n ideol¨®gica que debe permitirles el asalto al sistema parlamentario. Ahora se declaran dem¨®cratas y, como el ant¨ªguo l¨ªder del PNV, Xabier Arzalluz, tambi¨¦n ellos se quejan de la mala calidad de la democracia espa?ola. Faltos de espacio en asuntos como el de ETA o el plan Ibarretxe, ocupados por los grandes partidos, sin capacidad para explotar el rechazo, todav¨ªa incipiente en Espa?a, al funcionamiento, siempre imperfecto, del sistema pol¨ªtico y taponados por la fortaleza del PP, han hecho de los inmigrantes, de los inmigrantes pobres, por supuesto, su principal caballo de batalla.
As¨ª, algunas de las corrientes nost¨¢lgicas del franquismo procedentes de las diversas Falange y de Fuerza Nueva, "la carcundia", como les denominaban los propios j¨®venes ultraderechistas nacional revolucionarios, se han convertido en Alternativa Espa?ola (AES) o Frente Espa?ol (FE) y han dejado de esperar al providencial golpe de Estado. Se acabaron los bigotitos y los correajes, la obsesiva incitaci¨®n al "ruido de sables"; tratan de dar una imagen joven, renovadora, inspirada en el modelo de partido del austriaco Haider. Son cat¨®licos pero no ultracat¨®licos, han hecho de la defensa de la familia, la lucha contra el aborto, su terreno de juego preferido y viven pendientes del anunciado "viaje al centro" del PP para ocupar el espacio resultante de este movimiento, decididos en cualquier caso a conquistar un voto cat¨®lico y de derechas.
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