Lo que pudo ser, fue y es
Podr¨ªa haberse hecho de otra manera, menos destructiva. Cuando se acaban de cumplir, ayer, dos a?os del comienzo de la guerra -de la invasi¨®n de EE UU- de Irak, conviene volver la vista atr¨¢s. Ante los movimientos que se est¨¢n produciendo en diversos pa¨ªses ¨¢rabes, ha cundido la pregunta de si Bush estuvo acertado. Y la respuesta, al menos mi respuesta, sigue siendo un claro no ante una guerra por empe?o y no por necesidad.
Los aires de la llamada primavera ¨¢rabe, que est¨¢ por ver en qu¨¦ acabar¨¢, empezaron a soplar antes de esta guerra. La preocupaci¨®n por el bloqueo del mundo ¨¢rabe y por la necesidad de que se democratice y se modernice databa de antes y se dispar¨® con el 11-S de 2001. El primer Informe sobre desarrollo humano en el mundo ¨¢rabe del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) data de 2002. La guerra de Afganist¨¢n (que no es mundo ¨¢rabe) s¨ª fue necesaria para desalojar de su seno a Al Qaeda, pero tres a?os y medio despu¨¦s sigue inacabada, porque fue una guerra a medias.
Pero situ¨¦monos donde estaba la cuesti¨®n iraqu¨ª en noviembre de 2002, aunque ya entonces la Administraci¨®n de Bush se hab¨ªa decidido a la invasi¨®n. Ese mes, el Consejo de Seguridad hab¨ªa aprobado la Resoluci¨®n 1.441, que de haberse llevado plenamente a la pr¨¢ctica para buscar las armas de destrucci¨®n masiva (que tras la guerra se supo que no exist¨ªan), hubiera convertido a Irak no en un protectorado internacional, ni siquiera en un Estado ocupado, sino en un "Estado desnudo" o bajo control: lleno de inspectores, protegidos por tropas o guardias de seguridad de la ONU -reforzadas por la amenaza del uso de la fuerza-, sometido a un estricto escrutinio internacional, con el derecho de los inspectores de entrar en cualquier lugar e interrogar a cualquier persona, dentro o fuera del pa¨ªs. No hubieran encontrado nada, pero probablemente ni siquiera el r¨¦gimen de Sadam Husein hubiera podido aguantar los aires de libertad que hubieran entrado por esas ventanas. La voladura de su r¨¦gimen podr¨ªa haber sido controlada, con un m¨ªnimo de muerte y destrucci¨®n. Y las instituciones, el derecho y la legitimidad internacionales hubieran salido reforzados.
Ahora, Bush se percata de que esto de la legitimaci¨®n, ante o post, es algo complejo pero necesario. Hace dos a?os, su Administraci¨®n, por razones a¨²n poco claras, se decidi¨® por la invasi¨®n y la destrucci¨®n no s¨®lo de un r¨¦gimen, sino de un Estado, de un pa¨ªs -con la consiguiente necesidad de reconstruirlo-, provocando una resistencia armada sun¨ª que no s¨®lo no merma, sino que crece. Y todo sin las tropas y medios necesarios. Seg¨²n la tabla publicada por tres analistas de la Brookings Institution, la vida ha mejorado, si se mide por los embotellamientos del tr¨¢fico en Bagdad, el n¨²mero de tel¨¦fonos o la reducci¨®n del paro, pero no la electricidad. Pese a las elecciones, hay menos iraqu¨ªes optimistas sobre su futuro que un a?o atr¨¢s. El n¨²mero de insurgentes ha crecido de 5.000 a 18.000 (y el de combatientes extranjeros, de 300 a 600). De Irak, como en su d¨ªa de Afganist¨¢n cuando se apoy¨® a los muyahidin para hacer frente a la invasi¨®n sovi¨¦tica, saldr¨¢ la nueva generaci¨®n de terroristas islamistas que azotar¨¢n al mundo, como han recordado Madeleine Albright y la CIA. Irak no representaba una amenaza para el resto del mundo. Ahora, s¨ª.
Ha habido un claro intento de rescribir las razones de la guerra ilegal y mal llevada, que nunca se plante¨® en nombre de la democracia. Aunque los recupere para otras causas, Estados Unidos y Bush est¨¢n perdiendo aliados en Irak, que no ven clara que se resuelva la situaci¨®n, mientras, desgraciadamente, se amontonan los muertos de unos y otros. Irak no era un problema. Ahora lo es de todos, pero sin que nadie (salvo algunos iraqu¨ªes) sepa realmente qu¨¦ hacer si el Plan A, el de la iraquizaci¨®n, no da los frutos esperados.
aortega@elpais.es
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