Un local, s¨®lo para espa?oles, graba el DNI de sus clientes
En los bajos de Azca hay una discoteca que pr¨¢cticamente s¨®lo admite clientes espa?oles. El encargado de este local pretende as¨ª "distinguirse" del resto de locales. Este hombre tampoco tiene problemas en relatar c¨®mo graban a todos los clientes que entran en el local. En una videoc¨¢mara colocada a la entrada quedan registrados todos los datos del DNI.
El sistema es sencillo: el portero tiene una mesa en la puerta donde pide a todo el mundo el DNI. Una vez que tiene el documento en la mano, lo coloca estrat¨¦gicamente en la esquina de la mesa, justo debajo de la c¨¢mara. Los datos de la gente que entra quedan as¨ª registrados. "Lo hacemos porque a veces se nos cuelan menores con carn¨¦ de identidad falsos, o con el carn¨¦ de alguna hermana mayor. As¨ª, si viene la polic¨ªa y nos dice que por qu¨¦ dejamos entrar a menores tenemos grabada la prueba de que nos han ense?ado un DNI que cre¨ªamos verdadero", se justifica el encargado de la discoteca. "Pero luego borramos las im¨¢genes", asegura.
Este hombre, vestido con una chaqueta de terciopelo y una camisa rosa, explica el secreto para mantenerse al margen del mundo latino: "Aqu¨ª s¨®lo viene gente normal: electricistas, alba?iles... No dejamos entrar a gente de mal vivir: drogatas o guarrindongos". "?Veis? Gente normal,", reitera, mientras se?ala a la riada de veintea?eros espa?oles con polos de marca que pasan ese momento a su local.
Actores de moda
Lo cuenta con un tono que busca complicidad, mientras se?ala una pared repleta de fotograf¨ªas en las que aparecen mezclados actores de teleseries de moda, mises y misters, cantantes del concurso televisivo Pop Star, con mujeres de un concurso de camisetas mojadas.
El responsable asegura que todos los clientes son "gente de fiar" y lo demuestran con la tarjeta-invitaci¨®n necesaria para acceder al local. "Tenemos un buen equipo de relaciones p¨²blicas que reparten las tarjetas por las universidades, los colegios mayores...", cuenta. Al p¨²blico "no deseado" se les ofrece una alternativa: "Si alguien sin tarjeta quiere entrar, que pague la entrada", dice con una sonrisa para explicar a continuaci¨®n que el precio del pase en ese caso son "60 euros".
Pero, casualidades, mientras explica c¨®mo han podido mantenerse al margen de la movida latina suena en su local un pegadizo reggaeton. "La m¨²sica cambia cada 15 minutos, es pura casualidad que ahora est¨¦ sonando latino", intenta justificarse. Aunque confiesa que "alg¨²n negrito de fiar" y alguna "chica latina", a veces, pasan por su local. Las poqu¨ªsimas mujeres inmigrantes que hab¨ªa el pasado s¨¢bado por la noche eran, de entrada, muy guapas.
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