Manteniendo la magia
Que la veteran¨ªa es un grado, eso no se discute. Pero es que, adem¨¢s, cuando se ha picado alt¨ªsimo en el pasado, conviene siempre dejarse algo para que el ¨²ltimo tramo del camino no sea un arrastrarse por los escenarios. Desafiando a los excesos de juventud, este par de a?ejos hippies de coraz¨®n han logrado preservar y mantener buena parte de la magia con la que hicieron inmortales sus canciones. S¨ªmbolo del preciosismo musical mel¨®dico de los sesenta, maestros en la tarea de armonizar voces y unos de los pocos que, por talento, quiz¨¢ le hubieran podido disputar a los Beatles el trono de reyes del pop y motores del cambio juvenil, David Crosby, sesenta y cuatro a?os, y Graham Nash, sesenta y tres, han guardado a buen recaudo durante todos estos a?os el suficiente talento art¨ªstico como para ofrecer casi cuarenta a?os despu¨¦s conciertos de alrededor de dos horas y media, llenos de momentos musicales de alt¨ªsimo nivel.
David Crosby y Graham Nash
David Crosby (voz y guitarra), Graham Nash (voz, guitarra, teclados y arm¨®nica), Dean Parks (guitarra y steel), James Raymond (teclados), Andrew Ford (bajo) y Stevie D. (bater¨ªa). Palacio Municipal de Congresos. Entre 50 y 60 euros. Madrid, domingo 20 de marzo.
Y eso que el sonido inicial de su actuaci¨®n en Madrid, con la que cerraban su gira espa?ola, presagiaba desastre y las luces, a lo largo de todo el concierto, resultaron, como poco, surrealistas. El sonido, al menos, mejor¨® considerablemente cuando Crosby, a la tercera canci¨®n, dio una voz para poner orden y mandar que solucionaran los problemas. Ambos m¨²sicos salieron rodeados por un incre¨ªble grupo de m¨²sicos, entre los que hay que destacar el teclista James Raymond, hijo de David Crosby, y el guitarrista Dean Parks.
Mostrando unas convicciones ideol¨®gicas m¨¢s que consistentes, el d¨²o sali¨® a los compases de Military madness y la elecci¨®n de la canci¨®n se revel¨® como no gratuita, ya que durante toda la velada estuvieron lament¨¢ndose por, seg¨²n Crosby, "todas las cosas est¨²pidas que los Estados Unidos hab¨ªan hecho ¨²ltimamente". La primera, seg¨²n sus palabras exactas, poner "un mono en la Casa Blanca". Tambi¨¦n hablar¨ªan del almacenamiento de residuos nucleares en Don't dig here, el fanatismo religioso en Jesus of Rio o la voracidad del capitalismo en They want it all. Los protagonistas de la noche estuvieron impresionantes de voz y de ganas. Lo primero es admirable, por cuanto ambos han transitado por d¨¦cadas de descubrimientos que han ido dejando en la cuneta buen n¨²mero de cad¨¢veres. Lo segundo tambi¨¦n, porque la tendencia m¨¢s general entre m¨²sicos ya curtidos es el hacer las cosas bajo la ley del m¨ªnimo esfuerzo. Pero el d¨²o no escatim¨® esfuerzos por agradar y reverdecer laureles: hasta veinticinco temas sonaron en el concierto.
El repertorio result¨® un agradable paseo sonoro, altern¨¢ndose la presentaci¨®n de las canciones de su ¨²ltimo doble ced¨¦, Crosby-Nash, en el que mantienen intacta su f¨®rmula folk-rock con ribetes rock y jazz, con un repaso a su extensa y ramificada carrera. Hubo cosas de sus discos como d¨²o - Inmigration man, Cathedral o Wind on the water-, en formaci¨®n de tr¨ªo junto a Stephen Stills -Marrakesh express y Wooden ships- y, c¨®mo no, de aquella m¨¢quina de hacer m¨²sica que result¨® al un¨ªrseles Neil Young: D¨¦j¨¤ vu our house, Almost cut my hair o Teach your children, estas ¨²ltimas interpretadas al final y animando a los espectadores a levantarse y acercarse a la boca del escenario para bailar.
![Nash, en primer plano, y Crosby, el domingo en Madrid.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/BXRMGGCVVKR23CBEBNFZZEA6IU.jpg?auth=04867693f48eed3487f5a3bea49ee846270b1f97c7f11dcecf7d0580f9c8d1de&width=414)
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