M¨¢gica Sara
La artista gaditana se ha convertido en un s¨ªmbolo del baile espa?ol en el mundo. Acaba de regresar de dos meses de gira triunfal por Par¨ªs, Londres y Estados Unidos. Con sus espect¨¢culos flamencos, con 'Sue?os' o con 'Mariana Pineda', el resultado siempre es el mismo: el p¨²blico adora a Sara Baras, una mujer con poder¨ªo.
CUERPO Y FIBRA La bailaora que acaba de actuar en Oviedo y antes pas¨® por Par¨ªs y Londres, por nueve ciudades norteamericanas, por dos meses de gira internacional y que lleva encima m¨¢s de mil representaciones de Juana la Loca y Mariana Pineda; la bailaora de Sensaciones y Sue?os; la que organiza, crea y monta, y se atrevi¨® a fundar compa?¨ªa propia en 1998 siendo veintea?era; la que ha bailado con El G¨¹ito, con Merche Esmeralda, con Antonio Canales; la que pis¨® tablaos en Jap¨®n y acompa?¨® a Manuel Morao y Gitanos de Jerez; la que se enfunda los pantalones de farruca sin importarle el qu¨¦ dir¨¢n y es medalla de oro de Andaluc¨ªa y premio Nacional de Danza en 2003?, esa mujer est¨¢ sentada ahora tan campante en una habitaci¨®n de hotel y se deja hacer, mandar, dirigir, maquillar?, sin protestar, tranquila; aunque, si la miras bien, ves que se le van de paseo continuamente los pies y las manos tras un ritmo o un comp¨¢s.
Est¨¢ hablando del Quijote, que todo son quijotes ahora, dice; de un proyecto en el que va a participar, retratos de Dulcinea. Alguien afirma que no la ve de porquera. Y ella: "S¨ª, porque, bien pensado, es un sue?o; llevamos todo el rato bailando sue?os, y ahora ah¨ª est¨¢n los molinos; abres los brazos, giras y aparecen los molinos". Lo escenifica. "Ah¨ª veo una farruca y?". Y sigue la bailaora, sonrisa abierta y mucha charla -"?pero si esto no es trabajo, aqu¨ª tumb¨¢"!-, posando para las fotos en la cama, en un pasillo, luego en la azotea, y no se quita las inmensas botas negras de esas peludas, de moda parisiense, de despu¨¦s de esqu¨ªar, porque hace un fr¨ªo en Madrid que corta el aliento, y una asistente corre con el abrigo hacia ella, a taparla y protegerla, cuando el fot¨®grafo grita: "?Vale!". Y vale.
La bailaora, que es de San Fernando (igual que Camar¨®n), gaditana, espa?ola y ya internacional, dice "me cuesta dejarme tocar, eso de los masajes no me va" cuando se le pregunta sobre cuidados del cuerpo, ese cuerpo suyo de 33 a?os, 50 kilos, talla 36, un 38 de pie y 1,68 metros de altura que es sabido aguanta lo que le echen. El privilegio del roce fuera de escena est¨¢ limitado a un hombre (o dos, suponemos, si se incluye a su pareja de baile y de hecho, Jos¨¦ Serrano, Pep¨ªn): I?aki Olalla, fisioterapeuta en el Real Madrid, que lleva seis a?os tras ella controlando algo que no es tal, dice ¨¦l, porque la que controla siempre es Sara. Asegura Olalla, en un intento de explicar el secreto de la fuerza de esta mujer, que cuando le toc¨® las piernas por vez primera exclam¨®: "?Aqu¨ª hay baile para rato!". Y desde entonces repite eso de "para piernas, las de Sara Baras y Roberto Carlos". Tal es la calidad de "fibra r¨¢pida" con la que ha nacido, seg¨²n ¨¦l.
"Y m¨¢s", recuerda Sara. "I?aki me pregunt¨®: '?Qui¨¦n ha sido tu maestra?'. Y yo le dije: 'Concha, mi madre'. 'Felic¨ªtala de mi parte'. '?C¨®mo maestra o como madre?'. 'Por las dos cosas, porque todo est¨¢ donde tiene que estar".
Su madre no pudo bailar profesionalmente, pero ense?¨® a su hija (hija tambi¨¦n de un oficial de la Marina que no estaba muy por la labor y ahora es su fan n¨²mero uno): le dio clases, deseo y alas. Por eso es en la cabeza donde Sara Baras esconde su energ¨ªa, asegura Olalla. Sabe de las 10 reglas para mantenerse y las sigue con la disciplina de un deportista profesional: dormir mucho, comer bien, no beber, fumar apenas?, y seguir los consejos de su preparadora f¨ªsica: estirar, calentar antes de cada funci¨®n, saber hidratarse y cu¨¢ndo comer, para que el cuerpo no le pese y vuele. Porque la Baras sabe que la f¨¢brica la pone ella, que vive de su cuerpo. Ni una sola vez suspendi¨® por lesi¨®n en seis a?os. ?Ning¨²n susto, entonces? S¨ª, una vez, en Barcelona, que ¨¦l no estaba y la bailaora sufri¨® una lumbalgia con actuaciones programadas para un mes vista. Olalla se puso en contacto con un colega del Bar?a, y casualmente el equipo m¨¦dico azulgrana estaba cenando al lado del teatro donde actuaban. "Y all¨¢ que se trasladaron todos a echarle un vistazo", se r¨ªe. Y la bailaora, segura de su condici¨®n: "Pep¨ªn dice siempre: 'Nos vamos a ver todos viejos un d¨ªa, sentaos, achacosos, contemplando c¨®mo todav¨ªa Sara baila".
LA MADRE MAESTRA
"Mi madre, Concha Baras, sigue dando clases, pero m¨¢s suaves, a amigas, por buler¨ªas, por sevillanas. Y su escuela ya no existe. Una vez que me fui, la convenc¨ª de que descansara, que ya hab¨ªa trabajado mucho. Una de las ilusiones de mi vida era que ella viviera como una reina, dentro de mis posibilidades, claro. Y ella viene conmigo mucho y me revisa las cosas. Si dudo, le pregunto. Por eso soy tan pesada y nombro tanto la palabra suerte. Porque en lo profesional, con mi hermano Bibi [Jos¨¦ Luis Pereyra], que es ahora mi manager; con mi equipo ah¨ª siempre, y en lo art¨ªstico est¨¢ ella. Cuando empiezo a montar, cuando empiezo a imaginar todo, lo escribo; dibujo las colocaciones de los personajes, los escenarios, y lo guardo, y me da verg¨¹enza, adem¨¢s, porque dibujo fatal, y digo: vamos a ver, si yo entro por aqu¨ª? Y pongo el color de mi traje, el del otro, coloreo mandalas, y de repente me ayuda a ver lo que quiero ver, y a mi madre le mando el proyecto, y ella: 'Sarita, es un poco largo' o 'Sarita, es precioso'. Y cuando decid¨ª dar el salto a los espect¨¢culos con argumento, le pregunt¨¦: '?Qu¨¦ te parece si soy Juana la Loca?'. Y me contest¨®: 'Loca siempre has estao'. Interpretar. Lo vio claro antes que yo. Fue un riesgo grande, Juana la Loca. La sole¨¢ de la embarazada, cuando la reina est¨¢ pre?ada y el rey muerto, ella dice '?uhhh!'?, es uno de sus favoritos. Ella me pone las pilas. Y ¨²ltimamente est¨¢ como satisfecha. Dice: 'Sarita, qu¨¦ bueno'. Ahora nos la llevamos a Sal¨®nica de gira, a Concha, esa se?ora que me pari¨® tan bien".
EL P?BLICO Y LA CR?TICA
Bien hecha, s¨ª; pero Sara, vestida de calle, con jersey negro y vaqueros, parece tan menuda que cuesta creer que sea la misma mujer inmensa del escenario, la que interpreta a personajes femeninos hist¨®ricos que penan, y aman, y mueren en un pisp¨¢s teatral, que ella dota de vida intensa por el palo que sea, buler¨ªas, seguiriyas, alegr¨ªas, sole¨¢s?, lo que haga falta. Como suceder¨¢ d¨ªas despu¨¦s en Alcobendas con esa Mariana Pineda, la hero¨ªna de la libertad lorquiana. Lleno a reventar. Hurras, aplausos y un fin de fiesta sin fin. Y la Baras, despu¨¦s de cien minutos de baile de espejos, dolores y amores, prisiones, soldados y rebeldes, novicias que entran y salen, se secan el sudor, se calzan sombreros de conspiradores que les prepara Fito, el sastre incansable -el que cuida de las ropas y man¨ªas de la artista, como lo de cepillarse los dientes al comenzar la funci¨®n-; despu¨¦s de una ejecuci¨®n por garrote, entonces, Sara le dedica al p¨²blico su carretilla, ese solo de pies, ese zapateado intenso que le mueve el culo y el alma y la lleva despacio hacia el otro lado. Tan fresca. Olalla lo ilustra: "Hay que tener piernas y echarle huevos?".
"La otra noche, en Oviedo, se hizo un silencio?", recuerda Sara. "Ni un aplauso en todo el tiempo, nada; era aterrador, y yo pensaba: ?pero hay alguien ah¨ª?". Claro que estaban. Sin aliento.
"Hemos actuado tres veces en Par¨ªs, esta vez con Sue?os. Y el ¨²ltimo d¨ªa, media hora saludando. La primera vez en mi vida que he sent¨ªo eso de 'vale, que me quiero ir'. Impresionante", dir¨¢ luego Pep¨ªn, su pareja dentro y fuera.
"T¨² sabes lo que son 3.000 personas en silencio absoluto, en la farruca, por ejemplo, que hay una parte sin m¨²sica y sin nada, no se escucha nada; ni toser, qu¨¦ menos? Nada", sigue la bailaora.
As¨ª ha sido siempre. El p¨²blico quiere a Sara Baras. "Montamos Sensaciones, y el boca a boca fue llenando el teatro. Que no es: toma un dinero, m¨®ntate un espect¨¢culo. No. No hab¨ªa nada, no ten¨ªamos nada. S¨®lo las ganas. Los que confiaron en m¨ª en ese momento hicieron que yo misma confiara en m¨ª". Y como es agradecida, se deja la piel, y se acuerda hasta del Ayuntamiento de Galapagar: "Porque me dejaron su teatro, que si es ahora lo entiendo, pero cuando empec¨¦?". Un acto de fe.
A principios de los noventa, cuando empez¨® a sonar, los cr¨ªticos dec¨ªan: "Por alegr¨ªas. Por soleares. Es un encanto verla. Su forma total de vivir el baile, con todos los sentidos, con el cuerpo y el alma" (?ngel ?lvarez Caballero, marzo de 1994). Y as¨ª sigue la cosa: "Elegante y segura, avanza por el escenario con la distinci¨®n de una joven reina. Su taconear de acero no titubea, acaricia o golpea el suelo al ritmo del coraz¨®n. La rapidez y riqueza de registros de sus pies son fascinantes" (Carmen del Val, enero de 2005). Lo comenta aqu¨ª una maestra con autoridad, Pilar L¨®pez: "Tiene una t¨¦cnica fenomenal, y esa gracia gaditana?", y otros la analizan desde fuera: "Baila como si la vida le fuera en ello" (The Washington Post, enero de 2003). Y en diciembre pasado, Le Monde la nombr¨® heredera de Carmen Amaya y Cristina Hoyos. Para abreviar.
Igual que las ni?as la esperan a la salida para que les firme un aut¨®grafo en el teatro y los conocidos se pasan por los camerinos en Alcobendas -"al verte me ha dado un subid¨®n que no veas", le dice una se?ora bien maqueada al joven bailar¨ªn de la compa?¨ªa Ra¨²l Fern¨¢ndez-, hay quien la sigue con devoci¨®n por ciudades estadounidenses. Como la pintora Graciela Perrone-Krosnyak, que hasta la ha convertido en objeto de sus cuadros: "Sale al escenario, y ya est¨¢, quedamos como hipnotizados. El flamenco en EE UU crece gracias a figuras entregadas como ella".
Sonr¨ªe la Baras cuando alguien menciona que parece la Madonna del flamenco: "No miento, nos acord¨¢bamos justo de ella estas navidades, en Par¨ªs, que vino al camerino el dise?ador Jean-Paul Gaultier, un encanto, y chillaba: '?A la edad que tengo, c¨®mo he descubierto a alguien que no sab¨ªa que exist¨ªa!'. Y nos re¨ªamos porque yo dec¨ªa: 'S¨®lo me falta vestir con esos modelos de Madonna, con esos pechos as¨ª?".
Pero tambi¨¦n hubo y hay malas cr¨ªticas. De chica, algunos le dec¨ªan que nunca bailar¨ªa como se debe porque es de familia bien, que para sentir el flamenco hay que sufrir, que hay que ser gitana, que? Y ahora es la canci¨®n de que al flamenco no se le puede poner gui¨®n ni argumento? Pero Sara eligi¨® su camino hace ya tiempo. Cree en las fusiones, en las colaboraciones, en el m¨¢s all¨¢ del baile espa?ol. Y se arriesga porque le gusta el riesgo. Como hizo con su famosa farruca de Sue?os ("y dale, que no lo he inventado yo, que los pantalones ya se los puso Carmen Amaya", repet¨ªa sin cesar).
"Que se trata de sacar el flamenco de los tablaos, de las pe?as, de los patios de las casas?, y llevarlo a Nueva York, a Washington, a Florida", la defiende Pep¨ªn, su mejor espada. Y es innegable que la cosa no pinta mal. Acaban de arrasar ahora, por ejemplo, dentro del V Festival Flamenco de EE UU, en el que tambi¨¦n participaron Carmen Cort¨¦s, Eva Yerbabuena y otros muchos con ¨¦xito. "Que yo no me quiero enemistar con otros bailes, con el cl¨¢sico o el contempor¨¢neo, no, que me encantan y tambi¨¦n necesitan mucho apoyo; pero existen en otros sitios, y el flamenco, no, el flamenco es ¨²nico, naci¨® aqu¨ª, es riqu¨ªsimo, es nuestro".
Y que una cosa no quita la otra. Que todo lo que se haga suma, no resta.
EL AMOR EN ESCENA
"Me has mentido, / lo s¨¦ s¨®lo con verte, / me lo han dicho tus ojos / y tus ojos nunca mienten". Lo canta Miguel de la Tolea, en Juana la Loca, que se subtitula Vivir por amor. Y fue ah¨ª, en 2000, cuando Sara y Jos¨¦ Serrano, Pep¨ªn, coincidieron y se sumaron. Un puro flechazo. ?l, de 33 a?os, que es cordob¨¦s y "castellano" -dice para decir que no, que, igual que Sara, tampoco ¨¦l es gitano-, hab¨ªa dejado ya el Ballet Nacional de Espa?a. "Sara buscaba su rey, un Felipe el Hermoso, y no me conoc¨ªa; yo s¨ª, claro, yo s¨ª sab¨ªa de ella".
Serrano la visit¨® en su estudio: "Y ella me testaba, me miraba, me analizaba; la altura, todo eso".
Hubo acuerdo. "Yo ten¨ªa libertad para montar mis solos, para aportar ideas, y a ella, que es inteligente y siempre tiene las puertas abiertas, le ven¨ªa bien, porque yo ya hab¨ªa hecho espect¨¢culos con argumento?". Trabajaron muchas horas, muchos d¨ªas seguidos, siempre juntos, "para conseguir que Juana y Felipe fueran uno en la ficci¨®n, y, claro, fueron uno; la cosa nos pas¨® a lo personal", se r¨ªe ella.
Y basta contemplarles en la obra para palpar todo aquello: el galanteo, la atracci¨®n, esa manera de moverse, los roces, los sue?os rotos de la reina? Juntos siguen. Su relaci¨®n, expuesta en las tablas: algunos ven en ¨¦l el contrapunto salvaje -"macho", le llaman los brit¨¢nicos- a la feminidad y la elegancia de ella. Dec¨ªa The Observer (23 de enero de 2005): "El rostro encantador de Sara se ilumina cuando se junta con el de ¨¦l, cabeza con cabeza". Lo dem¨¢s se imagina. "Claro que lo nuestro enriquece los n¨²meros; cuando interpretamos un paso a dos de amor o de odio, eso se nota". Y hasta ahora saben distinguir lo que es de dentro y de fuera. Ahora, Pep¨ªn -"pedazo de artista", lo llama ella m¨¢s de una vez- baila tambi¨¦n en Mariana Pineda y en Sue?os: "?ste es un espect¨¢culo m¨¢s flamenco, el complemento perfecto a la Pineda, que es m¨¢s limitada para un bailaor, que bailas por el gusto de hacerlo, y por eso se repuso, adem¨¢s de porque lo pidi¨® el p¨²blico, porque lo necesit¨¢bamos despu¨¦s de cinco meses en el teatro Calder¨®n de Madrid con la Pineda, y porque las seguiriyas te dan aire, libertad, te dejan crecer y dan para m¨¢s si est¨¢s inspirao?". Pero a Serrano, los que piensen que nunca har¨ªan Mariana Pineda porque no es muy flamenco le dan pena. "Porque flamenco puede ser hasta Beethoven", afirma. Y sobre la competencia entre ellos, ni hablar: "Sara brilla por s¨ª sola, y yo lo que intento es que a¨²n brille m¨¢s". Por eso la cuida, la abanica entre bambalinas, cuando ella se refugia para coger aire.
?DOLOS Y ENVIDIAS
La bailaora parece tener el razonamiento tan bien colocado como el cuerpo. Es tan expresiva fuera como dentro de escena; tiene algo siempre -gestos, palabras, aire- para todos; frunce el ce?o, y se encoge, y se estira, se inhibe o se expande, seg¨²n. Se ilusiona o se frustra a golpe de cadera y tal¨®n, all¨ª arriba; con los ojos inmensos, fijos, de frente, aqu¨ª abajo. Parece sincera, sin vueltas, como su nombre, pal¨ªndromo que igual se lee del derecho que del rev¨¦s, dej¨¢ndola sin escondite posible. Se muestra humilde -"yo no he descubierto la f¨®rmula del c¨¢ncer, ojal¨¢; yo s¨®lo bailo"-, tiene sus ¨ªdolos: "Me he sacado ya la espinita de la pel¨ªcula de Saura, Flamenco, que yo estaba en Jap¨®n y me llamaron, y no pude, me dio rabia. Pero ahora, en la nueva, Iberia, he colaborado con dos n¨²meros; era para m¨ª muy importante trabajar con ¨¦l?". Y dice que algo que hubiera podido hacer y no hizo, y que ahora ya es imposible, es haber bailado con Antonio Gades: "Pero al menos me corrigi¨®, me aconsej¨® tanto en el baile como en producci¨®n, y me sirvi¨® mucho. Un sue?o". Lo mismo que le pasa hoy con Paco de Luc¨ªa, su artista favorito. "Antes me dec¨ªa a m¨ª misma: salgo a bailar dos segundos con Paco y me da algo. Pero he sobrevivido. Y varias veces", se r¨ªe.
Asegura Sara que nunca ha sufrido la envidia directamente, y que nunca le perjudic¨® ser mujer; que ella -que admira a Lola Greco; que bebe de Manuela Carrasco; que es amiga de Clara Montes; que le parecen divinas Montse Cort¨¦s, Carmen Linares o La Tana y ahora le gusta Bebe- lleg¨® en un momento en que se necesitaban precisamente mujeres. Hasta en eso tuvo suerte: "Nunca me despreciaron, sino que me alzaron, me empujaron. 'A ¨¦sta no la cansa nadie', dec¨ªan". Se sinti¨® querida por gitanos y no gitanos. Y cree que sigue habiendo muchas, muy buenas flamencas: "Mi padre me recorta las noticias y las fotos del festival de Jerez, y me lo env¨ªa cada d¨ªa en un sobre id¨¦ntico; es militar el hombre, mu'ordenao, y as¨ª me entero de qui¨¦n baila o canta, de lo que hacen otros a los que no puedo ver, y ayer mismo me fijaba que hay cada vez m¨¢s mujeres, la verdad".
Pero no es ingenua. Le consta que algunos se molestan con el ¨¦xito ajeno, aunque ella piensa que cuantos m¨¢s y mejores sean los artistas, mejor para todos: "M¨¢s p¨²blico para el flamenco". Y cuando es fuera de Espa?a, "m¨¢s gente que se acerca a nuestra cultura. Es un bien. Cuanto m¨¢s triunfen los dem¨¢s, mejor para m¨ª, as¨ª tengo donde mirar y aprender?".
Su gira americana ha sido un ¨¦xito tal "que no ha habido ni un teatro que no estuviera lleno". Sigue y se suelta: "Y ya, si quieres, luego podemos hablar t¨² y yo de si la sole¨¢ debe ser m¨¢s lenta, lo que quieras; pero el orgullo que hemos sentido, que una peque?a compa?¨ªa de flamenco? Que han hablado de nosotros en tantos peri¨®dicos, que salimos hasta en las portadas de algunos grandes, en un pa¨ªs que, imag¨ªnate, all¨ª s¨ª que hay teatros y espect¨¢culos? Y de repente viene uno de los que se hacen llamar puristas a decirte que no te pongas pantalones, que no hagas esto o lo otro; pero bueno, ?qu¨¦ m¨¢s da?, ?qu¨¦ m¨¢s te da a ti?".
Coge carretilla: "Es que te preparas con una profesora de cl¨¢sico y te critican, porque el flamenco, dicen, es puro. ?Pero qu¨¦ me est¨¢s contando? Si tengo el cuerpo mejor, pues m¨¢s facilidad para hacer el movimiento que me d¨¦ la gana. Si mi baile no deja de ser mi baile ni yo dejo de ser flamenca. Es como exigir a un actor que s¨®lo haga comedia. Pero se?or, pero si mi cuerpo ya est¨¢ preparado, ?por qu¨¦ me voy a quedar ah¨ª, por qu¨¦ voy a estar toda la vida por alegr¨ªas y sole¨¢s?".
Y sigue: despu¨¦s de Juana la Loca y Mariana Pineda cree que lo hace mejor, est¨¢ m¨¢s hecha, es m¨¢s ella? "Para que luego venga, con perd¨®n, un papafrita y te diga: 'Hay que ver, con lo bien que t¨² bailabas la seguiriya?'. Pero venga ya, si esto es otra cosa; si esto es mejor todav¨ªa, el hecho de que una compa?¨ªa de flamenco trabaje como las grandes formaciones de ballet. Que yo, gracias a la Pineda, he tenido la suerte de trabajar con Llu¨ªs Pasqual, de hacer la coreograf¨ªa con m¨²sica de Manolo Sanl¨²car; que eso les pasa s¨®lo a tres personas en la vida?".
La Baras dice que ella atiende todas las cr¨ªticas, porque tambi¨¦n se equivoca; pero que cuando no le aportan nada, no le interesan. Que antes, cuando era chica, lloraba y todo, le hac¨ªan da?o; pero ahora, ya no. "Mi trabajo puede gustar o no, pero, que me perdonen, la honradez se ve; se ve que es un trabajo hecho con horas, tiempo, a?os; una cosa seria?".
Conclusi¨®n fin de fiesta: "Pero en este pa¨ªs, con tantas cosas buenas, ?por qu¨¦ no nos defendemos en vez de hundirnos? Deber¨ªamos ser listos y decir: oye, que la uni¨®n hace la fuerza, y aunque a ti te guste amarillo y a m¨ª me guste verde, pues vayamos juntos?".
LA CASA DE MADRID
Sara vive en el barrio de Chueca. "De todos los sitios en Madrid, donde mejor me encuentro, porque tiene las tres cosas que necesito: de ma?ana parece un pueblo; de d¨ªa, todo el mundo va a su bola, nadie me molesta, y de noche, no me da miedo, siempre hay gente. Es que soy miedosa?". Residi¨® en la zona de Mayor y hasta en la del Conde de Orgaz, donde se mand¨® arreglar un chal¨¦ a medida, con estudio: "Me preguntaban en las entrevistas: '?Usted con qui¨¦n vive?'. Y yo: 'Con seis alba?iles'. As¨ª fue. Y cuando terminaron, me entr¨® el siroco y la vend¨ª". Los que siempre la aconsejan, le gritaban entonces: ?que no, que no, no seas loca! "Claro, ellos estaban encantaos: el estudio y mi casa juntos, mejor. Pero yo no desconectaba ni un segundo, y no me hallaba, aunque siempre hab¨ªa querido casita con jard¨ªn y flores, muy alegre; pero cuando quer¨ªa ir a tomar algo, hab¨ªa que coger el coche, que yo no conduzco". Y ah¨ª se qued¨® su mansi¨®n so?ada de perro, ni?os y marido. "Lo de Chueca es m¨¢s chico, y aunque ahora vivo con Pep¨ªn, estamos en la gloria?".
Pero su casa sigue siendo sitio de reuni¨®n. Una vez a la semana graban el espect¨¢culo. Lo revisa detenidamente. Corrige. "Esto ayuda mucho, somos muy perfeccionistas; aunque despu¨¦s hay un momento en el que hay que dejarse llevar, como pasa en todo en la vida? Tienes que dejar de controlar que el cuerpo est¨¦ bien puesto y t¨² est¨¦s en el sitio justo? y bailar. Pero en todo siempre hay fallos; cuando no es una cosa, es otra, siempre ves algo. Ellos dicen que yo observo hasta por detr¨¢s. Me comentan: 'Pues no lo has podido ver, estabas delante'. Y yo: 'Pues lo he sent¨ªo". Y aunque Pep¨ªn y los dem¨¢s aseguran que Sara es "dulce", ella cita cosas que la cabrean: "Los que no tienen ganas de llegar al m¨¢ximo; esos a los que les da todo igual, que no tienen respeto al escenario". Y que fallen las m¨¢quinas, el sonido, la luz?, eso le pone hist¨¦rica. O la dejadez. "Si una ni?a se equivoca, no pasa nada, yo tambi¨¦n me equivoco; pero es raro que yo me despeine. Soy muy tranquila, pero s¨ª, de repente, un grito pego". Su compa?¨ªa es su gran familia.
LOS SUE?OS
"Mi madre me aconseja: 'Sarita, 33 a?os, tienes que empezar ya a quitarte, que despu¨¦s cuesta?'. Bueno, con pareja, a?os y trabajo suficiente, me faltan los ni?os, que s¨ª quiero. Pero no puede ser. Esta temporada est¨¢ completa con Sue?os y con la Pineda; pero, con suerte, la que viene presentaremos obra nueva, ya tenemos cosas en mente, y pasaremos un par de a?os de ajetreo, y despu¨¦s? parar y tener hijos. Un sue?o. Creo que Pep¨ªn tiene peor suerte que yo porque si su chica fuera normal, alguien que no dependa del cuerpo, ya tendr¨ªa m¨ªnimo dos; le encantan, es locura. Pero a m¨ª lo que me cuesta trabajo es detenerme, llevo sin parar toda mi vida; que empec¨¦ fuerte, que no he estado nunca m¨¢s de diez d¨ªas sin bailar. Y en la compa?¨ªa somos unas treinta personas. Y si un d¨ªa te encuentras mal, ?uhhh!, esa responsabilidad es lo que m¨¢s nerviosa me pone, que se quedan sin trabajo? Yo no soy nadie, ni rica; yo monto un espect¨¢culo y el p¨²blico no viene, y a ver qu¨¦ hago. Miedos y sue?os, eso son. Ideal ser¨ªa que la compa?¨ªa cogiera vuelo, que no siempre tuviera que bailar yo, que giraran los espect¨¢culos sin m¨ª. Aunque, estando presente, ya soy pesada, sin estar ser¨ªa un horror, tremendo; no podr¨ªa corregir, ser¨ªa una eterna conexi¨®n Chueca-Tokio, por ejemplo. ?Huy, qu¨¦ l¨ªo!".
El Ballet Flamenco Sara Baras mantiene en gira los espect¨¢culos 'Mariana Pineda' y 'Sue?os'. Informaci¨®n: www.sarabaras.com.
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