Fondos para I+D

De la reciente cumbre europea, convocada para renovar el impulso a la modernizaci¨®n de Europa, se deducen dos conclusiones claras. Que la consecuci¨®n de los objetivos definidos hace cinco a?os en Lisboa -estrechar las diferencias en renta por habitante frente a EE UU y liderar la econom¨ªa del conocimiento en 2010- est¨¢n m¨¢s distantes que entonces. En segundo lugar, que las concesiones a Francia y Alemania en la flexibilizaci¨®n del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) no han supuesto un compromiso expl¨ªcito de estos pa¨ªses para mejorar las dotaciones financieras a partir de 2007.

Ambos aspectos son de especial relevancia para Espa?a. El primero, porque de los indicadores m¨¢s recientes sigue deduci¨¦ndose que la nuestra es de las econom¨ªas m¨¢s atrasadas en la satisfacci¨®n de todos los cap¨ªtulos de la Agenda de Lisboa. La brecha digital con el promedio europeo (no digamos con las m¨¢s avanzadas econom¨ªas n¨®rdicas) se acent¨²a; la utilizaci¨®n de tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y de la comunicaci¨®n (TIC), de efectos suficientemente demostrados sobre la productividad, es en Espa?a de las m¨¢s bajas de la OCDE. Tambi¨¦n lo es la eficacia de nuestro sistema educativo.

Ahora, cuando las cuentas exteriores exhiben las limitaciones competitivas de un patr¨®n de especializaci¨®n impropio de una econom¨ªa avanzada, caemos en la cuenta del tiempo perdido (y de los recursos no asignados) en los ¨²ltimos a?os: la inversi¨®n en I+D, as¨ª como la dotaci¨®n de capital humano y tecnol¨®gico de Espa?a es de las menores de la UE, lo que determina la reducida tasa de crecimiento de la productividad, la m¨¢s baja de la OCDE, despu¨¦s de M¨¦xico. Y sin crecimiento de la productividad no hay econom¨ªa que garantice prosperidad a medio plazo.

De ah¨ª el inter¨¦s del presidente del Gobierno en conseguir fondos europeos espec¨ªficos para el desarrollo tecnol¨®gico, una vez que gran parte de las transferencias comunitarias tradicionales (8.000 millones de euros al a?o) van ir a los nuevos socios a partir de 2007. Es una iniciativa razonable, pero el principal aval de la misma deben proporcionarlo las pol¨ªticas que adopte el propio Gobierno, acompa?adas del correspondiente esfuerzo inversor. No es de recibo que el principal receptor de fondos comunitarios haya sido al mismo tiempo el m¨¢s cicatero en el fortalecimiento de la inversi¨®n en conocimiento. A tiempo estamos de corregir un error estrat¨¦gico de tal envergadura.