26 a?os de vida antes del coma
Terri se cas¨® con su primer novio, lleg¨® a pesar 110 kilos y entr¨® en estado vegetativo durante un r¨¦gimen de adelgazamiento
La vida de Theresa Terri Marie Schindler se ilumin¨® al conocer a Michael Schiavo, a comienzos de 1983, cuando ambos estudiaban en el Bucks Community College (Filadelfia). Fue amor a primera vista. Para Terri supuso adem¨¢s la recuperaci¨®n de su autoestima, la confirmaci¨®n de que ella, que nunca hab¨ªa tenido novio y hab¨ªa estado acomplejada por su gordura, era una chica atractiva. Le conoci¨® justo despu¨¦s de perder 45 kilos de los 110 que lleg¨® a pesar, pero su tendencia a reponerlos r¨¢pidamente la llev¨® a obsesionarse con adelgazar y, finalmente, fue el detonante de su muerte.
Terri naci¨® en Filadelfia el 3 de diciembre de 1963 en una familia de clase media acomodada. Se educ¨® en colegios cat¨®licos y estuvo a punto de hacerse veterinaria porque le apasionaban los animales, tanto que cuando a su perro, Bucky, le dio un ataque, ella intent¨® resucitarle con un boca a boca. Su amiga del alma, Diane Meyer, dice que aquella an¨¦cdota define el amor que Terri sent¨ªa por la vida.
Hay versiones distintas sobre el motivo de la pelea entre el marido y los padres
Los a?os de adolescencia los pas¨® un tanto recluida. Era t¨ªmida y en vez de ir a fiestas prefer¨ªa salir con Diane. Se pasaban los fines de semana escuchando m¨²sica, so?ando con Richard Gere y yendo a ver trajes de novia. "Terri s¨®lo aspiraba a ser una mujer normal, casarse y formar una familia", seg¨²n Diane. Cuando encontr¨® a su pr¨ªncipe azul llam¨® a Diane y le dijo: "Se llama Michael, es guap¨ªsimo y me voy a casar con ¨¦l".
La boda se celebr¨® en noviembre de 1984 en la iglesia cat¨®lica Our Lady of Good Counsel, en Southampton, aunque Michael era luterano. Los dos ten¨ªan 21 a?os, muchos proyectos y muy poco dinero, as¨ª que se fueron a vivir a casa de los padres de Terri. Las relaciones de Michael con sus suegros y sus dos cu?ados, Bobby y Suzanne, eran excelentes. Cuando Robert Schindler vendi¨® su empresa de equipos industriales en Pensilvania para trasladarse a Florida, la joven pareja le sigui¨® los pasos. Otra vez los padres les tuvieron que ayudar pag¨¢ndoles el alquiler, hasta que encontraron trabajo, ¨¦l como encargado de un restaurante en la playa de St. Petersburg y ella como administrativa en una aseguradora.
En 1989, la suerte econ¨®mica se invirti¨®, y mientras el joven matrimonio empez¨® a salir adelante, los padres de Terri se tuvieron que declarar en bancarrota, despu¨¦s de perder todos sus ahorros en una fallida aventura empresarial. Para entonces Terri le confes¨® a Jackie Rhodes, su compa?era y amiga en la aseguradora Prudential, que Michael la controlaba hasta los kil¨®metros que hac¨ªa con el coche y que le hab¨ªa amenazado con abandonarla si engordaba. "Quer¨ªa divorciarse de ¨¦l, pero no se atrev¨ªa", ha declarado esta semana Rhodes en una entrevista con la cadena televisiva CNN. Rhodes repiti¨® ese mismo testimonio en 1999 ante el juez que orden¨® la desconexi¨®n de las sondas, George Greer, que lo desestim¨® al igual que excluy¨® el de Diane Meyer sobre un comentario que le hizo Terri en 1977 acerca de un caso que acaparaba entonces las noticias, de una joven que desconectaron de un respirador artificial: "Mientras haya vida hay esperanza", le dijo.
Terri logr¨® adelgazar otros 16 kilos y estaba tratando de quedarse embarazada pero no lo consegu¨ªa. Los Schiavo hab¨ªan querido desde el principio tener hijos y decidieron acudir a una cl¨ªnica de fertilidad. Mientras segu¨ªa el tratamiento apenas com¨ªa y beb¨ªa de 10 a 15 vasos de t¨¦ al d¨ªa. La noche del 25 de febrero de 1990, Michael se despert¨® al o¨ªr un ruido en el pasillo y se encontr¨® a Terri desmayada. En los siete minutos que tard¨® en llegar la ambulancia, Terri sufri¨® da?os cerebrales por falta de ox¨ªgeno. Los m¨¦dicos dijeron que el paro cardiaco hab¨ªa sido causado por una bajada de potasio.
La vida cambiar¨ªa para todos y para siempre. En un principio yerno y suegros estaban muy unidos, incluso compartieron casa para poder cuidar mejor de Terri, y Michael empez¨® a estudiar enfermer¨ªa. Apenas un a?o despu¨¦s, Michael demand¨® a la cl¨ªnica de fertilidad y al m¨¦dico que supervisaba la dieta de Terri. En enero de 1993 logr¨® una indemnizaci¨®n -que no cobr¨® inmediatamente- de 750.000 d¨®lares (580.000 euros) por perjuicios econ¨®micos ocasionados por el cuidado m¨¦dico de Terri y 300.000 d¨®lares (232.000 euros) para ¨¦l, por la p¨¦rdida de su esposa. Un mes despu¨¦s, el 14 de febrero, ser¨ªa la ¨²ltima vez que yerno y suegros hablaran.
Hay dos versiones sobre el motivo de la pelea. Michael afirma que su suegro le pidi¨® que compartiera parte de los 300.000 d¨®lares, y los Schindler aseguran que la discusi¨®n fue porque ellos quer¨ªan que todo el dinero se destinara a rehabilitaci¨®n y su yerno s¨®lo quer¨ªa pagar una terapia m¨ªnima. Pronto comenzaron los primeros disparos de la guerra judicial. Los padres pidieron -al mismo juez que acab¨® ordenando la retirada de las sondas- que le quitara la custodia, aduciendo motivos econ¨®micos y conflicto de intereses porque Michael ya viv¨ªa con otra mujer. Pero el juez lo deneg¨®.
Michael dio orden al centro m¨¦dico de Terri de que no intentasen reanimarla, pero tuvo que dar marcha atr¨¢s porque la direcci¨®n del centro le demand¨®. Posteriormente pidi¨® que no le administraran antibi¨®ticos. Y a comienzos de 1998 solicit¨® al juez Greer autorizaci¨®n para retirarle las sondas de alimento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.