Buenas intenciones
En sus breves monograf¨ªas escritas con af¨¢n pedag¨®gico (Pap¨¢, ?qu¨¦ es el racismo?, El islam explicado a nuestros hijos, Elogio de la amistad), Tahar Ben Jelloun (Fez, 1944) se aplica con notoria predilecci¨®n a puntualizar nobles causas. En sus novelas procede de un modo semejante. O se alza en portavoz de las vejaciones y atroces contradicciones de Marruecos (El ni?o de arena, La noche sagrada) o denuncia la brutalidad pol¨ªtica (Sufr¨ªan por la luz). En todo caso, los libros de Ben Jelloun se sit¨²an en una opci¨®n comunicativa que delega su eficacia en el compromiso moral, en detrimento de su valor literario. Sus libros, de este modo, son susceptibles de ser le¨ªdos como testimonios de ¨¦poca. El autor marroqu¨ª es muy insistente en el rescate de una forma de vida, revestida de a?ejo exotismo, vagamente sentimental y l¨ªrica, con la que ha obtenido en Francia (fue premio Goncourt en 1987) y en Europa una ben¨¦vola acogida, sorprendente para quien firma esta rese?a, ya que el espesor literario de sus novelas -otra cosa es la incumbencia de su militancia contra la injusticia- apenas soporta una lectura rigurosa.
EL ?LTIMO AMIGO
Tahar Ben Jelloun
Traducci¨®n de Malika
Embarek L¨®pez
El Aleph. Barcelona, 2005
142 p¨¢ginas. 15 euros
En el caso que nos ocupa,
]]>El ¨²ltimo amigo, la materia literaria es tan exigua que cuesta creer que sea una novela. No obstante, hay algo anterior y exterior a su lectura que, como es frecuente en Ben Jelloun, se reconoce en la elecci¨®n de un tema previamente emotivo, enaltecido, elevado y com¨²n. La amistad, en efecto, es un asunto de consenso general, que no deja indiferente a nadie. Se podr¨ªa decir, incluso, que asegura una buena cantidad de lectores, si el autor es un escritor consagrado. Sean deliberadas, o no, estas maniobras, lo que importa se?alar es que la amistad, como materia de dilucidaci¨®n literaria, no tiene aqu¨ª ninguna relevancia, con excepci¨®n de la ambigua decisi¨®n final de Mamed, al negarse a hacer part¨ªcipe a su amigo Al¨ª de su enfermedad mortal, que hubiera bastado para un cuento tal vez interesante, pero que en la extensi¨®n de novela no logra remontar su equ¨ªvoca condici¨®n de an¨¦cdota moral.
Y es que El ¨²ltimo amigo es una mera sucesi¨®n biogr¨¢fica de dos personajes, difuminada y previsible, que se sostiene con una blanda ret¨®rica atestada de imprecisas reflexiones pol¨ªticas ("nuestro ¨²nico delito hab¨ªa sido concebir algunas ideas para salvar el pa¨ªs de la pobreza y la asfixia") y dudosos veredictos sobre la mujer y el matrimonio ("ella me procur¨® un a?o de paz y felicidad. Nunca me llevaba la contraria"). De Suecia, donde Mamed trabaja en la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, se dice que es "una sociedad donde cada cosa est¨¢ en su sitio" y la enfermedad se define como "ese sentimiento de soledad". No s¨®lo no se esfuerza Ben Jelloun en evitar las formulaciones obvias, sino que se complace en ellas. Y de esa c¨®moda adaptaci¨®n al t¨®pico resulta, por tanto, una narraci¨®n de vuelo muy rasante, y tan sencilla -por no decir simple- que se dir¨ªa dirigida a un lector todav¨ªa lejos de la edad adulta.
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