Muebles del siglo XX entre muros monacales

Es, de largo, uno de los paradores m¨¢s bonitos de Espa?a. El que ha recibido una intervenci¨®n arquitect¨®nica sin precedentes en la red nacional, y sobre el que se ha practicado un ejercicio de interiorismo valiente, equilibrado y elegante. Falta hac¨ªa en un rinc¨®n tan olvidado de la Galicia enxebre como Nogueira de Ramu¨ªn, donde confluyen los r¨ªos Mi?o y Sil, entre ca?ones vertiginosos, montes tapizados de casta?os y signos pervivientes de la mitolog¨ªa popular. Su viso monumental informa del origen rom¨¢nico y g¨®tico del monasterio de Santo Estevo de Rivas do Sil, documentado en el siglo VI y refundado en estilo barroco durante el siglo XVIII, perceptible a trav¨¦s de sus fachadas y sus tres claustros cenobiales: de la Porter¨ªa, de la Cocina y de los Obispos. A¨²n m¨¢s impactante ha sido la intervenci¨®n arquitect¨®nica del orensano Alfredo Freixedo, art¨ªfice del restauro minimalista.

Pese a la subversi¨®n del historicismo atrabiliario en la cadena p¨²blica, tanto Freixedo como la interiorista Alejandra Fern¨¢ndez han mostrado un respeto escrupuloso por la historia de Santo Estevo. Por cada arco, por cada piedra, por cada lienzo de pared. Las estancias actuales est¨¢n adosadas a los sillares, y las b¨®vedas sin tocarlas, como una segunda piel que lo envuelve todo por dentro en madera, estuco o cristal. Utilizada como elemento primordial en la decoraci¨®n, la iluminaci¨®n hace m¨¢s habitables y visuales los espacios, entumecidos por el musgo residente y el paso del tiempo sobre las g¨¢rgolas. Atm¨®sferas de contemplaci¨®n y ociosidad m¨ªstica. Un silencio rigurosamente can¨®nico.

Las antiguas cocinas, habilitadas como sal¨®n de estar, invitan a la lectura. Tambi¨¦n las galer¨ªas del claustro, preservadas de la intemperie mediante un apantallamiento de ¨²ltima generaci¨®n en vidrio estructural, con una fuerza visual inusitada en este tipo de monumentos. T¨¤pies, Guinovart, Santiago Serrano, ?gueda de la Pisa comparten el aire con muebles de Mies van der Rohe, Harry Bertoia, Fabien Baron y Warren Platner, cuya mesa de 1966 levita en el orden benedictino de un sal¨®n. Y, a¨²n m¨¢s, el Quarto Quitapesares, abierto a una peque?a terraza mirador sobre los ca?ones del Sil. De efectismo desnudo, el comedor Dos Abades reside en los subterr¨¢neos bajo una c¨²pula de 14 metros de altura con vistas a un bosque de casta?os. Muy diferente en estilo y estructura, junto al claustro principal, el sal¨®n Dos Cabaleiros da servicio al desayuno, muy esmerado para lo que se acostumbra en la red de Paradores.

Con las mismas, los dormitorios satisfacen ampliamente a los forofos del rejuvenecimiento de los edificios hist¨®ricos. Revocados de cemento pulido, sin m¨¢s adornos que los cabeceros lineales y unos sillones escaqueados,no ofrecen otro pero que el de la ducha, dispuesta en un lateral de la ba?era de modo que hay que poner cuerpo de alcayata para acertar bajo el agua. Con camastros bajo palio, Rei Vermudo y Rei Sancho, en la segunda planta, resumen el boato nobiliario de los gobernantes de anta?o. Menos empalagoso, Conde Raimundo obsequia a su ocupante una terraza exterior de doble acceso con vistas al pueblo y al enca?onamiento del r¨ªo Sil.