Entre la sierra y el r¨ªo
El autor destaca los principales atractivos de And¨²jar, paso obligado entre la Meseta y Andaluc¨ªa
Su ubicaci¨®n junto al r¨ªo y el ser paso obligado entre la Meseta y Andaluc¨ªa Occidental han determinado la historia y el car¨¢cter de And¨²jar (Ja¨¦n). Ya Pi Margall en 1885 habla de "...una frondosa llanura que ba?an las claras aguas del Guadalquivir..." y cita el otro elemento morfol¨®gico fundamental para comprender la ciudad, cuando dice que est¨¢ "al pie mismo de Sierra Morena". Esta sierra, o m¨¢s concretamente el Parque Natural Sierra de And¨²jar, lo forman 60.800 hect¨¢reas del noroeste de la provincia que dibujan un suave perfil entre la meseta y la campi?a. Este oasis de paz en el coraz¨®n de la Sierra Morena jiennense constituye uno de los mejores ejemplos de ecosistema mediterr¨¢neo de la pen¨ªnsula, solaz y alegr¨ªa de sus pobladores y, sobre todo, lugar eternamente presente en el coraz¨®n de los iliturgitanos por morar all¨ª la Virgen de la Cabeza, patrona de And¨²jar. En su honor se celebra cada ¨²ltimo domingo de abril, en plena eclosi¨®n primaveral de la naturaleza, una grandiosa romer¨ªa, considerada la m¨¢s antigua de Espa?a, que congrega en el cerro del Cabezo a m¨¢s de medio mill¨®n de personas. Durante todo el fin de semana se canta, se baila y se bebe en una fiesta colorista y alegre. La tradici¨®n manda tambi¨¦n que se compren estadales, ca?ad¨² y unos silbatos de barro de caballitos muy populares que fueron utilizados para abuchear a las tropas francesas en 1808 tras la derrota de Bail¨¦n.
Para comprobar la intensidad con la que vive And¨²jar su Romer¨ªa, no hay m¨¢s que visitarla durante el presente mes, y observar c¨®mo el ambiente romero puebla sus calles: escaparates desbordados de coloristas vestidos de gitana, de guarnicioner¨ªa; carteles que nos anuncian la fiesta, su preg¨®n. La Sierra, la bendita Sierra, es lugar de esparcimiento y descanso no s¨®lo en los calurosos veranos, cuando las casas de campo, llamadas aqu¨ª vi?as, se llenan de andujare?os, sino que durante todo el a?o es fuente de vida. Como suele ocurrir con los pueblos pr¨®ximos a un espacio natural, la sabidur¨ªa tradicional y su amor por la sierra les hace mantener un perfecto equilibrio entre la explotaci¨®n de sus recursos y su buena conservaci¨®n. La caza mayor, la pesca, la cr¨ªa del toro bravo, el turismo de la naturaleza, son actividades con notable presencia en la ciudad.
El R¨ªo y la Sierra, la Sierra y el R¨ªo. Los dos han creado a And¨²jar, la hacen crecer y vivir y hasta parece que la feracidad de ambos se hubiera traspasado al car¨¢cter de sus gentes: generosas, extravertidas y alegres, que viven la calle y en la calle, con un gozo natural de comuni¨®n necesaria con la tierra. Alegr¨ªa andaluza que descubrimos a cada paso que recorremos: tonos amarillos y ocres en los huecos de las fachadas sobre el imperio del blanco, ventanas generosas en las plantas bajas, art¨ªstica rejer¨ªa, geranios, pilistras y bullicio por cualquier sitio. Esto ¨²ltimo no parece que sea algo reciente, ya en 1862, el escritor dan¨¦s Andersen, a su paso por And¨²jar, describi¨® la ciudad y destaca "sus tiendas y multitud de gentes por las calles".
And¨²jar es muy llana, apenas una suave pendiente la hace mirar hacia el magn¨ªfico Puente Romano de catorce ojos y a¨²n conserva unos bellos empedrados en el casco antiguo. Sorprende el nombre de algunas calles, plenos de eufon¨ªa y sonoridad, Postigos, Pablillos, Naranjos, Ballesteros. Muchos alusivos a gremios de artesanos o actividades con gran importancia en otro tiempo, Oller¨ªas, los Hornos, Tiradores, Caldereros. No hay que olvidar la importancia hist¨®rica de la ciudad y su notable actividad artesanal: Forja, Mimbre, Talabarter¨ªa, Piel, Taxidermia, Anea y sobre todo Alfarer¨ªa y Cer¨¢mica, que es la que perdura con m¨¢s importancia. Es tambi¨¦n el solar arcilloso del Guadalquivir el que propici¨® su desarrollo, ya desde la terra sigillata romana. Algunas piezas alcanzaron gran fama como la jarra grutesca y las alcarrazas de barro.
Del patrimonio arquitect¨®nico se mantienen las siete parroquias y algunos palacios y conventos de notable factura, la mayor¨ªa de los cuales se conserva en buen estado por tener diversos usos p¨²blicos. Incluso algunas iglesias y conventos est¨¢n dedicados a variadas actividades culturales, como el Convento de Capuchinas que alberga el Museo Gonz¨¢lez Orea o la Iglesia de Santiago, del siglo XIV, recientemente rehabilitada, y que durante la visita de este viajero acog¨ªa el ensayo del grupo de teatro Dionisos. No podemos dejar de ver la magn¨ªfica Casa de Comedias, actual Ayuntamiento, la Iglesia de San Miguel, la preciosa Torre Mud¨¦jar, o la Iglesia de Santa Mar¨ªa, que alberga bajo sus magn¨ªficas b¨®vedas de crucer¨ªa los mejores tesoros art¨ªsticos de And¨²jar: un cuadro de El Greco, una Inmaculada de Giuseppe Cesari, una importante rejer¨ªa del siglo XVI y un manuscrito de San Juan de la Cruz. De los palacios sobresale el de Los Ni?os de Don Gome, junto a la muralla ¨¢rabe, donde se ubica un Museo de Arqueolog¨ªa y cuya torre, con dos robustos atlantes de llamativos plumeros, es un s¨ªmbolo de la ciudad.
- Para visitar. Antes de iniciar la visita conviene pasar por la Oficina de Informaci¨®n Tur¨ªstica en la Torre del Reloj, donde proporcionan una documentaci¨®n muy completa. Adem¨¢s del casco urbano y los museos referidos, del Santuario y preciosos parajes de la Sierra como el Lugar Nuevo, debemos visitar el Museo de Coches Antiguos de los Hermanos del Val.
- Para tapear. Dentro del casco urbano Las Perolas, en la calle Serpiente, carne de monte y codornices; en El Choto, calle Pastor Juan Rivas, destaca su choto al ajillo; en El Madrid-Sevilla de la Plaza del Sol, flamenquines, alboron¨ªa y escalopines de ciervo. En la carretera de acceso al Parque, Los Pinos (K. 14,2), conejo, chorizo y morcilla de carne de monte y pat¨¦ de perdiz; El Toledillo (K. 6), paella, avestruz o El Tropez¨®n ( K. 1,9) con carnes a la brasa y pescados al horno.
- Para pasear. Adem¨¢s de todo el casco antiguo, conviene dejarse llevar por todo el centro urbano, la Plaza de Espa?a, la Plaza de la Constituci¨®n, las calles Oller¨ªas y San Francisco, que son las m¨¢s comerciales de la ciudad y asomarse hasta el r¨ªo por el Parque de las Vistillas bajando por la Plaza Vieja y la Corredera de San Bartolom¨¦.
Rogelio Chicharro es profesor y escritor.
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