Peligro inminente
Los dos primeros toros de Puerto de San Lorenzo salieron al ruedo con el peligro en el semblante. Bien presentados, eso s¨ª, y astifinos, pero abantos, distra¨ªdos, mansos hasta decir basta, broncos y dificultosos, llevaron el ?ay! a los tendidos en cada embestida, convertida con ga?af¨®n que buscaba un trozo de muslo torero que llevarse a la boca.
Durante la primera media hora se presagi¨® la cogida que, afortunadamente, s¨®lo qued¨® en una voltereta sin graves consecuencias de Sebasti¨¢n Castella cuando iniciaba la faena con la muleta en la zurda. El suyo, segundo de la tarde, fue un toro literalmente imposible para el toreo, una alima?a que no atendi¨® a los capotes, sali¨® suelto de los caballos y esper¨® a los banderilleros con intenci¨®n de hacerles una mala faena. Despu¨¦s del susto rese?ado, el toro desarm¨® al torero, tir¨® derrotes a diestro y siniestro, y si no est¨¢ listo el de luces, hoy estar¨ªa convaleciente en una cama de hospital.
Puerto de San Lorenzo/Barrera, Castella, Cort¨¦s
Toros de Puerto de San Lorenzo, bien presentados y astifinos; mansos y peligrosos los dos primeros, noble el tercero, e inv¨¢lidos, sosos y descastados los tres restantes. Antonio Barrera: estocada trasera (ovaci¨®n); dos pinchazos y estocada (silencio). Sebasti¨¢n Castella: cuatro pinchazos y casi entera baja (silencio); casi entera (silencio). Ant¨®n Cort¨¦s: dos pinchazos -aviso- y estocada (ovaci¨®n); tres pinchazos y un descabello (palmas). Plaza de la Maestranza. 2 de abril. Segunda corrida de feria. M¨¢s de media entrada.
No tuvo mejor suerte Barrera en el que abri¨® plaza. Manso de libro y con ideas malignas en la cabeza, se lo puso muy dif¨ªcil al torero sevillano, quien, no obstante, lo recibi¨® en el tercio final con un pase cambiado por la espalda, dando muestras de un valor encomiable. Porfi¨® con gallard¨ªa, con valor y con raza y consigui¨® algunos muletazos realmente estimables. Pero el animal era un cobarde, se raj¨®, se refugi¨® en tablas y todav¨ªa, all¨ª, Barrera le arranc¨® dos circulares bien trazados.
El peligro inminente, el olor a hule, acab¨® ah¨ª, por fortuna. A continuaci¨®n, lleg¨® el turno de los toros inv¨¢lidos y descastados que, al menos, permitieron el aburrimiento sin grandes sobresaltos.
Y all¨ª estuvieron Barrera y Castella dando lo mejor y lo peor de s¨ª mismos, voluntariosos siempre, pasar sacar un pase limpio de toros sin alma de bravos que nunca se emplearon en la pelea.
Barrera se puso muy pesado, dio muchos pases y no dijo nada. Pero se empe?¨® en aburrir de verdad y a¨²n tuvo tiempo de dar manoletinas tras una labor anodina como si se viera obligado a poner colof¨®n a una tarde de ¨¦xito.
Tampoco le acompa?¨® el sentido de la medida a Castella en su segundo, tambi¨¦n descastado y ayuno de casta como los dem¨¢s. Con una voluntad que nunca le abandon¨®, dio pases y m¨¢s pases hasta que el p¨²blico le pidi¨® la hora.
Los mejores momentos los protagoniz¨® Ant¨®n Cort¨¦s, a quien le correspondi¨® el toro m¨¢s noble, el tercero, con el que consigui¨® momentos de bella factura. Tiene sabor y sentimiento este torero, pero se dirige al toro a voces, lo que est¨¢ muy feo, y arquea mucho la figura, lo que tampoco es muy est¨¦tico; pero tore¨® con gusto y profundidad por ver¨®nicas de salida, por derechazos largos, despu¨¦s, y un natural enjundioso dio paso a otros tres de gran belleza antes de precipitarse a la hora de matar y echarlo todo por la borda. El ¨²ltimo era un inv¨¢lido que el presidente se neg¨® a devolver para no prolongar el aburrimiento general, y all¨ª estuvo Cort¨¦s en una pelea despegada cuando el animal consegu¨ªa mantenerse en pie. Lo intent¨® por ambas manos, le rob¨® algunos muletazos, y el toro le quit¨® la muleta mientras el p¨²blico hu¨ªa de la quema y desorientaba al toro que no encontraba el momento de cuadrarse para la hora final. Mat¨® mal otra vez y se apagaron las ilusiones de una tarde joven, con aspiraciones, valiente y con perfiles toreros a la que s¨®lo falt¨® sentido de la medida para no aburrir. Pero es comprensible el inter¨¦s por agradar...
Babelia
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