Los bares suben los precios ante la avalancha de peregrinos
Los due?os de bares y restaurantes romanos, como los de otros gremios, aprovechan estos d¨ªas la avalancha de peregrinos que contin¨²an haciendo gigantescas y pacientes colas (que avanzan 10 metros por hora) para despedir a Juan Pablo II, y las visitas de los turistas de siempre que llenan las calles y plazas de Roma, para retocar los precios a mayor gloria de sus bolsillos. Llegan a cobrar por un caf¨¦ el doble o el triple de lo habitual.
Por eso, el alcalde de la ciudad, Walter Veltroni, puso ayer en marcha a la Guardia de Finanzas para intentar controlar unos abusos que, seg¨²n dijo, son minoritarios, pues se han dado en un 10% de casos.
Convirtiendo estos d¨ªas en temporada alta espiritual y material, a la tradicional tomadura de pelo de los taxistas romanos se unen, gozosos, los restauradores, vendedores ambulantes y busconcillos de todo pelo, que ofrecen al santo padre en todas las salsas: "El plato, ocho euros; la foto en relieve, cuatro. Si se lleva los dos se lo dejo en 10".
?Puede el Papa difunto disparar la inflaci¨®n? "No, fig¨²rese", dice el alcalde. "Incluso hemos llegado a un acuerdo con todos los comerciantes para que ofrezcan a 50 c¨¦ntimos el caf¨¦ y el agua". Se trataba de saber c¨®mo pod¨ªan cobrar un caf¨¦ a precio del Florian, de Venecia, cuando aqu¨ª no tocan el viol¨ªn. "Por fortuna", responde Veltroni, "es un fen¨®meno muy limitado".
No obstante, siempre hay zonas de precios m¨¢s convenientes. Para devotos con sentido del ahorro es m¨¢s aconsejable la plaza de Campo de Fiori (plato del Papa a seis euros) que la Fontana de Trevi (a ocho). Las m¨¢s grandes banderas vaticanas pueden comprarse en Piazza Navona, reci¨¦n horneadas, a diez euros. Por 2,40 euros hay, cerca del pante¨®n, unos puzzles bastante vistosos de Juan Pablo II.
Mientras los due?os de los bares, como cuenta uno de ellos, justifican sus abusos porque "entran al ba?o todos", el jefe de Protecci¨®n Civil y comisario gubernativo para la gesti¨®n del evento, Guido Bertolaso, hizo ayer un llamamiento a ciudadanos y comerciantes para que abran generosamente a los visitantes las puertas de sus mingitorios.
Junto a la Roma peregrina convive la Roma tur¨ªstica, la de los n¨®rdicos y los japoneses, la de las excursiones de colegiales de toda Europa. La Roma de las terrazas a rebosar, de los inmigrantes vendiendo bolsos de Fendi o de Prada, que ser¨ªan perseguibles de oficio, y los centuriones y gladiadores que se ci?en a buen precio a la cintura para la foto delante del Coliseo. Ambas contribuyen estos d¨ªas a la combinaci¨®n de lo sacro y lo profano tan consustancial a la Ciudad Eterna.
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