Cultura y humor negro

Basada, como en el caso de las mejores pel¨ªculas del buen cineasta que es el chileno Silvio Caiozzi, en un relato de su compatriota Jos¨¦ Donoso, Cachimba es una peripecia recorrida por un negr¨ªsimo, vitri¨®lico sentido del humor, con homenajes expl¨ªcitos al cine de Luis Bu?uel y una sana, irreverente voluntad de arremeter contra el provincianismo cultural mezclado con el negocio especulativo.

Su personaje central es un buen tipo, un poco demasiado formal y metido en asociaciones culturales que huelen a naftalina, que un buen d¨ªa, mientras pasea con su inveros¨ªmil novia por una poblaci¨®n mar¨ªtima de Chile, descubre un destartalado museo dedicado a un pintor desconocido que, si acaso, tuvo una breve temporada de ¨¦xito all¨¢ en el Par¨ªs de entreguerras. Y lo que ¨¦l cree el descubrimiento trascendental de la historia de la pintura chilena, para otros se convertir¨¢ en un negocio de desaforados, imprevisibles dividendos.

Con estos ingredientes, Caiozzi construye un artefacto cr¨ªtico que, lo que resulta un poco extra?o en una filmograf¨ªa ejemplarmente volcada al drama (recu¨¦rdese su impresionante Coronaci¨®n, la ¨²ltima de sus pel¨ªculas estrenada aqu¨ª), est¨¢ presidido por un humor sencillamente corrosivo.

Un humor que ataca a todos, incluido el protagonista y su novia (una chica cargada de prejuicios, celos e inconvenientes), pero que termina construyendo alrededor de esa pareja y del personaje m¨¢s delirante de la funci¨®n, el guardi¨¢n del museo (un Julio Jung sencillamente apote¨®sico), una adhesi¨®n y una simpat¨ªa perfectamente compartibles.