Ritos milenarios para el siglo XXI
Un libro de 400 p¨¢ginas fija todos los detalles del funeral de un papa
El espectacular y multitudinario funeral por Juan Pablo II celebrado ayer en la bas¨ªlica de San Pedro era la pieza esencial en el largo y detallado ritual de despedida de la Iglesia al Papa, que comenz¨® horas despu¨¦s de su muerte el s¨¢bado. El gui¨®n de este complejo ceremonial con el que la Iglesia rinde honores a su soberano difunto durante no menos de dos semanas, est¨¢ contenido en un libro de m¨¢s de 400 p¨¢ginas, Ordo Exequiarium Romani Pontifici, al que se atienen en todo momento los responsables de las exequias f¨²nebres del Vaticano. Nada se deja al azar, ning¨²n gesto carece de significado por antiguo y remoto que sea. Pero la pieza m¨¢s importante en estas prolijas y solemnes exequias es el funeral que se celebr¨® ayer, seguido de la inhumaci¨®n del difunto.
Una hora antes del comienzo de la misa, el cad¨¢ver de Juan Pablo II, que ha estado en exposici¨®n p¨²blica durante cuatro largos d¨ªas, fue introducido en un ata¨²d de cipr¨¦s, tras ser bendecido por el camarlengo de la Iglesia, cardenal Eduardo Mart¨ªnez Somalo, en un rito ¨ªntimo al que asisti¨® el secretario personal del pont¨ªfice, Stanislaw Dziwisz, y el maestro de las ceremonias pontificias, el arzobispo Piero Marini. En el mismo f¨¦retro, y guardado en un cilindro met¨¢lico, fue depositado un folio con el resumen biogr¨¢fico del Papa (rogito), le¨ªdo antes en voz alta por el maestro de ceremonias, y una bolsa con las monedas acu?adas a lo largo de su pontificado.
El f¨¦retro, colocado sobre una plataforma de terciopelo rojo, fue traslado hasta el sagrario a hombros de los sediari (empleados que antiguamente transportaban la silla gestatoria del Papa), vestidos con chaqu¨¦ color berenjena. Les segu¨ªan, en majestuosa procesi¨®n, obispos y arzobispos, vestidos con el color de los prelados, rosa-violeta, que ocuparon un sitio especial a la derecha del altar.
Cerraban la procesi¨®n los 163 cardenales que concelebraron la misa oficiada por el cardenal decano del colegio, el alem¨¢n Joseph Ratzinger. Vestidos todos de rojo, el color del luto papal, y tocados con mitras blancas. La misa solemne, en lat¨ªn, dur¨® m¨¢s de dos horas y media. Comenz¨® con el canto de una ant¨ªfona (R¨¦quiem aeternam dona ei Domine), seguida del salmo 64. La primera lectura, extra¨ªda del Libro del profeta Isa¨ªas, fue en espa?ol, y la segunda, un p¨¢rrafo de la Carta de San Pablo a los Filipenses, en ingl¨¦s, las dos principales lenguas del mundo cristiano. Entre ambas se recit¨® un nuevo salmo (Dominus Pascit me). La lectura del evangelio estuvo precedida por el canto Haecest voluntas Patris mei, y seguida por la homil¨ªa del cardenal Ratzinger, pronunciada en italiano. La siguieron la ant¨ªfona de la comuni¨®n, el salmo 129, la comuni¨®n, una ¨²ltima recomendaci¨®n, una s¨²plica de la Iglesia de Roma, la invocaci¨®n a los santos y una s¨²plica final de las Iglesias orientales, seg¨²n el rito bizantino.
El ¨²ltimo en sonar fue el canto del Magnificat que acompa?¨® al f¨¦retro, nuevamente transportado a hombros de los empleados vaticanos, hasta la cripta donde fue enterrado. Las c¨¢maras de televisi¨®n no tuvieron acceso a esta ¨²ltima ceremonia, en la cual el ata¨²d de cipr¨¦s fue introducido en una caja de zinc, y, finalmente, en otro de madera de nogal, atado con lazos lacrados con los sellos de la C¨¢mara Apost¨®lica, de la Prefectura de la Casa Pontificia, de la Oficina para las Celebraciones Lit¨²rgicas del Sumo Pont¨ªfice y del Cap¨ªtulo Vaticano, antes de ser enterrado en el suelo, a dos metros de profundidad.
El rito f¨²nebre contin¨²a ahora en los Novemdiales, los nueve d¨ªas de misas en memoria del pont¨ªfice, que finalizan el domingo de la pr¨®xima semana y el lunes 18 comenzar¨¢ el c¨®nclave para la elecci¨®n del sucesor.
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