Propuesta a-democr¨¢tica
La propuesta que ha hecho el presidente de la Generalitat acerca de la financiaci¨®n auton¨®mica no es que no quepa en la Constituci¨®n, sino que no cabe en ninguna Constituci¨®n de un Estado democr¨¢ticamente constituido por muy descentralizado que est¨¦. Es una propuesta a-democr¨¢tica. No antidemocr¨¢tica, sino a-democr¨¢tica, es decir completamente ajena a lo que por democracia se entiende no s¨®lo en Espa?a, sino en todos los pa¨ªses de nuestra cultura pol¨ªtica y jur¨ªdica.
La democracia en la cultura pol¨ªtica y jur¨ªdica "occidental" es una forma de organizaci¨®n pol¨ªtica que descansa en el individuo y no en las colectividades territoriales en las que ¨¦stos est¨¢n insertos. El ciudadano, cada uno de los ciudadanos individualmente considerado, es el alfa y omega de todo Estado democr¨¢tico digno de tal nombre. Si se sustituye al individuo por el territorio, por la unidad territorial en la que los individuos viven, como fundamento de una determinada propuesta de naturaleza pol¨ªtica, nos estamos saliendo del marco de la democracia, para entrar en otro distinto.
La propuesta del presidente catal¨¢n supone dar marcha atr¨¢s en el camino que se ha andado a lo largo de siglos
Ese marco distinto es el de la Uni¨®n Europea, que no est¨¢ constituida democr¨¢ticamente, aunque s¨ª est¨¦ integrada por Estados democr¨¢ticamente constituidos. Cada uno de los 25 Estados de la Uni¨®n Europea descansa en un principio de legitimaci¨®n democr¨¢tica que se expresa a trav¨¦s de la f¨®rmula de la soberan¨ªa popular-nacional. Los ciudadanos alemanes, polacos, espa?oles..., constituidos en pueblo alem¨¢n, polaco o espa?ol, son cotitulares en condiciones de igualdad de la soberan¨ªa en la que descansan todos los poderes del Estado. Los ciudadanos son el fundamento del poder del Estado en todas sus formas de manifestaci¨®n. No son los municipios, provincias, regiones, l?nder o comunidades aut¨®nomas el fundamento del poder del Estado, sea ¨¦ste unitario o federal, sino ¨²nica y exclusivamente los individuos. Sin esta residenciaci¨®n de la soberan¨ªa en los individuos que constituyen el pueblo, el Estado democr¨¢tico es sencillamente impensable.
Ese paso es el que todav¨ªa nos queda por dar a escala europea. La Uni¨®n Europea no es un estado federal, sino una uni¨®n de Estados, m¨¢s pr¨®xima a la confederaci¨®n que a la federaci¨®n, aunque haya ya elementos que apuntan en esta direcci¨®n. Y no es todav¨ªa un estado porque no hay una soberan¨ªa popular europea, que le sirva de fundamento. Los Estados y no los ciudadanos de todos los Estados continuan siendo el fundamento de la legitimidad de la Uni¨®n Europea. De ah¨ª que los Gobiernos democr¨¢ticamente constituidos de los Estados que integran la Uni¨®n Europea y no los ¨®rganos genuinamente europeos, Parlamento y Comisi¨®n, sean los que pol¨ªticamente dominan el ejercicio del poder por parte de la Uni¨®n.
En esta ausencia de un principio democr¨¢tico de fundamentaci¨®n del poder es donde est¨¢ el origen de la debilidad de la Uni¨®n Europea frente a los Estados Unidos de Am¨¦rica, que descansan en un principio de legitimaci¨®n democr¨¢tica que se expresa de manera rotunda en las primeras palabras de la Constituci¨®n de 1787: "Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos...". En Estados Unidos la soberan¨ªa reside en un pueblo ¨²nico, integrado por todos los habitantes de todos los Estados. La soberan¨ªa no reside en el pueblo de Virginia, de California, de Vermont o de Texas, sino en el pueblo de los Estados Unidos. En esta residenciaci¨®n unitaria de la soberan¨ªa est¨¢ el fundamento de la fortaleza de los Estados Unidos.
Contra esta fundamentaci¨®n unitaria del poder del Estado, que es lo que hace posible la legitimaci¨®n democr¨¢tica del mismo, es contra la que se dirige la propuesta que ha hecho esta misma semana el presidente de la Generalitat. La propuesta de Pasqual Maragall supone de hecho la fragmentaci¨®n de la soberan¨ªa, que en lugar de descansar en todos los ciudadanos que constituimos el "pueblo espa?ol", pasar¨ªa a estar residenciada en los distintos territorios constituidos en comunidades aut¨®nomas. Al menos en lo que a la financiaci¨®n se refiere.
La propuesta del presidente catal¨¢n supone dar marcha atr¨¢s en el camino que se ha andado a lo largo de siglos, antes incluso de que empezara nuestra historia propiamente constitucional a comienzo del siglo XIX, para que Espa?a pudiera constituirse como un Estado social y democr¨¢tico de Derecho, por utilizar los t¨¦rminos del art¨ªculo 1.1 de la Constituci¨®n.
No hay manera de estabilizar una convivencia pac¨ªfica si ponemos en cuesti¨®n el lugar de residenciaci¨®n del poder. El lugar de residenciaci¨®n de la soberan¨ªa no es un problema de naturaleza acad¨¦mica, sino el problema m¨¢s pr¨¢ctico con el que tiene que enfrentarse toda sociedad que pretenda constituirse democr¨¢ticamente. No puede haber un Estado espa?ol democr¨¢ticamente constituido con base en un pueblo catal¨¢n, otro andaluz, otro gallego y as¨ª hasta 17. ?se es un camino de desintegraci¨®n no solamente territorial, sino tambi¨¦n pol¨ªtica. Empezar¨ªamos a desandar un camino democr¨¢tico, para entrar en otro que sabemos como empieza, pero no ad¨®nde nos podr¨ªa conducir.
Afortunadamente, no creo que, tal como est¨¢ el patio, exista la m¨¢s m¨ªnima posibilidad de que una propuesta como la formulada por Pasqual Maragall pueda imponerse. El Estado auton¨®mico tal como est¨¢ constituido tras 25 a?os de trayectoria, dispone de instrumentos m¨¢s que suficientes para resistir el avance de la mencionada propuesta. Y de instrumentos de car¨¢cter democr¨¢tico no susceptibles de ser sometidos a discusi¨®n. El Estado auton¨®mico ante esta propuesta no solamente tiene la fuerza, sino que tiene la raz¨®n. Cuando ambas coinciden, el resultado no puede ser m¨¢s que uno.
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