El futuro de los independientes
Tras a?os de feroces adquisiciones de los grandes grupos, el escenario para la creaci¨®n es difuso. ?Hay espacio para la independencia en una industria global? Dise?adores que abandonan sus propias marcas y colaboraciones de supervivencia son algunas consecuencias de esta dial¨¦ctica.
En el verano de 2004, la casa Herm¨¨s anunci¨® que Martin Margiela, vanguardista dise?ador belga y responsable del pr¨ºt-¨¤-porter femenino durante siete a?os, ser¨ªa reemplazado por Jean-Paul Gaultier. El que se marchaba, tan ferozmente independiente que se niega a ser fotografiado; el que entraba, tan medi¨¢tico como su antiguo reinado en Eurotrash. ?Qu¨¦ tienen en com¨²n? M¨¢s all¨¢ de la an¨¦cdota en que Margiela comenzaba su carrera como aprendiz de Gaultier, por su visi¨®n individualista, ambos son venerados por la intelligentsia de la moda: un valor seguro para una casa que debe su reputaci¨®n a la sofisticaci¨®n de sus dise?os. Este relevo tambi¨¦n arroj¨® luz sobre una realidad del sistema. Dise?adores con perspectiva libre e individualista hay muchos, pero canales para su trabajo, pocos. El reclamo de la independencia creativa encuentra su basti¨®n en la individualidad sin concesiones. Invariablemente, los axiomas a los que se hace referencia en su nombre son tres. Uno, la creaci¨®n debe existir al margen de las tendencias. Dos, no debe haber preocupaci¨®n por los c¨¢nones estandarizados de belleza. Tres, el dise?o debe encontrar su sentido en el concepto y la experimentaci¨®n. Como contraparte, los mitos acerca de la moda independiente son dos. Primero, experimentar cuesta dinero. Segundo, la ropa no favorece. En otras palabras, independencia no es necesariamente sin¨®nimo de viabilidad comercial.
"Puedes despegar independientemente, pero, para competir en el mundo de hoy, necesitas un socio", sentenci¨® Tom Ford en la edici¨®n norteamericana de Vogue tres a?os y medio atr¨¢s. El creador tejano hac¨ªa referencia a las econom¨ªas de escala que una gran corporaci¨®n facilita para la producci¨®n y distribuci¨®n de ropa, accesorios y fragancias. En ese momento omiti¨® el rostro amargo del matrimonio entre creatividad y finanzas: el control que el capital acaba ejerciendo sobre el dise?o. Hace menos de un a?o, Ford abandon¨® el Grupo Gucci en un claro ejemplo de esta cuesti¨®n. (Las diferencias creativas con la administraci¨®n de la compa?¨ªa se hicieron "insalvables", seg¨²n declar¨® entonces el dise?ador). Los supuestos efectos aniquiladores que la corporativizaci¨®n ejerce sobre la independencia, ?son leyenda o realidad? La situaci¨®n actual del Grupo Prada ilustra dos escenarios. Por un lado, Azzedine Ala?a, el tunecino que marc¨® los ochenta con sus vestidos sexy, debe la supervivencia de su negocio a la adquisici¨®n total de su marca por Prada en octubre de 2000. Por otro, el austriaco Helmut Lang hab¨ªa vendido el 51% de su compa?¨ªa al grupo en agosto de 1999. Se estima que la facturaci¨®n anual de Lang rondaba entonces los 100 millones de euros, cifra que cay¨® a los 27,50 millones en 2003. Prada absorbi¨® la totalidad de la marca en noviembre de 2004, y en febrero de este a?o, Lang anunci¨® su marcha. "La retirada de Lang se?ala [...] los problemas que aparecen cuando un dise?ador independiente e individualista debe aprender a trabajar en una cultura corporativa", argumenta Suzy Menkes en The International Herald Tribune.
En un momento econ¨®mico en que el consumo suntuario tiende a concentrarse en las minor¨ªas m¨¢s acaudaladas, la justificaci¨®n de la independencia creativa aumenta sus exigencias. "Creo que estamos entrando en un escenario en que cada vez ser¨¢n menos las marcas peque?as y m¨¢s las supermarcas", pronostica Phoebe Philo, directora creativa de Chlo¨¦, firma de moda del Grupo Richemont, la segunda compa?¨ªa de lujo del mundo despu¨¦s de LVMH. "La competencia actual dificulta cada vez m¨¢s el fomento de gente joven y talentosa. Esto es muy triste".
Louise Wilson, directora del programa de master en moda de la universidad inglesa Central Saint Martins, tiene otra forma de ver el fen¨®meno. Saint Martins, cuna de John Galliano y Alexander McQueen, entre otros, no existe para "vomitar nuevas estrellas cada a?o", sostiene. "As¨ª como Phoebe trabaja en Chlo¨¦, otros ex estudiantes lo hacen dentro de equipos en Burberry o The Gap. El mundo de la moda no est¨¢ preparado para acoger m¨¢s de un Galliano por d¨¦cada". La moda del nuevo siglo ha tra¨ªdo nuevas f¨®rmulas; terceras v¨ªas entre la independencia total y el sometimiento ante el poder del capital. La colaboraci¨®n es una f¨®rmula en la que fueron pioneros el modista nip¨®n Yohji Yamamoto y Michael Michalsky, director creativo de Adidas. Con Y-3, la marca que dise?an conjuntamente, la firma alemana deriva cachet vanguardista a la vez que financia, en parte, las operaciones de pr¨ºt-¨¤-porter del japon¨¦s.
Afirma un analista que, antes de entrar en Louis Vuitton, Marc Jacobs asegur¨® la supervivencia de su etiqueta hom¨®nima gracias a multimillonarias consultor¨ªas para la cadena norteamericana The Gap. En 2003, Rei Kawakubo, directora de la conceptual firma japonesa Comme des Gar?ons, sell¨® una alianza con el grupo catal¨¢n Puig para la producci¨®n y distribuci¨®n de una de sus fragancias. Martin Margiela aument¨® su facturaci¨®n anual de 24 a 30 millones de euros desde que, en 2002, Renzo Rosso, el fundador de Diesel, se convirti¨® en su accionista mayoritario. ?El secreto de la armon¨ªa? "[Margiela] controla cada tejido y cada corte", asegur¨® Rosso al International Herald Tribune, "y yo puedo proponer, pero ¨¦l puede negarse". Pero la declaraci¨®n de independencia m¨¢s contundente proviene de un hombre que este a?o celebra su 70? aniversario, Giorgio Armani. Dise?ador y due?o de una marca que incluye desde alta costura y complementos hasta objetos para el hogar y chocolates, Armani levant¨® un imperio en el que, seg¨²n se jacta, ¨¦l es el ¨²nico amo y se?or. Durante la fiebre de las adquisiciones de los noventa, las ofertas fueron numerosas y suculentas. ?l las rechaz¨® todas con un poderoso argumento: "Valgo billones, pero no me vendo".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.