Entre Wojtyla y Julio Verne
Digan lo que digan los fastos medi¨¢ticos, la memoria del futuro privilegiar¨¢ la figura del viajero inm¨®vil Julio Verne a la de Karol Wojtyla, que no dej¨® de ser trasladado de un lugar a otro para re?ir a la gente
Creencias
Hay que batallar tanto para llegar a ser Papa de Roma que una vez instalado en lo m¨¢s alto del Vaticano resulta dif¨ªcil creer en algo distinto a un repertorio de intrigas. Pero hay que preservar el designio divino y ese enrarecido entramado de relaciones de parentesco. Lo que queda de las alfombras silenciosas y de las paredes tapizadas de damasco es el silencio estrepitoso, y la ocultaci¨®n. Karol Wojtyla ha muerto como vivi¨®, alternando los mensajes de amor abstracto con las prohibiciones m¨¢s crueles para la vida de a diario, y su papado se recordar¨¢ como uno de los m¨¢s atroces de los siglos que nos dejan. Perdi¨® la sinton¨ªa con la sociedad, pese a su car¨¢cter afable y a un esp¨ªritu viajero que nada puede envidiar a Julio Verne, a favor de una ortodoxia de otro tiempo. Miles de j¨®venes de todo el mundo le lloran ahora mismo. Hasta que descubran que su vida es otra cosa.
Ocaso de la vanguardia
Los surrealistas de coraz¨®n habr¨ªan sacado gran provecho del espect¨¢culo medi¨¢tico que se menciona l¨ªneas m¨¢s arriba. Pero ya no existen. En su lugar, prolifera una vanguardia fingida de caca, culo, pis que m¨¢s que escandalizar produce entre risa y verg¨¹enza ajena. ?La transgresi¨®n? Tal vez ahora mismo la usurpan, un tanto a contracor, sujetos como Acebes o Zaplana, porque Aznar es que ya ni eso. En el terreno esc¨¦nico y audiovisual, se lleva una especie de alarde de mala educaci¨®n, que a lo mejor tiene su origen en el arte pobre, con una n¨®mina de creadores empe?ados en demostrar que el desecho se puede reciclar de la manera m¨¢s cutre. Y cuando hasta Mario Vargas Llosa -tan sabio, tan listo, tan bien puesto en cl¨ªnicas de todo a cien mil euros- abandona sus entusiasmos de anta?o para preferir a Raymond Aron frente a Sartre, es que hemos llegado a donde ¨ªbamos. A ning¨²n sitio.
Y sin embargo ocurre
Es quiz¨¢s por eso que Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez parece cada vez m¨¢s razonable, excluyendo el ritual de los habanos que ya no se fuma con Fidel Castro. "El mundo era tan joven que las cosas carec¨ªan de nombre, y para designarlas hab¨ªa que se?alarlas con el dedo". ?Cu¨¢ntas son las cosas que ahora carecen de su nombre de siempre y que es dif¨ªcil designarlas si no se recurre al gesto infantil de se?alarlas con el dedo? ?Qu¨¦ tipo de percepci¨®n err¨®nea, seguramente inducida, ha llevado al movimiento sindical a consentir la p¨¦rdida de dignidad del puesto de trabajo y a los j¨®venes a convertirse en c¨®modos imitadores de Teresa de Calcuta mediante la afiliaci¨®n m¨¢s o menos masiva a las ONG gubernamentales? ?Qu¨¦ p¨¦rdida de la realidad hemos sufrido para permitir que ?frica agonice entre la hambruna end¨¦mica y la pandemia del sida? Envejecemos para nada.
Otro que tal baila
Uno de los rasgos de car¨¢cter de Eduardo Zaplana, entre los muchos que le distinguen, es la confianza absoluta en sus notables facultades para la astucia. Y lo dice quien le ha visto salir corriendo, entre risotadas de mucha argucia, por la puerta de atr¨¢s de la Palau de la Generalitat, cuando era President, para evitar a un par de decenas de manifestantes que le esperaban a la entrada de la puerta principal. Como presidente de los valencianos, atacaba a la oposici¨®n no como adversario, sino para hacerles el favor de ayudarles a reconocer sus errores, y ahora que se ha quedado en portavoz de la oposici¨®n en Madrid sigue ensayando su sonrisita de conejo antes de iniciar una intervenci¨®n nada ilustrada que tambi¨¦n tendr¨ªa por objeto echar una mano al Gobierno para corregir errores. ?La ¨²ltima? Sugerir con su astucia habitual qu¨¦ pasar¨ªa si dos meses despu¨¦s de cerrar la comisi¨®n de investigaci¨®n del 11-M aparecen hechos (sic) que lleven a modificar sus conclusiones. Hip¨®tesis que bien podr¨ªa temer sobre s¨ª mismo.
Lo que queda de Aznar
Una mal¨¦vola aunque muy entretenida ocurrencia de Javier Pradera en las p¨¢ginas de este peri¨®dico sugiere que acaso la ventaja de los socialistas sobre los populeros en las ¨²ltimas elecciones habr¨ªa sido mayor con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar como candidato, en lo que supone, de pasada, una aut¨¦ntica carga de profundidad contra Mariano Rajoy. Con las salvedades que sean necesarias, se puede trasladar el escenario. ?Est¨¢n seguros los campistas de que no les conviene presentar a Zaplana como candidato a fin de que se estrelle de una vez y deje de mover peones como un triste aprendiz de jugador de ajedrez dom¨¦stico? Con los socialistas valencianos en el poder, Camps dispondr¨ªa del tiempo necesario para foguearse en un terreno distinto a la reiteraci¨®n de puerilidades mayest¨¢ticas, y de paso algunos problemas se resolver¨ªan solos, como quien dice.
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