Peter Sellars y Bill Viola se unen en un ambicioso 'Trist¨¢n e Isolda'
La Bastilla acoge la ¨®pera de Wagner, con Esa-Pekka Salonen
Despu¨¦s de la pol¨¦mica, inteligente y lograda Flauta m¨¢gica imaginada por Jaume Plensa y La Fura dels Baus, la ?pera de la Bastilla estren¨® ayer una producci¨®n extraordinariamente lujosa, un Trist¨¢n e Isolda que re¨²ne al finland¨¦s Esa-Pekka Salonen a la batuta, y a los estadounidenses Peter Sellars como director de escena y Bill Viola como responsable del decorado o, mejor dicho, del comentario visual.
En realidad, se trata de una ¨®pera dentro de la ¨®pera, de una deconstrucci¨®n del espect¨¢culo, una operaci¨®n art¨ªstico-intelectual que es muy del agrado del actual patr¨®n de la Bastilla, G¨¦rard Mortier. Para la oportunidad se le pidi¨® a Viola que idease un v¨ªdeo sobre la obra de Wagner y el resultado son cuatro horas de im¨¢genes proyectadas sobre un escenario en el que hay muy poca luz y un foso en el que los m¨²sicos casi tocan a oscuras. Para Viola, que est¨¢ convencido de que "Wagner se habr¨ªa sentido naturalmente atra¨ªdo por el cine, el v¨ªdeo, la tecnolog¨ªa digital y los ordenadores", la obra busca "sus ra¨ªces en la tradici¨®n hinduista y budista del tantra". La afirmaci¨®n de Viola es v¨¢lida sobre todo para ¨¦l -Wagner prefer¨ªa releer a Novalis, Schopenhauer o Gottfried von Strassburg-, pero lo cierto es que sobre el mito de un amor m¨¢s fuerte que la muerte hay toda la literatura necesaria para justificar lo que haga falta. El trabajo de Sellars es, sobre todo, un trabajo con las luces y los actores, es decir, pensado para lograr la convivencia entre el texto musical que hacen vivir los cantantes y el desfile de im¨¢genes en paralelo que propone Viola. Sellars no comenz¨® su labor de direcci¨®n hasta tener ese flujo de im¨¢genes, acept¨®, pues, que, de la misma manera que ¨¦stas se adaptaban al ritmo que les marcaba la m¨²sica, la puesta en escena se plegase al tono que impon¨ªan las omnipresentes pantallas.
El estreno de la ¨®pera de Wagner se produjo hace 140 a?os, en M¨²nich, gracias a los sue?os de mecenazgo de Luis II de Baviera. La acogida fue correcta, sin m¨¢s. Para la mayor¨ªa de cr¨ªticos se trataba de una obra magm¨¢tica, de perfil difuso, irrepresentable. El escaso entusiasmo que despert¨® en un primer momento pareci¨® confirmar el juicio cr¨ªtico, m¨¢xime cuando el tenor que encarnaba a Trist¨¢n fallece despu¨¦s de cuatro representaciones. Viola ha encontrado una gran dificultad tambi¨¦n en penetrar en el mundo del compositor. "No me gustaban las versiones que escuchaba en disco. Por primera vez en la vida una m¨²sica no me suger¨ªa imagen alguna. Me espant¨¦ y dej¨¦ de escuchar. Otra vez con el libreto en las manos supe de qu¨¦ se trataba, d¨®nde estaba la clave: en el mito pagano, en una historia eterna", ha confesado el artista al diario Le Monde.
Esa-Pekka Salonen ya hab¨ªa colaborado con Viola en un espect¨¢culo sobre Varese y ha coincidido con Sellars en ¨®peras de Ligeti y John Adams. Reunirles a los tres era un sue?o que ahora se materializa en la Bastilla hasta el 7 de mayo. Los cantantes son dos estrellas, pues si Ben Heppner es hoy el Trist¨¢n ideal -s¨®lo Clifton Forbis, en una reciente producci¨®n en Ginebra dirigida por Olivier Py, parece aguantar la comparaci¨®n-, Waltraud Meier tiene toda la experiencia del festival de Bayreuth, meca del wagnerianismo.
Babelia
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