Alto riesgo
Cuenta el gran Harold C. Schonberg, cr¨ªtico musical, autor de Los grandes pianistas. De Mozart al presente, que ning¨²n piano en Viena estaba a salvo en presencia de Beethoven. Pod¨ªa destrozar las teclas y los martilletes, entraba en trance al improvisar y, seg¨²n un testimonio de la ¨¦poca, ¨¦sta es la imagen que dejaba por los salones: "Cuando se sentaba al piano no era consciente de que existiera algo m¨¢s. Los m¨²sculos de su cara se hinchaban, sus venas saltaban, su mirada salvaje se volv¨ªa doblemente salvaje, se le torc¨ªa la boca y Beethoven parec¨ªa un mago pose¨ªdo por los demonios que hab¨ªa convocado".
De uno de estos raptos de locura debi¨® surgir su sonata Hammerklavier, o del martillo, una de las cumbres de la literatura pian¨ªstica, que pocos se atreven a interpretar en p¨²blico. En los 10 a?os de existencia del ciclo Grandes int¨¦rpretes, s¨®lo Pierre Laurent-Aimard la hab¨ªa acometido y anteayer lo hizo Maurizio Pollini. Esa prueba, esa demostraci¨®n de poder¨ªo, era uno de los alicientes del primer recital -el segundo llega el pr¨®ximo lunes con un programa dedicado a Chopin- del enorme int¨¦rprete italiano en Madrid, que demostr¨® su compromiso cabal y aut¨¦ntico con la m¨²sica de Beethoven, un autor a quien Pollini sigue contribuyendo a que sea eterno.
Rabia y delicadeza
Su Hammerklavier destila la rabia exaltada y la delicadeza piadosa que mov¨ªan el talento salvaje de Beethoven. Al int¨¦rprete le sigue atrayendo del compositor esa ansiedad inventiva, que todav¨ªa hoy resuena moderna y sobre la que el pianista llama la atenci¨®n constantemente a la hora de marcar su discurso en el escenario.
Era algo que pod¨ªa comprobarse, adem¨¢s, con la manera en que Pollini hizo fluir en su recital del martes en el Auditorio Nacional -el pr¨®ximo lunes volver¨¢ al mismo escenario- la convivencia de esta obra maestra con la primera parte del programa, que inclu¨ªa obras de Luciano Berio, la Sequenza IX para clarinete solo, con la que su compa?ero de escenario, el clarinetista Alain Damiens -solista del m¨ªtico Ensemble Intercontemporain, de Pierre Boulez-, cautiv¨® al p¨²blico nada m¨¢s comenzar la sesi¨®n, o las Cuatro piezas para clarinete y piano opus 5, de Alban Berg, donde ambos se compenetraron con una delicada exquisitez y una naturalidad que contagi¨® al auditorio.
Con las Klavierst¨¹ck VII y IX, de Karlheinz Stockhausen, lleg¨® otro de los puntos graves y sugerentes del recital. La curiosidad del p¨²blico por escuchar las piezas de este compositor en manos de Pollini se hizo notar con un silencio ensimismado y perdido entre los dedos del gran int¨¦rprete italiano, que desgran¨® estas piezas riqu¨ªsimas en sonidos disgregados, con vida propia, convertidos casi en part¨ªculas independientes y en las que demostr¨® un pulso magistral para dominar las traicioneras tonalidades cambiantes de la n¨²mero IX, una aut¨¦ntica joya de la m¨²sica m¨¢s reciente.
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