Demasiada Iglesia para un solo papa
Varios te¨®logos creen que ser¨ªan necesarios cuatro pont¨ªfices para gobernar la instituci¨®n
Hace tiempo que te¨®logos y obispos insisten en que con las dimensiones actuales de la Iglesia cat¨®lica, con m¨¢s de mil millones de fieles, un ej¨¦rcito de m¨¢s de 4.000 obispos y con miles de di¨®cesis, parroquias, congregaciones y ¨®rdenes religiosas esparcidas por los cinco continentes, un papa s¨®lo, por superman que sea, no puede tener capacidad f¨ªsica para llevar una m¨¢quina tan grande y compleja, teniendo en cuenta que, adem¨¢s, el Vaticano es un Estado independiente, con todo lo que ello conlleva. "Har¨ªan falta por los menos cuatro papas", ha dicho un te¨®logo franc¨¦s, para poder llevar adelante asuntos cada vez m¨¢s vastos y complejos.
A ello hay que a?adir que la Iglesia dif¨ªcilmente elige a un papa en la plenitud de sus fuerzas f¨ªsicas y que, hasta ahora por lo menos, no puede dimitir ni siquiera cuando su cuerpo exigir¨ªa s¨®lo descanso. De ah¨ª que los ¨²ltimos a?os de los papas, que suelen coincidir con el declinar de sus fuerzas f¨ªsicas, hayan sido siempre m¨¢s bien negativos para el gobierno de la Iglesia, al mismo tiempo que han servido para una mayor actividad de la Curia Romana en decretar nuevos documentos de fe o de moral, generalmente en una l¨ªnea conservadora.
Alguien ha recordado que habr¨ªa que volver a los primeros siglos del cristianismo
Un patriarca para Asia que hablase chino ser¨ªa muy importante para ese continente
?Qu¨¦ hacer? se han preguntado estos d¨ªas en Roma algunos de los cardenales, sobre todo europeos, que advierten dicho problema sobre todo en un c¨®nclave como el que comienza el lunes, en el que todo hace suponer que podr¨ªa ser elegido un papa con una edad no inferior a los 70 a?os y con probabilidad de que pueda tener cerca de los ochenta. Alguien ha recordado que habr¨ªa que volver a los primeros siglos de la Iglesia, cuando, a pesar de que el volumen de fieles era infinitamente menor que hoy y estaba mucho menos involucrada en los problemas del mundo, en realidad exist¨ªan varios papas que se divid¨ªan el gobierno de las diferentes iglesias locales del mundo. Eran los famosos patriarcas, como los de Alejandr¨ªa, Costantinopla, Jerusal¨¦n etc., una especie de papas locales con gran autoridad dentro de sus Iglesias respectivas y muy unidos entre s¨ª para discutir los grandes temas de fe y de moral.
Fue s¨®lo cuando Roma, influenciada por el Imperio Romano, comenz¨® a arrogarse poderes especiales de primac¨ªa, forzando para ello algunos textos evang¨¦licos que conceder¨ªan a Pedro el poder de las llaves, es decir, que lo colocaban por encima de los dem¨¢s obispos y patriarcas, cuando las cosas empezaron a complicarse. El obispo o patriarca de Roma, por haber sido la sede del ap¨®stol Pedro (cosa que no est¨¢ probada hist¨®ricamente: s¨®lo est¨¢ que fue martirizado en Roma, pero no que fuera obispo de aquella iglesia), ya no era m¨¢s que el primus inter pares, el primero entre iguales, una especie de hermano mayor capaz de poner paz y de ser escuchado por los otros hermanos en el episcopado en momentos de conflicto, sino el que detentaba el poder sobre los dem¨¢s, hasta llegar al culmen del Concilio Vaticano I con la definici¨®n dogm¨¢tica de la infalibilidad papal.
Eso pes¨®, primero, en la aparici¨®n de los cismas, como el de Oriente, o el que dio origen al protestantismo, y hoy en la dificultad que esa primac¨ªa del papa crea a la hora de intentar reunificar a las iglesias cristianas separadas o a la hora de hacer una reforma a fondo del papado y del poder de la Iglesia en general.
La Iglesia necesitar¨ªa para poder ser gobernada con holgura por lo menos cuatro papas, que podr¨ªan ser cuatro grandes patriarcas, o como se les quisiera llamar; todos con los mismos poderes, aunque bajo la gu¨ªa fraterna, y no dogm¨¢tica ni infalible, del obispo de Roma. Har¨ªa falta alguien que se encargara de los grandes problemas de la Iglesia en Europa, cuya fe cristiana, por los motivos que sea, se est¨¢ desmoronando despu¨¦s de haber sido la cuna de la fe cristiana; otro que siguiera de cerca a la Iglesia de Am¨¦rica Latina, con sus problemas sociales y la sangr¨ªa de cat¨®licos que se van hacia los evang¨¦licos o iglesias de origen protestante. Un papa tambi¨¦n necesitar¨ªa ?frica, continente al que el capitalismo y la globalizaci¨®n est¨¢n haciendo desaparecer, abandon¨¢ndolo a su miseria y a su falta de recursos. Recuerdo el primer viaje del intelectual Pablo VI a ?frica, cuando en un discurso que hizo ¨¦poca dijo: "Ha llegado la hora de que para que un africano sea cristiano no necesite hacerse blanco". Era todo un programa que hoy sigue sin cumplirse, ya que se les sigue queriendo imponer la cultura europea y occidental.
Tan extra?o es, por ejemplo, para un africano un sacerdote no casado, sin familia, que el secretario de un importante cardenal de ese continente, un espa?ol, me cont¨® que cuando cada a?o se ven¨ªa de vacaciones a Espa?a, las mujeres sal¨ªan al aeropuerto llevando juguetes para sus hijos. Me dec¨ªa que ellas no imaginaban que no tuviera hijos y pensaban que los deb¨ªa tener en su pa¨ªs.
Por ¨²ltimo, har¨ªa falta un papa para Asia, un continente con problemas nuevos donde a¨²n no se sabe si la gran China se va a inclinar por aceptar la fe cat¨®lica, como tantos indicios indican. Un papa o patriarca que hablase chino ser¨ªa de la mayor importancia en aquellas latitudes, donde para los nuevos llegados a la fe cristiana poco pueden importar los problemas del viejo y cansado cristianismo europeo.
Cada nuevo papa llega con las manos libres para hacer reformas. El sucesor de Juan Pablo II podr¨ªa tener la intuici¨®n de que la Iglesia cat¨®lica, con los desaf¨ªos que se le presentan en este milenio, es mucha iglesia para un s¨®lo papa, por poderosa que sea la m¨¢quina burocr¨¢tica que lo sostenga, y que a veces acaba substituy¨¦ndole. Ese s¨ª ser¨ªa un milagro del papa Wojtyla.
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