Planes torcidos
Hay ciudades de autor, pero la democracia es an¨®nima. El espacio de la polis y el espacio pol¨ªtico tienen v¨ªnculos ¨ªntimos, y la creciente deriva de lo urbano hacia la gestualidad art¨ªstica se corresponde con un deslizamiento de lo colectivo hacia la representaci¨®n medi¨¢tica. Si la arquitectura espectacular prospera en el humus nutricio de la pol¨ªtica-ficci¨®n, ning¨²n entorno m¨¢s favorable para el signo construido que los reg¨ªmenes en trance de cristalizaci¨®n simb¨®lica, porque es entonces cuando las identidades inventadas fraguan en forma de artificios urbanos: la historia del mito se incardina en la geograf¨ªa del hito, y la comunidad dise?ada se manifiesta a trav¨¦s del territorio voluntario. El vasco es un ejemplo extremo de esta tendencia global: el nacionalismo identitario revisti¨® su arca¨ªsmo tradicionalista con el brillo cosmopolita del turbi¨®n de titanio del Guggenheim, y hoy hace resonar su etnicismo excluyente en la violencia caligr¨¢fica de Zaha Hadid en Zorrozaurre.
Hadid expone el desesperado caos de su propuesta urbana con la enga?osa cosm¨¦tica de la representaci¨®n inform¨¢tica
A la vez marketing urbano y rebranding glamuroso de una marca nacional contaminada por el crimen, la constelaci¨®n de estrellas reunidas en Bilbao dibuja el perfil de un ¨¦xito sin matices, que ha ocultado el esc¨¢ndalo de una ciudadan¨ªa intimidada por las armas bajo el ropaje amable y vasco-cool de la arquitectura, la ingenier¨ªa y el urbanismo de autor. La pasi¨®n por las construcciones de dise?o es, desde luego, planetaria, pero en pocos lugares alcanza la densidad tem¨¢tica del Abandoibarra vizca¨ªno, y en ninguno se extiende al ¨¢mbito urbano con el ¨ªmpetu subjetivo de Zorrozaurre, la pen¨ªnsula aguas abajo de la r¨ªa del Nervi¨®n que la arquitecta angloiraqu¨ª ha proyectado con su lenguaje expansivo, fileteando sus 57 hect¨¢reas con un abanico de cortes topogr¨¢ficos que agrietan art¨ªsticamente el nuevo barrio bilba¨ªno. Como en el caso del Guggenheim, el dinamismo del idioma formal de su autora propiciar¨¢ su remisi¨®n metaf¨®rica al tormentoso panorama pol¨ªtico vasco, pero es dudoso que el aplauso otorgado al agitado museo de Gehry se conceda tambi¨¦n a este paisaje ret¨®ricamente fracturado.
La ciudad habitual puede tolerar iconos explosivos, de la misma manera que la r¨ªtmica rutina cotidiana puede verse interrumpida por eventos singulares que nos exaltan o nos hieren. Sin embargo, la geometr¨ªa urbana es tan incompatible con la aceleraci¨®n diagonal de la distorsi¨®n expresiva como la vida en com¨²n se hace insufrible bajo el chantaje permanente del terror, que para colmo en el Pa¨ªs Vasco se maquilla con la hipocres¨ªa mel¨ªflua del poder nacionalista. Tambi¨¦n aqu¨ª Hadid expone el desesperado caos de su propuesta urbana con la enga?osa cosm¨¦tica de la representaci¨®n inform¨¢tica, que en la vista a¨¦rea transforma el desorden azaroso de los bloques desparramados en una atractiva radiaci¨®n de grietas acu¨¢ticas y pliegues del terreno, mientras la perspectiva pr¨®xima transmuta la densa acumulaci¨®n aleatoria de piezas triviales en una l¨ªrica secuencia de transl¨²cidos prismas cristalinos, con los que se da forma inmobiliaria a su croquis inicial de la r¨ªa, un caprichoso remolino de ondas turbulentas que se asemeja a un protozoo flagelado.
Le Corbusier escribi¨® un poe-
ma al ¨¢ngulo recto, y no resulta ocioso subrayar que la neutralidad an¨®nima de la regularidad cartesiana es del todo compatible con la belleza l¨ªrica. Aunque algunos piensen que la magia del arte reside s¨®lo en la espontaneidad inesperada del gesto, la imposici¨®n en el territorio de un trazado arbitrario es tan inaceptable como el empe?o en ahormar la sociedad forz¨¢ndola en los moldes de una naci¨®n m¨ªtica y milenaria, someti¨¦ndola a la sharia de las leyes viejas y empujando hacia la limpieza ¨¦tnica del goyim maqueto. De la misma manera que la subjetividad sugestiva y veloz de zorrozaha puede acabar dando lugar a un barrio ca¨®tico, los proyectos sesgados de soberan¨ªa identitaria amenazan con precipitar a la ciudadan¨ªa hacia un conflicto dram¨¢tico de confusi¨®n emotiva y fractura material. Las membranas ondulantes del tripanosoma dibujado por Zaha Hadid portan la patolog¨ªa infecciosa de la irracionalidad seductora, y su flagelo par¨¢sito nos empuja a elegir entre la enfermedad del sue?o y la vacuna de la raz¨®n.
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