La gran llamada de Florencia
Tras los pasos de Rilke en una ciudad de arrogante belleza
De la misma manera que el gran arquitecto Thorwaldsen, en su lecho de muerte, orden¨® que en su tumba no se inscribiese la fecha de su nacimiento biol¨®gico, sino la de su llegada a Roma, el casi adolescente Rilke, que llega a Florencia en abril de 1898 proveniente de Venecia, se siente nacido (renacido) espiritualmente en la nostalgia de la ciudad.
Es emocionante leer en sus diarios el primer paseo: "La primera tarde fue memorable. Pese a la fatiga de las muchas horas de viaje, sal¨ª de mi hotel a callejear, encontr¨¦ la Piazza de Vittorio Emmanuele y fui a parar, por puro azar, a la Piazza della Signoria". Lleva el coraz¨®n agitado de lecturas de Lorenzo de Medici, a quien llama su ¨ªntimo, y ni siquiera sospecha que en esa misma plaza, bajo los p¨®rticos de la Logia dei Lanzi, le espera ya el primer encuentro decisivo de la ciudad, junto al rapto de las sabinas, esa sombra negra que es el Perseo de Benvenuto Cellini y que mira en plena calle al transe¨²nte de la Signoria, arrogante como s¨®lo puede llegar a serlo un adolescente que acaba de triunfar. Y la claridad sucede.
Ambigua y nost¨¢lgica
En la mirada del Perseo que acaba de cortar la cabeza de la Medusa cree recibir el joven Rilke el gran impulso, la llamada, como si estatua y joven fueran la misma esencia, una esencia que le empuja a participar de ese car¨¢cter ambiguo, verdaderamente nost¨¢lgico por su dureza de la ciudad de Florencia, y que al mismo tiempo le serena. "Era como si aquel joven viejo (Perseo) me rogara que tuviera paciencia frente a todo lo que no estaba resuelto en mi coraz¨®n, y que intentara encari?arme con las preguntas mismas como si se tratase de habitaciones cerradas o libros escritos en un idioma antiguo. Que no buscara ahora las respuestas que no se me pod¨ªan dar porque yo no sabr¨ªa vivirlas. Aquel joven viejo me dec¨ªa: 'Vive ahora las preguntas. Tal vez luego, poco a poco, sin darte cuenta, vivas un d¨ªa en la respuesta".
Saludos al joven absorto
Rilke se tambalea literalmente del primer encuentro al segundo. Junto a la Galleria degli Uffizi, unido ahora el cansancio del viaje a la intensidad del encuentro con el Perseo de Cellini, se vuelve y sus ojos comienzan a errar a lo largo de las arcadas. Le parece casi como si esas nuevas esculturas que se encuentran entre la plaza y el r¨ªo estuvieran en movimiento; como si surgieran, luminosas, de la oscuridad, o avanzaran al encuentro de alguien, ?de ¨¦l? Andrea Orcagna, el primero. Y Giotto. Y Miguel ?ngel. Y Leonardo. Luego, tambi¨¦n los poetas, Bocaccio, Petrarca aureolado de inspiraci¨®n, Dante... todos saludan al joven absorto. "Mir¨¦ a todos cara a cara y me confort¨¦ en su silencio. Y a medida que les miraba me hac¨ªa m¨¢s viejo, no s¨®lo en a?os, sino tambi¨¦n en objetivos". Franquea la arcada al borde de la plaza y ve la noche florecer sobre el Arno. Las peque?as casas, esa colmena de joyeros superpuesta al Ponte Vecchio, y los elevados palacios le parecen m¨¢s conocidos, m¨¢s comprensibles que hace tan s¨®lo una hora.
Quienquiera que haya estado en Florencia reconocer¨¢ que es imposible sustraerse a esa hostilidad que imponen los palacios, esa especie de obstinaci¨®n recelosa que hace que el viajero se sienta como un extra?o ante sus enemigos. Son los testigos de una ¨¦poca fuerte, belicosa y (algo tan ajeno a nuestra confusi¨®n) segura de s¨ª misma. Siempre suelen sucederse tres generaciones. Una encuentra al dios; la segunda alza sobre ¨¦l la b¨®veda del templo y lo aprisiona, y la tercera se empobrece y retira piedra tras piedra del templo para hacer caba?as precarias y miserables. Entonces viene una que, de nuevo, tiene que buscar al dios; a una as¨ª pertenecen Dante, Botticelli y Fra Bartolomeo, y a esa categor¨ªa de ciudad (a la de aquellas en las que ese impulso de b¨²squeda total y afirmativa ha quedado petrificado en el aire) pertenece Florencia.
Siguiendo esa vista en la que termina su paseo el joven Rilke, el pasadizo Vasari une las oficinas de los Medici (Uffizi) con el Palazzo Pitti como una enorme serpiente alzada sobre la ciudad. Imposible encontrar un ejercicio de poder mayor sobre un pueblo como el de los Medici; elevarse sobre ¨¦l para no tener ni siquiera que pisar sus calles, crear una segunda ciudad alzada. Tras cruzar el Arno, y antes de llegar al palacio, si el viajero a¨²n mantiene la mirada elevada hacia el pasadizo, ve una sucia placa en la que se indica que all¨ª vivi¨® Fi¨®dor Dostoievski entre 1862 y 1865, a?os de la composici¨®n de El idiota.
Negaci¨®n de la muerte
Ha recibido all¨ª la noticia de la muerte de su primera mujer, Mar¨ªa Dimitrievna, y de su hermano Mija¨ªl; ha sobrevivido milagrosamente a la pena de muerte en Siberia, y, sin embargo, ha emprendido la ejecuci¨®n de una obra que niega totalmente la muerte. "?Qu¨¦ har¨¢", se pregunta uno de los personajes de la novela, "un hombre al que se condena a muerte y al que despu¨¦s de leerle su condena, cuando ya est¨¢ seguro de su muerte y para probarle en su tormento se le dice: 'Vete, est¨¢s perdonado?". Eso es precisamente lo que acaba de ocurrirle en Siberia, hace tan s¨®lo unos a?os. "Alabar¨¢ la vida", contesta el pr¨ªncipe Mychkin, la gran creaci¨®n, "se despertar¨¢ en ¨¦l una conciencia que le separe del resto, pero se le negar¨¢ la mirada, ser¨¢ un muerto y un vivo; comprender¨¢, s¨ª, pero no volver¨¢ a re¨ªr". He ah¨ª el autorretrato del Dostoievski florentino, la m¨¢scara escondida al borde del Palazzo Pitti. De la misma manera que la nostalgia de Dante, o de Leonardo, persiste en la ciudad, Dostoievski inscribe la suya con la mirada en los muros de ese palacio. Se le ha dado la vida y se le ha negado la risa, como a la ciudad, pero su fuerza hace que su nostalgia se multiplique y salga disparada hacia el cielo de Florencia, convirtiendo lo que s¨®lo era presentimiento y sue?o en afirmaci¨®n y victoria.
Andr¨¦s Barba (Madrid, 1975) es autor de la novela Ahora tocad m¨²sica de baile (Anagrama)
GU?A PR?CTICA
C¨®mo ir- Alitalia (www.alitalia.es; 902 100 323). A Florencia (una escala en Italia), 99 euros, ida y vuelta, m¨¢s tasas.Informaci¨®n- Turismo de Florencia (00 39 055 21 22 45; www.firenzeturismo.it).- Museo Galleria degli Uffizi (00 39 055 238 86 51). Entrada: 6,50 euros.- Museo Galleria Palatina (00 39 055 238 86 14). Palacio Pitti. Piazza Pitti, 1. Entrada: 6,50 euros.
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