Asiento de atr¨¢s
Cosas que hice dentro del coche esta semana: comprobar que al volante muchos conductores ponen cara de Fernando Alonso (el ¨¦xito del asturiano est¨¢ haciendo mucho da?o); evitar los sem¨¢foros asaltados por comandos de limpiaparabrisas; constatar que el paisaje de la ciudad no deja de cambiar y que all¨ª donde hab¨ªa una panader¨ªa ahora hay un prost¨ªbulo (para saber m¨¢s sobre la mutaci¨®n de nuestro entorno, consulten Barcelona com era, com ¨¦s, de Josep Maria Huertas y Gerard Maristany); practicar el ingl¨¦s mel¨®dico siguiendo el sistema de Txiki Begiristain, que aprendi¨® catal¨¢n repitiendo todo lo que o¨ªa por la radio (?en qu¨¦ consiste el ingl¨¦s mel¨®dico? en vocear canciones en ingl¨¦s sin tener ni idea de lo que cuentan, pero con convicci¨®n), con dos int¨¦rpretes de un estilo vocal que podr¨ªamos denominar jazz-jacuzzi: la primera se llama Rebekka Bakken, de la que cant¨¦, a voz en grito, The art of how to fall, para sorpresa de los otros conductores que aceleraron huyendo de mis modales de psic¨®pata, y la segunda se llama Viktoria Tolstoy y es una n¨®rdica susurrante y sensual, descendiente del escritor Leon Tolstoi; tambi¨¦n segu¨ª las tertulias radiof¨®nicas, ideales para que la conducci¨®n sea m¨¢s crispada todav¨ªa, y escuch¨¦ a los oyentes que llamaban a las emisoras para decir que los pisos de 30 metros cuadrados son latifundios comparados con los coches en los que pasamos media vida.
Eso explicar¨ªa que algunos veh¨ªculos sean un prodigio de acumulaci¨®n de cosas en el maletero o en el asiento de atr¨¢s, m¨ªtico lugar de aparejamiento en el que tantos humanos han sido concebidos. Para pulsar la realidad de los asientos de atr¨¢s, hice una encuesta sobre el terreno entre 100 veh¨ªculos aparcados en la calle. Observ¨¦ que mis vecinos no dejan casi nada a la vista para no tentar a los manguis. Pese a todo, identifiqu¨¦ algunos objetos: un mu?eco de Marsupilami, sillas de seguridad para ni?os, cajas de kleenex, prospectos de impresi¨®n digital o de cl¨ªnica dental, una bolsa de Cheetos, peri¨®dicos gratuitos, muestras de representantes (tapicer¨ªas, champ¨²s), un mapa de carreteras de Francia y una pelota ro¨ªda, intuyo que por un perro. No est¨¢ bien transformar el coche en un contenedor, y cuando lo haces se te aparece la figura de Paco Costas, Pepito Grillo circulatorio y autor del cl¨¢sico Conducir bajo control. En este ensayo uno encuentra afirmaciones como "conducir durante la noche es tres veces m¨¢s peligroso que durante el d¨ªa". As¨ª se entiende que, de madrugada, la calle de Aribau se convierta en una ca¨®tica mezcla de retenci¨®n, abusos de velocidad, aparcamientos indebidos y contaminaci¨®n ac¨²stica. Ya se sabe: Aribau era, entre otras muchas cosas, poeta y patriota, y a los poetas patriotas se les homenajea desde el exceso. La cultura y la automoci¨®n est¨¢n m¨¢s cerca de lo que creemos. En los cat¨¢logos de bibli¨®filo figura un tal Monsieur de Voiture, autor de cartas relativamente interesantes en pleno siglo XVIII. Y si de verdad les gusta la literatura automovil¨ªstica, no se pierdan T¨¦cnica actual del autom¨®vil, que incluye jugosas informaciones sobre el funcionamiento del radiador Prem Air de Volvo y la regulaci¨®n hidroneum¨¢tica del nivel en el Alfa Romeo. Pero de todos los momentos de emoci¨®n que es capaz de proporcionar un coche, uno de los m¨¢s intensos es el t¨²nel de lavado: chorros de jab¨®n y de espuma, la fuerza de los ra¨ªles llev¨¢ndote inexorablemente hacia enormes rodillos, ca?ones de aire potent¨ªsimo y, al final del trayecto, un limpiaparabrisas legal que culmina una operaci¨®n que por s¨ª sola ya justifica la historia del autom¨®vil.
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