La batalla de un agitador
Ha luchado por llevar al colectivo gay a la normalidad, y, para dar ejemplo, ser¨¢ uno de los primeros en casarse en cuanto est¨¦ vigente la ley que lo permita. Zerolo, poeta de vocaci¨®n, es concejal en Madrid, miembro de la ejecutiva del PSOE y defensor de un socialismo afectivo.
Abre los pomos de las puertas con alguna prenda interpuesta entre sus manos y la manecilla para evitar calambres y zarpazos de electricidad est¨¢tica. S¨ª, porque Pedro Zerolo produce chispas all¨ª donde va: en el Ayuntamiento de Madrid, donde es concejal por el Partido Socialista Obrero Espa?ol y carga contra Alberto Ruiz-Gallard¨®n o Ana Botella desde la oposici¨®n; en los templos alternativos a las iglesias, como l¨ªder durante a?os de los movimientos de gays, lesbianas y transexuales, donde ha sido uno de los referentes para que monse?or Rouco Varela saltase con aquello de que en la capital de Espa?a se pecaba masivamente uno de esos d¨ªas en los que se encontraba pleno de la gracia del Esp¨ªritu Santo; en los m¨ªtines, donde suelta esas cosas de "m¨¢s constituciones y m¨¢s condones", con esa man¨ªa que tiene por el ripio, que le viene de su constante inspiraci¨®n po¨¦tica para la pol¨ªtica, ya que, seg¨²n ¨¦l, "de un verso puedes construir todo un discurso".
Con esas cosas, una labia arrolladora, muchas teor¨ªas sobre asuntos tan profundos y cruciales para la modernidad como nuestra identidad sexual, un trabajo de empuje constante desde el Ayuntamiento y como miembro de la ejecutiva del PSOE, donde es responsable de movimientos sociales y ONG, Zerolo (abogado; canario de ra¨ªz profunda, aunque nacido en Caracas; aspecto de joven rebelde en su plena edad madura, con 44 a?os) batalla en la pol¨ªtica dando ejemplo y defendiendo la corriente imparable de lo que ¨¦l denomina "socialismo afectivo" con una estrategia clara: dar besos y abrazos efusivos a todo el que se cruza, porque, dice, "nos tocamos muy poco". Ser¨¢ de los primeros gays que contraigan matrimonio cuando la reforma del C¨®digo Civil prometida por el Gobierno de Zapatero lo permita: "A finales de primavera se aprobar¨¢", asegura. El caso es que ¨¦l, Jes¨²s (su pareja desde hace 10 a?os, con quien mantiene una relaci¨®n muy feliz basada en tres secretos, "pulso sexual, complicidad y admiraci¨®n por los valores del otro") y Trinidad Jim¨¦nez (su amiga y compa?era concejala, que se encargar¨¢ de casarlos) esperan con nerviosismo militante ese gran d¨ªa sin que les cree mucha ansiedad, no vaya eso a destruir la calma que reivindica como pilar de su vida: "La tranquilidad es la mejor forma de felicidad que conozco", asegura Zerolo, que desarrolla este concepto y otros a lo largo de una comida con primero, segundo y? postre.
Pues no le acabo de ver a usted desarrollando a fondo el concepto de tranquilidad, porque m¨¢s bien hay que frenarle.
Tranquilidad sentimental, emocional. Lo dem¨¢s es vivir, vivir viviendo con toda la intensidad posible, pues si no, con el paso del tiempo, todo habr¨¢ sido mentira.
Entonces, tranquilo s¨ª, ?pero se siente tambi¨¦n satisfecho?
No. Quien est¨¢ satisfecho muere. Nuestro combustible debe ser la insatisfacci¨®n. No se puede estar satisfecho en un mundo donde hay mil millones de personas que viven con menos de un euro al d¨ªa, con un tsunami de hambre cada semana, treinta conflictos armados? Es la insatisfacci¨®n la que nos pone en guardia y nos hace avanzar.
Y los poetas, en su caso, que le dan la mayor parte de su gasolina ideol¨®gica. ?Es eso parte de las nuevas maneras que usted abandera?
La poes¨ªa es fundamental para m¨ª. Cuando tengo momentos donde no me encuentro, acudo a ella y me ayuda a seguir, a encontrar ideas y conceptos bien concentrados para luego desarrollar. Principalmente poetas como Celaya, Benedetti, Peri Rossi, Cernuda, Hierro, Cremades?, o la afronorteamericana, lesbiana y negra, con lo que implica eso de doble discriminaci¨®n, Audrey Lorne, que con un verso ha dado sentido a lo que para m¨ª representa la pol¨ªtica cuando dice: "Nosotros mismos tenemos que ser el cambio que queremos ver en el mundo". Y en mi caso, para los que vamos teniendo ya cierta edad, me ayud¨® mucho tambi¨¦n Walt Whitman.
?En qu¨¦ circunstancias?
En esa ¨¦poca en la que necesitas cantarte, observarte, enamorarte de ti mismo, porque ¨¦sa es la fuerza que luego necesitar¨¢s para enamorarte de los dem¨¢s, para quererlos de veras.
O sea, que Whitman fue fundamental para su salida del armario.
S¨ª, y para aceptar lo que siempre llevas dentro.
Para dar ese paso, me imagino que hay que reflexionar, apartarse del mundo, ser un poco Cristo en la monta?a enfrent¨¢ndose a las tentaciones.
S¨ª, eso. Hay que hacer ejercicios espirituales. Aceptarse, gustarse y luego salir. Sal¨ª del armario dando un buen portazo, m¨¢s cuando vivimos en una sociedad a¨²n machista, hom¨®foba, racista, xen¨®foba?
?Solo?
Los homosexuales nos descubrimos solos y salimos adelante a base de orgullo. Por tanto, necesitamos un ego desarrollado.
Pero ese ego no lo cargar¨¢ s¨®lo a base de poemas.
No, la poes¨ªa la consumo compulsivamente s¨®lo cuando entro en crisis, y no me entretengo tanto en el continente, sino m¨¢s en el contenido. Busco siempre una idea, algo que me proporcione coherencia con lo que pienso y a la vez sea aut¨¦ntico, y es que la autenticidad es la seriedad y no la chaqueta y la corbata, de ah¨ª que los hombres tengamos que arrancarnos el cors¨¦, cantarnos mucho y re¨ªrnos de nosotros mismos, pues, como dir¨ªa Celaya, el canto principia el sentimiento y la risa incluye siempre una viruta de rebeli¨®n, y ¨¦sa es la fuerza que necesitas para transformar las cosas. Me molesta cuando algunos, incluido alg¨²n que otro pol¨ªtico de izquierdas, minusvaloran el desfile del orgullo gay, l¨¦sbico?, porque hay quien sale como le da la gana o desnudo, cuando se trata de una expresi¨®n de autenticidad y libertad. Son cortos, no se enteran.
Aparte de lo festivo, el movimiento de liberaci¨®n homosexual ha aportado muchas m¨¢s cosas. Espejos nuevos y bien relucientes donde esta sociedad refleja muchas taras.
Hemos tenido que desmontar lo que nos ense?aron. Que para ser hombres de verdad hab¨ªa que saber de f¨²tbol, toros y pol¨ªtica, y, eso s¨ª, esperar a que te lo hagan todo. No hemos interiorizado la diversidad. Y en el caso de la homosexualidad masculina, sigue habiendo p¨¢nico a ser confundido, cosa que no les pasa a las mujeres. El hombre, en general, tiene p¨¢nico a muchas cosas porque su identidad se construye en negativo, dejando siempre claro que no es mujer ni homosexual sin saber qu¨¦ es y ad¨®nde va. Tambi¨¦n molestamos a muchos porque destruimos mitos sexuales, roles de g¨¦nero, discursos, incluso palabras.
Palabras como matrimonio. Tendr¨¢ argumentos para rebatir a quienes piensan que ese concepto incluye forzosamente a una mujer.
Eso es absurdo. La mayor¨ªa de las palabras han mutado sus significados originales. En este caso, ellos, los que no quieren que nada cambie, hablan de matri, madre, pero no del monio, el monium, el gravamen. El matrimonio ha sido una instituci¨®n dise?ada para unir patrimonios y desarrollar linajes en el que la mujer era esclava y carga, y quien la asum¨ªa como tal, encima cobraba la dote. Durante siglos, el matrimonio fue c¨¢rcel de mujeres, y las feministas lucharon y consiguieron democratizarlo. Durante a?os, el matrimonio ha sido un mecanismo de poder en manos de los hombres, que lo han utilizado en beneficio propio.
M¨¢s o menos como siempre. Tambi¨¦n hay mucha gente, incluso en la izquierda, que defiende que hay otras urgencias.
Estamos ante una cuesti¨®n de derechos humanos. ?No es urgente eso? Dicen que para qu¨¦ vamos a ser el tercer pa¨ªs del mundo en aprobar algo as¨ª, y recuerdo que fuimos el ¨²ltimo pa¨ªs en derogar formalmente la esclavitud y de los ¨²ltimos en reconocer el derecho al voto de las mujeres. Seremos el tercer pa¨ªs del mundo en eliminar una hipocres¨ªa m¨¢s.
Otros, incluso homosexuales, dicen que, despu¨¦s de tanta batalla por la liberaci¨®n sexual, ?a qu¨¦ poner tanto empe?o en casarse?
Puede ser una contradicci¨®n para muchos, no para m¨ª. Para nosotros representa la prueba del algod¨®n, un s¨ªmbolo de lucha, en igualdad. Quiero tener los mismos derechos que mis conciudadanos, y en el momento que uno se me niegue estoy discriminado. Iguales obligaciones, iguales derechos. Por lo dem¨¢s, creo que la rebeld¨ªa est¨¢ en comprometerse. El amor es brega, es militante, es compromiso, y por eso me caso.
Claro, porque no pretender¨¢ casarse por la Iglesia, y de blanco.
No. Esto es un debate civil. Lo sacramental es otra cosa. Si la Iglesia no lo quiere para s¨ª, me parece muy bien. Como me parece perfecto que su matrimonio sea indisoluble, que tengas que llegar bien virgen, que no permita el uso de anticonceptivos ni de t¨¦cnicas de reproducci¨®n asistida?
?Cu¨¢ndo le han dicho que podr¨¢ ir preparando el traje?
Dicen que a final de primavera. Para entonces se acabar¨¢ lo que Zapatero, en su discurso de investidura, defini¨® como "la intolerable discriminaci¨®n que a¨²n sufren los homosexuales en este pa¨ªs por el hecho de serlo". Fue muy emocionante o¨ªrlo de boca de un presidente de Gobierno. Este a?o ha estado cargado de emociones. He llorado mucho.
Quiz¨¢ falten l¨¢grimas en pol¨ªtica. Me refiero m¨¢s emoci¨®n, menos formalidad.
Defiendo el socialismo afectivo: besarnos m¨¢s, abrazarnos, tocarnos? Beso a mis compa?eros y compa?eras. Al presidente, tambi¨¦n. En pol¨ªtica, lo que hacen falta, sobre todo, son planteamientos como los de la igualdad de derechos, que al fin y al cabo son los que de verdad, al final, crean una verdadera cohesi¨®n social y, por tanto, territorial, porque es as¨ª como la ciudadan¨ªa se siente copart¨ªcipe de un proyecto que enriquece, que abunda en la diversidad y en la pluralidad. Todo ello crea efervescencia, empe?os y empresas que merecen la pena, porque la sociedad no s¨®lo se enriquece vendiendo jamones, sino ideas y modelos de sociedad.
Liderazgo, m¨¢s que competitividad.
Las dos cosas son importantes. Pero con las ideas consigues referentes, puntos de encuentro?, algo que Espa?a est¨¢ recuperando en Am¨¦rica Latina, por ejemplo. Hemos pasado de tener un Gobierno antip¨¢tico a tenerlo simp¨¢tico y, mejor a¨²n, emp¨¢tico, y eso es bueno.
En eso tambi¨¦n influye la necesidad. De hecho, Madrid es hoy una ciudad latinoamericana, incluso con concejales nacidos en Caracas, como usted.
Por fin se vuelve a mirar Madrid desde all¨¢. Deber¨ªamos convertirnos en otro Miami; de hecho, empieza a emerger algo parecido a eso, y esa fuerza nos la dan los latinoamericanos en gran medida. Hay que reconocerlo y animar a la visibilidad de esa realidad, ayudarles tambi¨¦n a salir del armario para que se desarrollen aqu¨ª con todo su empuje creativo.
Algo se mueve en Am¨¦rica Latina en el campo de las ideas. ?Lo aprecia? ?Le inspira?
Desde hace a?os van surgiendo nuevos l¨ªderes muy interesantes, Lula, Tavar¨¦, Kichner, Lagos o Ch¨¢vez, de quien me encuentro cercano por muchas cosas y porque me sigo sintiendo de all¨¢. Hay que entender el proceso por el que ha pasado Venezuela, y no olvidar que si est¨¢ en el Gobierno es por decisi¨®n de los venezolanos. Ha cometido alg¨²n exceso, pero no se le trata igual que a Uribe en Colombia. Estuve en Venezuela hace poco y me interes¨¦ por todo. Por eso que dicen de la colaboraci¨®n entre Cuba y el Gobierno de Ch¨¢vez en materia de sanidad, por ejemplo. Claro que existe, es normal; necesitan m¨¦dicos para atender poblaciones de la selva. Y para irse all¨ª, a San Fernando de Apure, a un lugar como Las Hurdes, s¨®lo puedes ser dos cosas: o cura, o comunista.
Como le oiga su compa?ero Rodr¨ªguez Ibarra esa comparaci¨®n con Las Hurdes, se entera.
Las Hurdes de Bu?uel, no las de Rodr¨ªguez Ibarra, por supuesto.
Ah, bueno. Y a Fidel, ?d¨®nde le dejamos?
A Fidel se le pas¨® el arroz. Fue necesario, pero le sobrepas¨® el tiempo. Ahora exigimos respeto a los derechos humanos, pero eso s¨ª, en Cuba y en Estados Unidos, porque Cuba sigue siendo piedra de toque, todo el que va all¨ª viene indignado; pero por qu¨¦ no vienen igual de indignados de Estados Unidos, donde hay cuarenta millones de pobres, donde se vulneran tambi¨¦n los derechos humanos. No decirlo es cobard¨ªa.
No le va la gente propensa a los sermones, vaya.
La pol¨ªtica unida a la religi¨®n, malo, y cuando la religi¨®n quiere hacer pol¨ªtica, peor. De ah¨ª mi obsesi¨®n por defender la laicidad, crear espacios para las libertades; entre otras, la libertad religiosa.
Pero contra eso van los del serm¨®n, y saltan con lo del pecado masivo y lo de la persecuci¨®n.
Bueno, da lo mismo, porque el caso es que dos de cada tres espa?oles apoyan las reformas, y de eso es de lo que tenemos que sentirnos orgullosos. Contra eso no hay fractura social que valga, no existe. La crisis est¨¢ en la propia realidad de la Iglesia cat¨®lica, que sufre una asinton¨ªa entre la jerarqu¨ªa y las bases. Si pierden feligreses no creo que sea por los proyectos de este Gobierno, ni por los homosexuales, ni por las feministas. Deber¨ªan hacer una auditor¨ªa sobre su p¨¦sima gesti¨®n de las palabras y el discurso de Jes¨²s de Nazaret, ver qu¨¦ dicen sus bases; por cierto, muy presentes en Porto Alegre, donde estuve hace bien poco. En cuanto a la persecuci¨®n, no existe. Al final, el asunto que les preocupa es el de la financiaci¨®n, porque saben que tarde o temprano se va a tener que tocar. Cuando oigo a algunos obispos me abochorno y pienso en c¨®mo se sentir¨¢n todos esos gays, lesbianas y transexuales cat¨®licos, creyentes y practicantes cuando te llaman desordenado, virus, epidemia, ideolog¨ªa diab¨®lica, destructor de la familia y la sociedad. Es entonces cuando, sin acritud, tienes que aplicar el talante; esto es, una sonrisa y mucha contenci¨®n.
Veo que le enciende el asunto.
Normal, es que en este pa¨ªs hace s¨®lo 26 a?os, con la jerarqu¨ªa cat¨®lica como colaboracionista, se nos met¨ªa en la c¨¢rcel como delincuentes, en los psiqui¨¢tricos como trastornados, y se nos enviaba al infierno como pecadores. Ya hemos resuelto lo primero y lo segundo, lo tercero est¨¢ por ver.
Adonde s¨ª ha llegado usted es al cielo de la pol¨ªtica. ?D¨®nde parar¨¢?
No tengo ninguna ansiedad pol¨ªtica, pero s¨ª una ambici¨®n: seguir defendiendo aquello en lo que creo. Trinidad Jim¨¦nez me propuso ir en la lista del PSOE al Ayuntamiento de Madrid y me he entregado por completo; luego vino la elecci¨®n para la ejecutiva, que fue como si me dieran el Oscar. Mientras tengas cosas que decir, da igual d¨®nde est¨¦s. Lo importante son las ideas y no perder juventud ni efervescencia, y es que sobran pol¨ªticos y faltan ideas, ganas. Lo que est¨¢ claro es que no soy un advenedizo ni un reci¨¦n llegado. La pol¨ªtica, cuando eres de izquierdas, la haces all¨ª donde te toque estar; llevo mucho tiempo metido en la lucha diaria por los derechos civiles en la calle, en los barrios y en m¨¢s foros.
Con esa carrera, algunos le mirar¨¢n raro dentro de su propio partido.
Muchos me observan como si estuviera desenfocado, o loco, pero luego te escuchan y se dan cuenta de que estamos en lo mismo. Donde he encontrado siempre complicidad es en las mujeres; es m¨¢s, soy lo que soy por las mujeres que me han instruido y transmitido valores fundamentales. He aprendido mucho. Sobre todo generosidad. Y es que m¨¢s duro que ser gay es ser mujer. Son las mujeres las que est¨¢n saliendo del armario, y el resultado de su autodeterminaci¨®n personal provoc¨® 74 muertes en 2004 por el machismo a¨²n existente, y eso no se puede consentir.
Llega el postre. Por cierto, ?usted qu¨¦ es, pera o manzana?
Ay, no s¨¦. Lo que s¨ª te digo es lo que se me nota en la cara cuando veo a Ana Botella por el Ayuntamiento.
?Qu¨¦?
Pues una felicidad inmensa. Porque personas como ella son las que ponen de manifiesto que sigue existiendo la izquierda y la derecha. Los que defendemos las peras, las manzanas y la macedonia toda junta, y los que no quieren ver la realidad, negar la evidencia y defender modelos de sociedad donde s¨®lo caben ellos.
Pero mantendr¨¢n las formas.
Claro. Las relaciones institucionales son buenas, pero luego no existe el di¨¢logo; es imposible porque unos estamos en FM y otros en AM, unos vamos en color y otros en blanco y negro. Y eso destruye todo el discurso de la muerte de las ideolog¨ªas, que s¨®lo importa la gesti¨®n. No es cierto, existe la derecha y la izquierda. La derecha es todo, lo tiene y lo quiere todo. La izquierda es la que pone el motor para no aceptarlo, la que nos hace dudar de eso y nos coloca en rebeld¨ªa. Por eso la izquierda act¨²a como un muro de contenci¨®n, porque la derecha lo quiere invadir todo. La derecha es poder, y la izquierda, gobierno, buen gobierno.
Y en ese esquema, ?d¨®nde queda Ruiz-Gallard¨®n?
Cuando la izquierda es pacata y miedosa, la derecha parece de centro. De todas formas, ¨¦l se queda siempre con el poder. Gallard¨®n est¨¢ siempre con el poder lo tenga quien lo tenga, dentro o fuera de su partido, le da igual; por eso es el m¨¢s de derechas de todos
Da la impresi¨®n de que tiene camelados a todos sus opositores. ?No cree que le dan poca ca?a?
No es cierto, se le da ca?a constantemente; pero tambi¨¦n tiene sus blindajes, hasta el punto de parecerles a algunos que no es de derechas. Cuando dijo que iba a hacer la ley de parejas de hecho m¨¢s avanzada de Europa, dio para atr¨¢s y nos dej¨® al albur. Es parte de su ser. Hacer gui?os y luego no cumplir. Un pasito adelante y cuatro para atr¨¢s, y debe tener claro que con los derechos no se juega, hay cosas que no deben entrar en el marketing pol¨ªtico.
?Y por qu¨¦ no le querr¨¢n en el PP?
No le sienten como propio porque les ha despreciado, y se lo han hecho pagar. No est¨¢ mal eso, porque hay que recordarle que est¨¢ ah¨ª por los votos de sus militantes tambi¨¦n y que no puede ir de verso suelto, como dice ¨¦l. Eso es una frivolidad. En pol¨ªtica hay precios, y nadie puede considerarse por encima de un proyecto com¨²n.
Ni con los JJ OO les convence.
Eso es un proyecto de Estado del que ¨¦l se cuelga la medalla. Pero cada uno debe asumir su responsabilidad, y el tiempo dir¨¢ si sale o no. Pero, mientras, lo que ven los madrile?os es que les sube los impuestos y se ha metido en ese proyecto de la M-30 que est¨¢ contribuyendo a hacer la ciudad insufrible y alej¨¢ndole de sus habitantes, porque ¨¦l no es un alcalde cercano.
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