Vals transgresor
Permitirse ironizar con el ? y con todo lo que representa el vals, s¨®lo se lo puede permitir un core¨®grafo solvente y seguro de s¨ª mismo: Renato Zanella lo es. Su sello y su trabajo en la ?pera de Viena han marcado a esa prestigiosa instituci¨®n, aunque Zanella, con una s¨®lida formaci¨®n y una honesta conciencia de su papel, no ha tenido nunca la falaz tentaci¨®n de convertir aquella casa en una compa?¨ªa de autor. Es as¨ª que alterna lo de hoy con el eterno repertorio. Interesante su usufructo de la t¨¦cnica, lo que exige a los bailarines (todos buenos, pero hay algunos brillantes, como el alban¨¦s Eno Peci o el moldavo Mija¨ªl Sosnovski o los vieneses Eva Petters y J¨¹rgen Wagner) con emotivos trabajos, como Voyage (el artista en sus procesos, v¨ªctima y tim¨®n de la inspiraci¨®n), o la versi¨®n de Bolero, intensa y culta. Por cierto, o¨ª decir en el Alb¨¦niz que copiaba a B¨¦jart porque la bailarina aparece en una mesa. No es as¨ª: ya la mesa aparece en el decorado de Benois de 1928 en la ?peras de Par¨ªs, y como el mismo pintor rese?¨®, se bas¨® en un grabado de Dor¨¦ (tambi¨¦n hay mesa en las versiones de Harald Lander y Serge Lifar).
Ballet de la ?pera de Viena
Slingerland Pas de deux (1989-1990): W. Forsythe/G. Bryars. Voyage (1993): R. Zanella/W. A. Mozart. Sensi (2003): Zanella/G. Kantcheli. Bolero (1998): Zanella/M. Ravel. Alles Walzer (1997): Zanella/Johan Strauss II, Josef Strauss y G. Mahler. Teatro Alb¨¦niz. Madrid, 15 de abril.
Despu¨¦s de esa conseguida fiesta de espuma y ligereza que es Alles Walzer, Zanella nos vuelve a poner los pies en la tierra de manera severa, seria y concentrada, con su versi¨®n del adagio de Mahler, que vuelve profundo, motivador de la buena danza. El discurso de la oposici¨®n y el ¨¦xtasis, la reflexi¨®n ante el ¨¦xito, la conquista y sus sombras de desdichas est¨¢ expresado de manera elegante y elocuente tanto en la lectura cor¨¦utica como en la interiorizaci¨®n de los int¨¦rpretes.
Y tambi¨¦n hay transgresi¨®n en el pas de deux de Forsythe que abre la velada, con su particular versi¨®n disectiva de lo que es un adagio-¨¤-couple y que tiene referencias muy concretas a los patrones decimon¨®nicos (segundo acto de Lago de los cisnes / Ivanov), donde se juega al adagissimo, o el de Petipa en el segundo cuadro de Bella durmiente, donde el tempo di ballo es otro y se basa en el adagio assai; todo eso Forsythe lo fuerza y tensiona a voluntad.
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