Jeringuillas
En Roma hay ruido de p¨²rpura y capelos; en Montecarlo, de l¨¢grimas con frac; en Londres, de rumores sucesorios; en Bagdad, de p¨®lvora; en Tel Aviv, de sables. En Madrid tenemos ruido de jeringuillas, que no son sables, pero s¨ª guerreras. El diccionario llama "ca?oncito delgado" a la parte anterior de la jeringa, la que pincha. El verbo jeringar tambi¨¦n se define de forma paramilitar: "Arrojar por medio de la jeringa el l¨ªquido con fuerza y violencia a la parte que se destina". El clamor pol¨ªtico y social por los acontecimientos del hospital Severo Ochoa se a?ade as¨ª a los innumerables ruidos de Madrid. Pero ¨¦ste inquieta m¨¢s: las jeringuillas nos arreglan el cuerpo cada dos por tres. Estamos hablando de la vida y la muerte. Con esto no se juega.
La profesi¨®n m¨¦dica, a pesar del sarcasmo con que la trat¨® Quevedo, es esencial para vivir sin dolor y para no morir de forma indigna. Importa mucho que todo este asunto del hospital de Legan¨¦s quede aclarado enseguida. La opini¨®n p¨²blica, muy sensible ante lo relacionado con la salud, anda con la mosca detr¨¢s de la oreja e intuye que hay algo aqu¨ª que suena raro. Los profesionales de la sanidad ven incrementada de forma feroz la presi¨®n a la que est¨¢ sometido el sector por la masificaci¨®n de pacientes y por el vertiginoso ritmo de trabajo que impone la escasez de personal y de camas. De todas formas, la medicina es una profesi¨®n muy ajetreada, empezando por las primeras frases del juramento de Hip¨®crates: "Por Apolo m¨¦dico y Esculapio, juro; por Higeia, Panacea y todos los dioses y diosas a quienes pongo por testigos de la observancia de este voto". Es muy fuerte tener que jurar sin rubor por tanta gente extra?a. Eso marca.
Como dato curioso, la jeringuilla desechable fue inventada por un espa?ol fascinante, el ingeniero aeron¨¢utico Manuel Jal¨®n, que en 1956 hab¨ªa inventado y comercializado la fregona. Asimismo, ide¨® unas casta?uelas especiales para animar en los campos de f¨²tbol; fueron prohibidas por el peligro que supon¨ªa si eran arrojadas al estadio y jeringaban al ¨¢rbitro o a alg¨²n alma inocente.
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