Los vascos se cuentan a s¨ª mismos
La primera evidencia que arrojan las elecciones celebradas ayer en Euskadi es que la pluralidad de la sociedad vasca es irreductible a f¨®rmulas unilaterales, puramente nacionalistas, como el plan Ibarretxe. La coalici¨®n nacionalista PNV-EA ha sufrido un severo castigo con la p¨¦rdida de cuatro esca?os (pasa de 33 a 29), lo que le aleja de la mayor¨ªa absoluta a la que aspiraba Ibarretxe para forzar al Gobierno central a negociar su propuesta soberanista. Incluso con sus socios de la anterior legislatura (Izquierda Unida) queda a seis esca?os de la mayor¨ªa parlamentaria (38), lo que har¨¢ muy dif¨ªciles las negociaciones para formar un Gobierno estable. Un dato que a?ade complejidad al panorama pol¨ªtico es que PSOE y PP suman por primera vez m¨¢s esca?os que PNV-EA.
El equilibrio entre los dos grandes bloques (nacionalistas-no nacionalistas) se mantiene con un ligero retroceso del nacionalismo, que suma ahora 39 esca?os. El intercambio de posiciones entre el PSOE (que gana 5) y el PP (que pierde 4) puede ser un efecto del cambio producido en su correlaci¨®n de fuerzas en el conjunto de Espa?a. Pero seguramente refleja tambi¨¦n la preferencia del electorado por una propuesta abierta a la negociaci¨®n. El panorama resultante invita a ella. No s¨®lo para formar Gobierno, aunque tambi¨¦n, sino para buscar una salida al bloqueo provocado por el empecinamiento de Ibarretxe en seguir adelante con un proyecto que nunca ser¨¢ aprobado por las Cortes ni alcanzar¨¢ un consenso comparable al que legitim¨® hace m¨¢s de 25 a?os el Estatuto de Gernika. No ha habido el "clamor" que reclamaba en favor de su plan, sino un voto de castigo.
La irrupci¨®n a ¨²ltima hora del PCTV, la lista fantasma para la que pidi¨® el voto la ilegalizada Batasuna, ha trastocado todas las previsiones. Ibarretxe convoc¨® las elecciones un d¨ªa despu¨¦s de que su plan fuera rechazado por el Congreso con el prop¨®sito declarado de alcanzar la mayor¨ªa absoluta, suponiendo que en esas condiciones Zapatero no podr¨ªa resistirse a negociar su propuesta. La aparici¨®n de la lista fantasma ha evitado la dispersi¨®n del voto radical y el eventual beneficio que pudiera reportar a la lista nacionalista. Lejos de obtener ventaja en las urnas, la coalici¨®n PNV-EA ha perdido 150.000 votos. El fuerte descenso de la participaci¨®n ha favorecido probablemente a la lista auspiciada por Batasuna, dado el car¨¢cter muy militante de su electorado. El nacionalismo gobernante sigue dependiendo de los votos que le quiera prestar Batasuna, cualquiera que sea su disfraz, para intentar seguir adelante.
Es posible que el sector m¨¢s radical del PNV quiera hacer de la necesidad virtud intentando reeditar el Pacto de Lizarra con el brazo pol¨ªtico de ETA. Sumar¨ªan los 38 esca?os que marcan la mayor¨ªa absoluta, pero convertir¨ªa al nacionalismo en reh¨¦n de los de Otegi. Y ahora ya sabe Ibarretxe que la radicalizaci¨®n hace perder votos. La alternativa ser¨ªa la insinuada hace dos meses por el actual presidente del PNV en una conferencia pronunciada en Barcelona: la b¨²squeda de un acuerdo de reforma del Estatuto "que supere las mayor¨ªas actuales". Es decir, que pueda ser compartido por los no nacionaliastas.
El descenso de la participaci¨®n, de casi 10 puntos, no puede explicarse s¨®lo por la climatolog¨ªa. Seguramente expresa tambi¨¦n el cansancio de la poblaci¨®n ante la repetici¨®n de lo mismo, y la falta de expectativas de cualquier tipo. Ibarretxe dijo al convocar las elecciones que al d¨ªa siguiente, por hoy, llamar¨ªa a Zapatero para negociar su plan. Luego, a medida que los resultados parec¨ªan menos favorables, a?adi¨® que tambi¨¦n llamar¨ªa a todos los partidos vascos. Que lo haga cuanto antes. Pues, con independencia de que pueda o no conformar una mayor¨ªa de Gobierno, lo esencial es salir del callej¨®n al que ha conducido su plan. La negociaci¨®n que debe emprender Ibarretxe es con los partidos vascos antes de emprender viaje a Madrid.
En 1931, los nacionalistas presentaron un proyecto de Estatuto de contenido confederal y claramente inconstitucional, que ni siquiera fue debatido. Tras algunas dudas, los propios nacionalistas aceptaron redactar un proyecto nuevo consensuado con las dem¨¢s formaciones democr¨¢ticas, que ser¨ªa refrendado en 1933 y aprobado por el Parlamento espa?ol en 1936. El paralelismo es evidente. Un proyecto puramente nacionalista no puede ser el marco de convivencia compartido por quienes no lo son. Las urnas no han hecho sino refrendar una vez m¨¢s lo que vienen expresando de forma inequ¨ªvoca desde hace m¨¢s de veinticinco a?os.
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