Lo que era y lo que es
El infatigable Josep M. Huertas acaba de publicar otro libro sobre Barcelona, esta vez con la colaboraci¨®n del tambi¨¦n periodista Gerard Maristany, el documentalista especializado en temas gr¨¢ficos de Barcelona Guillem Huertas y el fot¨®grafo Pepe Encinas. Se titula Barcelona, com era, com ¨¦s, un nuevo intento de explicar fotogr¨¢ficamente los cambios concretos de unos cuantos elementos representativos de la ciudad a lo largo del ¨²ltimo siglo. Presentar en p¨¢ginas sucesivas y contrapuestas las fotograf¨ªas de lo que era y lo que es tiene una eficacia inmediata y, por esta raz¨®n, es un m¨¦todo muy utilizado en la explicaci¨®n de todas las ciudades que han sufrido cambios espectaculares en la ¨¦poca de la fotograf¨ªa. Barcelona ofrece ya algunas experiencias en este sentido, aunque cada una de ellas suele presentar alg¨²n enfoque tem¨¢tico y ninguna puede pretender la exhaustividad. La magn¨ªfica colecci¨®n de postales de Toldr¨¢ Viazo, presentada en el impresionante volumen de Ernesto Foix (Cat¨¤leg de targetes postals de Barcelona), es s¨®lo una explicaci¨®n por segmentos acumulativos de c¨®mo eran muchos barrios y muchos edificios antes de ser derribados o modificados. El libro Catalunya destru?da, de Xavier Barral, est¨¢ enfocado a la documentaci¨®n de los monumentos desaparecidos. El de Huertas quiz¨¢ es m¨¢s modesto, pero gr¨¢ficamente es m¨¢s expl¨ªcito y, tambi¨¦n, m¨¢s abierto a diversas interpelaciones.
Huertas explica en su ¨²ltimo libro los cambios concretos de unos cuantos elementos de la ciudad en el siglo XX
Casi siempre, ese tipo de libros arranca de posiciones cr¨ªticas pesimistas, intentando demostrar la incuria y la malevolencia de los que han destruido testimonios hist¨®ricos o pretendidos monumentos arquitect¨®nicos. Es un intento que casi siempre fracasa, sobre todo si las im¨¢genes expuestas corresponden a conjuntos urbanos que se han modernizado, m¨¢s que al detalle concreto de alguna arquitectura. No hace muchos a?os alguien me mostr¨® la exposici¨®n de una serie de fotos del Cadaqu¨¦s de los a?os veinte y treinta que quer¨ªa explicar, seguramente, c¨®mo la vida moderna y el turismo hab¨ªan destruido un aut¨¦ntico para¨ªso. El fracaso de la exposici¨®n fue inmediato: el mito paradisiaco se desprestigiaba con las fotograf¨ªas de playas sucias, edificios y barracas arruinados, basura indecentemente abandonada, barro, polvo, pavimentos deteriorados. Hasta los abusos tur¨ªsticos de ¨²ltima hora parec¨ªan operaciones redentoras comparadas con la anterior degradaci¨®n f¨ªsica.
Lo mejor del libro de Huertas es que ni siquiera intenta esa cr¨ªtica demag¨®gica y se mantiene en una neutralidad interpretativa que, quiz¨¢ sin propon¨¦rselo, acaba demostrando que lo que es viene a ser, casi siempre, mejor que lo que era. Eso no quiere decir que en el propio libro no aparezcan aspectos negativos, casi siempre reducidos a los derribos de algunos edificios de calidad mal sustituidos por una p¨¦sima arquitectura, como algunas obras de Puig i Cadafalch -un arquitecto que parece la v¨ªctima habitual de la piqueta especuladora- o como el palacio de Bellas Artes en el parque de la Ciutadella, derribado en la ¨¦poca de un alcalde que profesionalmente se dedicaba a la recuperaci¨®n y el almacenaje de hierros. Pero, en cambio, abundan las mejoras evidentes, casi incontrovertibles. Por ejemplo, la sustituci¨®n del trist¨ªsimo, anticuad¨ªsimo, fe¨ªsimo asilo de Sant Joan de D¨¦u por el magn¨ªfico edificio de L'Illa en la avenida Diagonal, obra reconfortante de Rafael Moneo y Manuel de Sol¨¢-Morales. Por ejemplo, la plaza dels ?ngels, presidida por el Macba de Richard Meier y ocupada por los skaters m¨¢s famosos del mundo, conseguida con el derribo de una p¨¦sima acumulaci¨®n de casas viejas y obsoletas. Por ejemplo, la calle de Arag¨® sin la trinchera del ferrocarril humeante y ruidoso que oblig¨® durante tantos a?os a todos los habitantes del entorno a cerrar permanentemente ventanas y persianas en desesperada lucha contra el holl¨ªn y los resoplidos r¨ªtmicos del tren. O el parque Joan Mir¨®, donde estaban las ruinosas instalaciones nauseabundas del matadero. O la magn¨ªfica biblioteca de la Universidad Pompeu Fabra en el viejo asilo del parque de la Ciutadella. O el derribo de la mas¨ªa ya descompuesta de Can Calopa, que se derrib¨® para construir los edificios Trade de Jos¨¦ A. Coderch, una de las mejores arquitecturas contempor¨¢neas de Europa.
El libro se podr¨ªa completar con otras series ampliando y perfeccionando las dos direcciones cr¨ªticas. En Barcelona, sin duda, hay m¨¢s desastres, pero tambi¨¦n hay m¨¢s aciertos, y todos ellos se podr¨ªan explicar, incluso, con una mejor sistem¨¢tica y con noticias m¨¢s precisas, potenciando con otro dise?o la integridad y la oportunidad de las fotograf¨ªas. Pero es de agradecer que un grupo de periodistas y documentalistas se haya esforzado -al contrario de lo que normalmente ocurre- en mantener y exponer una cierta autoestima ciudadana. Las cosas no van tan mal -ni han ido tan mal- como se esfuerzan a veces en demostrar los oposicionalistas sistem¨¢ticos.
Oriol Bohigas es arquitecto.
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