N¨²meros
Para sintetizar en una breve columna el sentido de los resultados electorales vascos y las consecuencias pol¨ªticas que llevan adosados hay que afinar mucho y, sobre todo, no perder de vista dos cuestiones: que los n¨²meros hay que interpretarlos correctamente, y que sus consecuencias no necesariamente dependen de una lectura l¨®gica.
As¨ª pues, de entrada, lo m¨¢s sobresaliente de los n¨²meros es que PNV-EA pierde algo m¨¢s de 140.000 votos con respecto a las Auton¨®micas 2001, y que el PP pierde algo m¨¢s de 116.000 con respecto a los mismos comicios. Sin embargo, si se comparan los resultados de las Auton¨®micas 2005 con las de 1998, resulta que PNV-EA obtiene los mismos votos que la suma de los dos partidos en las Auton¨®micas 1998 (458.000 entonces, 463.000 ahora), mientras que el PP desciende incluso con respecto al 1998 (251.000 entonces, 208.000 ahora). Desde luego, si se comparan los resultados de PNV-EA y PP con los de las Auton¨®micas 2001, salta a la vista que (si se tiene en cuenta que el resto de fuerzas pol¨ªticas tienen resultados bastante ajustados con los de las anteriores) el descenso en 10 puntos de la participaci¨®n afecta de lleno a las cosechas respectivas. Si hacemos memoria del clima en que se desarrollaron la pre-campa?a y la campa?a de aquellas elecciones es f¨¢cil entender que se diera una movilizaci¨®n electoral hasta entonces in¨¦dita que concentr¨® votantes tradicionalmente abstencionistas en los dos polos de la contienda, el partido gobernante en Euskadi (PNV-EA) y el gobernante en Espa?a (PP). Conviene, pues, no olvidar que aquella alt¨ªsima participaci¨®n ven¨ªa motivada por la intensa polarizaci¨®n pol¨ªtica de la cita electoral: los votantes de clase media y media-alta engrosaron a PNV-EA y PP identific¨¢ndolos como cabezas de serie de lo que se dirim¨ªa (o gobierno nacionalista, o gobierno espa?olista).
En la cita del domingo no hab¨ªa frente constitucionalista, el gobierno de Espa?a ya no estaba en manos del PP, y el clima creado por la presentaci¨®n y defensa del Plan de Estado Libre Asociado fue desdramatizado tanto por sus proponentes como por el Gobierno y sus socios. En una campa?a sin esa polarizaci¨®n no es dif¨ªcil entender que los m¨¢s alarmados de las Auton¨®micas 2001 se hayan quedado en casa, y que sean votantes de los que ahora m¨¢s han perdido.
Los n¨²meros de los dem¨¢s se explican f¨¢cilmente: el PSE gana el plus que le da tener como metr¨®poli a su partido en el gobierno de Espa?a, y mantiene los propios, EBB pincha un poco a favor de Aralar y PSE-EE, y los de la lista madrina PCTV-EHAK, ponen de manifiesto la disciplina del voto batasuno por encima de cualesquiera otras consideraciones.
En lo tocante a las consecuencias del tablero parlamentario, el que PNV-EA vuelva a sus resultados normales de 1998 y de citas anteriores no puede leerse como un cataclismo, porque, uno, hay m¨¢s diputados nacionalistas ahora que en la ¨²ltima legislatura; y dos, enfrente no hay un bloque soldado en torno a las negaciones, porque, tres, el PSE-EE est¨¢ ahora en una posici¨®n abierta y n¨ªtidamente diferenciada del PP; y, cuatro, o el PSOE dinamiza las condiciones de una negociaci¨®n renovada para resolver el impasse o los nacionalistas tendr¨¢n la v¨ªa expedita para llevar su proyecto adelante y/o poner al sector peneuvista de Ibarretxe ante la hora de la verdad, es decir, el momento en que o convoca un refer¨¦ndum, o se lanza unilateralmente a la v¨ªa de los hechos consumados, o se prepara para la nada.
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