Desc¨²branse, se?ores: un genio
La frase del titular de este comentario la pronunci¨® Schumann a prop¨®sito de Chopin. Es aplicable tambi¨¦n a Maurizio Pollini interpretando al gran poeta del piano de la primera mitad del XIX. La identificaci¨®n del pianista milan¨¦s con la obra de Chopin viene de lejos y alcanza unas cotas de referencia. El car¨¢cter de acontecimiento se mascaba en las v¨ªsperas del recital, pero la realidad super¨® todas las expectativas. Fue un concierto de los que marcan un antes y un despu¨¦s. Totalmente inolvidable.
No se trata de que Pollini sea un especialista exclusivo en Chopin. Su pensamiento y actitud lo llevan a una gran amplitud del repertorio, que incluye de una forma destacada la m¨²sica m¨¢s reciente. Pero de Chopin logra sacar la quintaesencia pian¨ªstica -y no s¨®lo desde el punto de vista instrumental-, lo que en un autor tan maltratado supone una revelaci¨®n. En primer lugar, en un pianista de la inteligencia de Pollini, est¨¢n las cuestiones de lenguaje. Un estudioso de estos temas, el escritor griego Georges S¨¦f¨¦ris, afirmaba que los dos m¨¢ximos ejemplos de "lenguaje absoluto", es decir, aqu¨¦l que no tiene otro objeto que ¨¦l mismo, no proced¨ªan del mundo de las letras sino de la m¨²sica, haciendo referencia a Chopin y Debussy. Este mundo autosuficiente y contenido en s¨ª mismo va de perlas a las inquietudes de Pollini que, adem¨¢s, consigue dar un retrato de ¨¦poca desde la propia sonoridad, con un virtuosismo que jam¨¢s se deleita en la autocomplacencia, y mucho menos en el exhibicionismo, y con un sentido hist¨®rico desde la perspectiva de la actualidad que, en su aparente sencillez, entra de lleno en el territorio de la fascinaci¨®n.
Ciclo de Grandes Int¨¦rpretes
Chopin: 9 nocturnos, Balada n¨²mero 3, Scherzo n¨²mero 1 y Sonata n¨²mero 2. Concierto extraordinario por el 20? aniversario de la revista Scherzo. Con la colaboraci¨®n de EL PA?S. Auditorio Nacional, 18 de abril.
No es casual que Pollini articulase su programa en torno a una amplia selecci¨®n, nueve, de Nocturnos, correspondientes a los opus 9, 37, 55 y 62. De este ¨²ltimo, en el n¨²mero 2 en mi mayor, el pianista alcanz¨® unos niveles de profundidad interpretativa verdaderamente sobrenaturales, con una capacidad de estremecimiento irresistible. De los Nocturnos de Chopin algunos ensayistas como Jeffrey Kallberg han se?alado su "extraordinario lirismo"; otros, como Pierre Brunel, han insistido en su "velo de tristeza". La riqueza intelectual y la sensaci¨®n de misterio, en el l¨ªmite de lo inaccesible, el lirismo cantabile y la melancol¨ªa fueron sacados a la luz por Pollini con una facilidad y una transparencia asombrosas.
El plato fuerte era la Sonata n¨²mero 2, con su siempre esperada Marcha f¨²nebre. En fin, qu¨¦ decir. Todav¨ªa estoy conmovido. Por el equilibrio, la limpieza, la interioridad de su interpretaci¨®n. Al final ocurri¨® lo que se present¨ªa: la apoteosis, las propinas, el clamor continuado con el p¨²blico puesto en pie.
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