'E pur si muove'
El bot¨®n de avance r¨¢pido del cartel electoral se ha atascado. Estamos a la espera de que Ibarretxe proponga una combinaci¨®n pol¨ªtica que obtenga la confianza del Parlamento vasco. Por ahora, este objetivo se asemeja a la cuadratura del c¨ªrculo. As¨ª que el l¨ªder con m¨¢s plan podr¨ªa quedarse ronco en el intento.
Otros que hablar¨¢n, pero se les oir¨¢ menos, son los aparateros de ETA. Alg¨²n dirigente "de las tierras vascas" ser¨¢ convocado al otro lado para entrevistarse discretamente con el due?o de la ferreter¨ªa. El terr¨ªcola explicar¨¢ el triunfo electoral en t¨¦rminos de subid¨®n en la conciencia de las masas -son sindicalistas de LAB-, pero el anfitri¨®n le cortar¨¢, record¨¢ndole que esos votos se deben exclusivamente a esto. Y al decirlo, se palpar¨¢ el bulto que exhibe ostensiblemente en su cintura. El sindicalista contestar¨¢: "Claro, claro...", aceptando sumiso la presencia de asesores parlamentarios que le indicar¨¢n todo lo que deber¨¢ decirse, callarse y votar, en cada caso. O sea, como siempre desde que ETA-militar fund¨® la izquierda abertzale hace m¨¢s de veinte a?os.
Sin embargo, esta vez las cosas no van a ser f¨¢ciles. Para eludir la Ley de Partidos los contactos se ver¨¢n reducidos al m¨ªnimo. Los anteriores dirigentes de Batasuna ten¨ªan experiencia. ?stos deber¨¢n adquirirla sabiendo que su riesgo no acaba en la c¨¢rcel, sino en la sombra amenazante del ferretero. Que si bien es verdad que ya no mata tanto como antes, convertirse en una franquicia de esa gente es como emplearse de chico de los recados en un c¨¢rtel colombiano.
Estos d¨ªas a¨²n celebran con satisfacci¨®n haber sacado de quicio al PNV. Pero esa alegr¨ªa no les evitar¨¢ la conciencia creciente de ser mu?ecos en manos de un ventr¨ªlocuo: limitados a mover los labios al servicio de la locuacidad de una parabellum ce?ida al vientre del due?o de la barraca.
El optimismo antropol¨®gico puede llevar a confiar en que una parte de los votantes del artilugio ortop¨¦dico traten de hacer valer que una cosa es compartir mitos con la decr¨¦pita organizaci¨®n terrorista y otra, bien distinta, es admitir que deban ser los pistoleros quienes dispongan a su antojo del poder obtenido en las urnas, as¨ª como del sustancioso dinero derivado de la obtenci¨®n de votos, esca?os y grupo parlamentario.
Podr¨ªa suceder incluso que alguna de las electas se diera cuenta de que el conducirse como una franquicia terrorista resulta radicalmente incompatible con el ejercicio de la representaci¨®n pol¨ªtica en el seno de las instituciones democr¨¢ticas. Y que se pusiera a actuar en consecuencia.
Algo de eso sucedi¨® en Irlanda. Pero hay que dar tiempo al tiempo.
Entre tanto, asistamos impert¨¦rritas e impert¨¦rritos al ocaso de la estrella de Ibarretxe en nuestro nebuloso firmamento. Demos una oportunidad a la siguiente luz sonrosada. ?Qu¨¦ hay de malo en desear que se trate de la aurora boreal?
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