Don Miguel de La Mancha
Manchego moderno suena tan esforzado como la quintaesencial m¨²sica militar. Sin embargo, este ox¨ªmoron estil¨ªstico -que parece reunir las puertas de cuarterones con las mesas de vidrio en un despacho de notario joven- se ha transmutado por obra y gracia de Almod¨®var en un social realismo costumbrista que digiere lo rural en la metr¨®poli. En contraste con esta hibridaci¨®n est¨¦tica, la arquitectura ha perseguido la modernidad en el sustrato racional de la construcci¨®n vern¨¢cula: no tanto mezclando lo viejo con lo nuevo como procurando encontrar en la tradici¨®n un basamento s¨®lido de ingenio material, adecuaci¨®n clim¨¢tica y sabidur¨ªa antropol¨®gica. Esa inteligencia decantada de la tapia y el balc¨®n, el patio y el corral, el s¨®tano y el zagu¨¢n, entra en sinton¨ªa con el empe?o de las vanguardias por reducir la arquitectura a su desnudez esencial, y establece un territorio en el que lo manchego moderno puede enunciarse sin temor a la sonrisa ir¨®nica o el desconcierto perplejo.
El nonagenario Miguel Fisac,
al que rutinariamente se describe como un manchego universal, hizo honor a esa s¨ªntesis de lo local y lo global -que es otra manera de designar tradici¨®n y modernidad- con su casa de Almagro, remodelada en 1978 con sus caracter¨ªsticos encofrados flexibles, y ha regresado un cuarto de siglo despu¨¦s al mismo lugar para levantar, en la acera de enfrente de la calle de las Cruces, otra casa para una amiga editora que resulta contener un c¨²mulo de lecciones exactas y escuetas. Desde el pa?o casi ciego de la fachada norte -apenas puntuado por el balc¨®n en escorzo sobre el port¨®n del garaje que se camufla en el paramento encalado-, en l¨ªnea con la pr¨¢ctica vern¨¢cula de cerrar la casa a la calle y abrirla al interior, hasta el patio fr¨ªo, con su cipr¨¦s, oculto tras ese muro protector en el l¨ªmite rotundo entre lo p¨²blico y lo ¨ªntimo, y pasando por el zagu¨¢n empedrado, el s¨®tano excavado en la roca o el corral convertido en jard¨ªn rom¨¢ntico y ruinoso, cada m¨ªnimo gesto evidencia la sabidur¨ªa lac¨®nica de una tradici¨®n muy moderna.
Dice Vargas Llosa que en el Quijote se hallan a la vez el rechazo del nacionalismo y el amor a la patria chica, y esa conjunci¨®n de escepticismo identitario y arraigo ¨ªntimo la explica el escritor peruano argumentando que "las patrias chicas son patrias generosas, carecen de fronteras". Miguel Fisac, que es cervantino por devoci¨®n a su origen, pero tan admirador del Quijote como vehemente detractor del Persiles, ha sabido ser manchego en Almagro sin detraer un ¨¢pice de su esp¨ªritu cosmopolita, levantando esta vivienda breve para una editora del norte que habita en Madrid un edificio construido por un gran arquitecto catal¨¢n, el Girasol de Coderch, y esa feliz mezcla de patrias generosas vibra en sinton¨ªa con el ¨¢nimo viajero y visionario de don Miguel, que recorri¨® varias veces el mundo para llegar a la conclusi¨®n de que el futuro ser¨ªa modelado por la aviaci¨®n comercial y el auge de China, un pron¨®stico que acaso orient¨® la trayectoria profesional de sus dos hijos, uno de los cuales es ingeniero aeron¨¢utico y piloto, y la otra dirige el Centro de Estudios de Asia Oriental en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
Mientras el Rey homenajea
con el Premio Cervantes a ese extraordinario escritor y admirable ciudadano que es Rafael S¨¢nchez Ferlosio, los arquitectos podemos sumarnos a la fiesta llevando la mirada del Jarama al Guadiana, para seguir el ¨²ltimo episodio de las industrias y andanzas de otro intelecto insumiso, que ha celebrado este a?o centenario del Quijote regresando a su patria manchega y materna para reiterar la vigencia del consejo del maese Pedro cervantino -"llaneza, muchacho, no te encumbres, que toda afectaci¨®n es mala"-, en una pen¨²ltima salida donde no han faltado curas y barberos empe?ados en desenga?arlo de su lucidez lib¨¦rrima. Pero este 2005 recordamos tambi¨¦n la publicaci¨®n de unos art¨ªculos de un empleado de la oficina de patentes de Berna que transformar¨ªan tanto nuestra visi¨®n del mundo como la capacidad de intervenir en ¨¦l, y es l¨ªcito preguntarse si los autores de El testimonio de Yarfoz y el Centro de Estudios Hidrogr¨¢ficos no se sentir¨¢n tan pr¨®ximos a la emoci¨®n deslumbrante del conocimiento cient¨ªfico y al desaf¨ªo racional del desarrollo t¨¦cnico como a la integridad moral y la libertad testaruda del hidalgo manchego, arcaico y moderno lo mismo que Ferlosio o que Fisac.
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