Como todo el mundo
NO SABEMOS qu¨¦ aspecto ten¨ªa Cervantes. Durante a?os se le tuvo por el que aparece en un ¨®leo de ¨¦poca. Pero no. Existe un autorretrato en sus Novelas ejemplares: ni bajo ni alto, de cabellos casta?os y barba cana, aunque confiesa que fue rubia, de piel m¨¢s blanca que morena, frente despejada, boca peque?a, "de alegres ojos y nariz corva, aunque bien proporcionada". Quien tiene los ojos alegres, tiene alegre todo lo dem¨¢s, quiero decir que mira con alegr¨ªa. Cervantes, el melanc¨®lico, mira y escribe con alegr¨ªa. Ning¨²n escritor nos oxigena tanto. Admite tambi¨¦n la rareza de su nariz, pero la reputa proporcionada, y tal vez no sea presumido, pero no parece el suyo un retrato de alguien que se tenga por feo. De hecho, en sus libros, mucho valora la belleza de los cuerpos, mucho se ocupa en describ¨ªrnosla. ?Y el timbre de su voz? Nada sabemos. ?Cantaba bien, ten¨ªa buen o¨ªdo? Parece que tartamudeaba un poco. ?Podemos aventurar un retrato moral? Podemos, como juego, m¨¢s o menos en serio. Alegre, desde luego, y melanc¨®lico, lo uno no quita lo otro; animoso, reservado y sociable; ciclot¨ªmico, o sea, orgulloso y orillado, tan inmodesto como poco vanidoso, tan indolente a veces como fabulador infatigable. So?ador, sin duda, de los que piensan para su perra vida: cambiar¨¢ la suerte (sospechamos que le gustaba jugar a cartas). Con un yo muy peque?o, inversamente proporcional al inter¨¦s que siente por las historias de los dem¨¢s. No s¨¦...
Podr¨ªa decirse que Cervantes, de haber tenido que escribirse su autobiograf¨ªa, la habr¨ªa empezado tomando prestadas a Erik Satie estas palabras: "Me llamo Miguel de Cervantes, como todo el mundo".
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