Confianza frente a incertidumbre

La medicina espa?ola est¨¢ viviendo probablemente uno de los momentos m¨¢s delicados de su historia reciente. A los serios problemas que le afectan (insuficiente financiaci¨®n de la sanidad p¨²blica; acoso a los m¨¦dicos -en bastantes casos con agresi¨®n-; o a las dificultades de los profesionales empujados a practicar una medicina defensiva...), se une ahora el denominado caso Legan¨¦s. ?Qu¨¦ es lo que en el Hospital Severo Ochoa est¨¢ en juego? ?La credibilidad de los m¨¦dicos? Esto sin duda. Pero ?en qu¨¦ modo el caso afecta tambi¨¦n a los ciudadanos, en los cuales parece aumentar el recelo sobre los cuidados que reciben por parte de la Sanidad P¨²blica?

Por eso afirmamos aqu¨ª que quienes han provocado esta crisis est¨¢n obligados a gestionarla con absoluta discreci¨®n y prudencia, no con la frivolidad e irresponsabilidad que lo est¨¢n haciendo: no han respetado el elemental principio de presunci¨®n de inocencia, trat¨¢ndose de un asunto de una gran complejidad. En cuanto a la alarma social generada, tampoco parece que les preocupa. ?No hubiera sido m¨¢s correcto realizar una investigaci¨®n interna y luego, en caso de que hubiera sido necesario, haber tomado las medidas oportunas? Pues no. Con su actitud, el m¨¢ximo responsable de la Consejer¨ªa de Salud de la Comunidad de Madrid est¨¢ poniendo en peligro el pilar m¨¢s s¨®lido del sistema sanitario: la confianza entre enfermos y profesionales sanitarios, esencial para su viabilidad.

Creemos que los profesionales sanitarios espa?oles hemos sido motores principales en la gran transformaci¨®n cient¨ªfica y tecnol¨®gica que ha situado a la medicina espa?ola en un lugar de vanguardia a la vez que ha convertido a nuestro sistema sanitario p¨²blico en uno de los mejores del mundo. Esta transformaci¨®n se ha visto reflejada igualmente en la relaci¨®n m¨¦dico-paciente, alejada, definitivamente, del tradicional paternalismo. El derecho a la informaci¨®n terap¨¦utica y al consentimiento informado -en los casos previstos- responden al principio de la autonom¨ªa del paciente, siendo elementos esenciales de la bio¨¦tica actual que dignifican al paciente, mientras generan seguridad en el profesional sanitario. Estos derechos no son, como algunos maledicente han planteado, un escudo frente a la arbitrariedad de los m¨¦dicos, ni pueden utilizarse como arma arrojadiza contra los profesionales de la salud. Son atributos del paciente en su condici¨®n de ciudadano libre en una sociedad democr¨¢tica.

Pero la incertidumbre -una cierta incertidumbre, al menos- es inherente a la pr¨¢ctica cl¨ªnica, de forma que la gesti¨®n de la incertidumbre es lo que mejor define, en determinadas circunstancias, a la profesi¨®n del m¨¦dico. Cuesti¨®n que puede parecer parad¨®jica o inaceptable en esta sociedad del conocimiento; sobre todo cuando tenemos acceso a una red cargada de informaci¨®n, o expectativas casi infinitas respecto a las soluciones tecnol¨®gicas que se ofrecen. Y todo ello sin contar que empezamos a estar acostumbrados a la satisfacci¨®n on line de nuestras necesidades.

En nuestra sociedad -en esta sociedad tecnificada- la muerte es percibida por muchos como un fracaso, como una derrota de la tecnolog¨ªa. De este modo se obliga al uso de t¨¦cnicas que no sirven -en ocasiones- m¨¢s que para aplazar la muerte cl¨ªnica, y se cae en una obstinaci¨®n terap¨¦utica sin ninguna expectativa de recuperaci¨®n para el enfermo, Como alguien ha se?alado, se muere por exclusi¨®n, no por decisi¨®n. Y, sin embargo, estamos obligados a defender la dignidad del paciente hasta el final, a evitar en lo posible su sufrimiento, teniendo en cuenta que el derecho a morir dignamente no consiste en decidir entre la vida y la muerte sino en poder elegir entre dos formas diferentes de morir. Esta es una parte fundamental de nuestra tarea.

Sin confianza, por muy impreciso que el t¨¦rmino sea, no se puede practicar la medicina. Es la confianza del enfermo, y tambi¨¦n de sus familiares, lo que permite a m¨¦dicos y enfermeros gestionar con la necesaria tranquilidad la incertidumbre, consustancial con la evoluci¨®n cl¨ªnica del paciente. Pensar que los servicios sanitarios son infalibles, que en la pr¨¢ctica m¨¦dica todo es codificable, es un error; y quien procede con esa mentalidad, teniendo la responsabilidad p¨²blica de administrar los servicios sanitarios, est¨¢ actuando con una tremenda frivolidad; y, lo que es peor, con una enorme irresponsabilidad. Rota la confianza, la medicina, su ejercicio efectivo, es imposible. Estamos, si no lo remediamos pronto, ante una de las crisis m¨¢s serias que ha sufrido la medicina espa?ola en toda su historia. Cuanto m¨¢s tarde se aborde su soluci¨®n, m¨¢s dif¨ªcil resultar¨¢ superar este trance que est¨¢ poniendo gravemente en peligro la viabilidad de la sanidad p¨²blica.

Antonio N¨²?ez Rold¨¢n, Jos¨¦ Antonio Cuello Contreras y Francisco Murillo Cabezas son jefes de Servicio de Inmunolog¨ªa, de la Unidad Cl¨ªnica de Atenci¨®n M¨¦dica Integral (UCAMI) y de Cuidados Cr¨ªticos y Urgencias del Hospital Universitario Virgen del Roc¨ªo de Sevilla. Apoyan este escrito 19 jefes de servicio del Hospital Universitario Virgen del Roc¨ªo, la Junta Directiva de la Asociaci¨®n de Facultativos Virgen del Roc¨ªo, en representaci¨®n de sus 124 miembros, y 28 m¨¦dicos m¨¢s a t¨ªtulo individual.