Bolonia
La pol¨¦mica desatada sobre la construcci¨®n de un edificio que albergue las oficinas y el centro de interpretaci¨®n de las ruinas romanas de Bolonia vuelve a poner sobre la mesa el debate entre el conservadurismo y los cambios en materia de arquitectura. Quienes se oponen al proyecto lo hacen amparados en una supuesta pureza, en una te¨®rica defensa del paisaje. Creo que en primer lugar habr¨ªa que preguntarse si hace falta junto a las ruinas un lugar que albergue oficinas y la entrada al recinto. En caso afirmativo, hay que preguntarse d¨®nde ponerlo, y parece que la decisi¨®n adoptada es correcta: lo m¨¢s cerca posible en un lugar que no tenga restos arqueol¨®gicos. A continuaci¨®n llega la pregunta sobre c¨®mo hacer el edificio: ?se pretende que imite una domus romana, una de las ventas que tanto gustan a los ecologistas usuarios de la playa, a las viviendas de la zona? Quiz¨¢s lo que se busca es una playa virgen para uso de unos pocos. Creo que la arquitectura se divide en buena y mala. Sin m¨¢s. El pastiche, la trasposici¨®n y repetici¨®n de modelos anteriores es absurda. Hay que hacer arquitectura contempor¨¢nea. Y me parece que el edificio re¨²ne este requisito. Tiene en su proyecto el menor impacto visual posible, es moderno, est¨¢ bien planteado y se debe a la idea de un buen arquitecto. Es posible que la no intervenci¨®n con car¨¢cter retroactivo hubiera impedido a los romanos levantar su ciudad y la factor¨ªa de salazones, ya que rompieron el paisaje de la ensenada de Bolonia que legaron tartesos y fenicios. Llamar mamotreto a lo que se construye me parece una frivolidad. No creo tampoco que se deba llamar botell¨®n al acto de protesta como hizo la delegada de Cultura, aunque aquello parec¨ªa m¨¢s una fiesta de carnaval que una respuesta seria. All¨¢ cada cual con la manera en la que pretende expresar sus puntos de vista, pero si lo que se quiere es ganar a la opini¨®n p¨²blica, colocarse una s¨¢bana y una hoja de laurel no parece un camino muy efectivo, por divertido que sea. Y no se convierte uno en ecologista ni en defensor de la pureza del paisaje por movilizarse contra la est¨¦tica de este edificio. Si se hubiera seguido esa idea no tendr¨ªamos hoy la pir¨¢mide del Louvre, el Centro Pompidou o el puente de Norman Foster sobre el T¨¢mesis, por citar ejemplos de nueva arquitectura insertada en espacios cl¨¢sicos.
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