La casta impone respeto
A los novillos de Fuente Ymbro le dieron le?a en varas. Normal, por otra parte, porque son escastados y poderosos, y, amigo, la casta impone respeto. S¨®lo el sexto claudic¨® las manos a la salida del caballo, pero el resto hizo una pelea propia de toros fieros y con fortaleza en los ri?ones. Con m¨¢s o menos fijeza, los cinco dejaron alto el pabell¨®n de su encaste. Casi todos persiguieron en banderillas y llegaron a la muleta con las asperezas propias de la casta del toro: la mayor¨ªa, con escaso recorrido y un punto de soser¨ªa, quiz¨¢ a causa de la paliza del picador.
En suma, los toros no aburrieron; por el contrario, su juego fue muy variado y llegaron dispuestos a ofrecer espect¨¢culo.
F. Ymbro/Morenito, L¨®pez, Preciado
Novillos de Fuente Ymbro, bien presentados, encastados y de juego desigual. Morenito de Aranda: silencio en su lote. Ismael L¨®pez: silencio en ambos. Tom¨¢s Preciado: silencio en su lote. Plaza de la Maestranza. 24 de abril. Novillada de abono. M¨¢s de media entrada.
Pero no hubo tal cosa. Fue un festejo anodino y tedioso. Los novilleros no estuvieron a la altura de las circunstancias. Quiz¨¢, es que son muy novatos -L¨®pez y Preciado se presentaban en la Maestranza-; quiz¨¢, es que no est¨¢n acomodados a la casta, o, quiz¨¢, por qu¨¦ no, es que no dan m¨¢s de s¨ª. El tiempo dir¨¢. De momento, ninguno de los tres escuch¨® ni una mala ovaci¨®n, lo cual debe entenderse como reprimenda suficiente. Dieron muchos pases, miles, y de toda ¨ªndole y condici¨®n, pero hay que hacer un serio esfuerzo de memoria para recordar alguno.
Morenito de Aranda quit¨® por una ce?idas gaoneras a su primero, y traz¨®, despu¨¦s, una tanda de redondos estimables. Recibi¨® al segundo de rodillas en la puerta de chiqueros y lo lance¨® a la ver¨®nica con gusto; a¨²n tuvo tiempo de pintar un par de naturales de cierta hondura. Su lote le ayud¨® poco, es la verdad, y ¨¦l se mostr¨® como el m¨¢s avezado de la terna.
Tiene un valor seco Ismael L¨®pez, pero para ser torero hace falta algo m¨¢s. Por ejemplo, colocarse en el sitio adecuado, y eso a¨²n no lo ha aprendido este novillero. Parece que ha elegido el camino de la modernidad, y debe asimilar con urgencia que hay nada m¨¢s aburrido que el torero moderno. Fuera de cacho, acelerado, sin cruzarse, su primero lo desbord¨® en todos los terrenos, aunque termin¨® con unas manoletinas muy ajustadas. En el quinto, que no dej¨® de escarbar durante toda su lidia, consigui¨® una buena tanda de redondos, y se puso pesad¨ªsimo con cientos de pases vulgares.
Tampoco se coloca bien Tom¨¢s Preciado. Soso y rajado era su primero, pero al hilo del pit¨®n no es posible el toreo. No se cruz¨® en el ¨²ltimo de la tarde, y su trasteo result¨® destemplado y muy desigual. No es posible emocionar con un toreo rectil¨ªneo, que es la m¨¢xima expresi¨®n de la vulgaridad.
Silencios para todos ante toros que exig¨ªan agallas, t¨¦cnica y conocimiento. Ciertamente, era una prueba de fuego y los tres la han suspendido.
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