F¨®rum de abril: s¨¢bado rosa y domingo clavel
Por fin hemos descubierto para qu¨¦ sirve el F¨®rum. Desde la v¨ªspera de Sant Jordi, la cantera de cemento de Diagonal Mar acoge la edici¨®n 34? de la Feria de Abril de Catalu?a. La inauguraci¨®n ha ido acompa?ada de pol¨¦mica. Un colectivo denominado Els Altres Andalusos ha pedido a las administraciones que congelen las ayudas y revisen todos los convenios suscritos con la Federaci¨®n de Entidades Culturales Andaluzas de Catalu?a (FECAC), organizadora de la feria. Els Altres Andalusos sotienen que la FECAC exagera las cifras de visitantes para obtener m¨¢s subvenciones.
La afluencia de visitantes el fin de semana era multitudinaria. En su bienvenida, el alcalde Joan Clos afirma que la reubicaci¨®n de la fiesta andaluza da al F¨®rum su pleno sentido ciudadano. El entusiasmo de Clos es comprensible: el d¨¦ficit de asistencia del F¨®rum se podr¨ªa subsanar con las estad¨ªsticas de la Feria de Abril. ?As¨ª a cualquiera le salen las cuentas!
?De f¨®rum a feria? No del todo, porque lo del F¨®rum era ya una feria y esta feria viene a ser el f¨®rum andaluz. Pero tampoco es lo mismo. La primera ventaja respecto al F¨®rum es que aqu¨ª no nos cobran entrada. La segunda diferencia es que esta vez apenas molesta la peste de la depuradora. El olor de aceite de los churros y del pescadito frito ocupa el primer plano. L¨¢stima que desde las casetas no se vea el mar. La urbanizaci¨®n de las calles ha sido dispuesta de manera que uno se abstrae de todo, incluso del Mediterr¨¢neo. Hasta la planta fotovoltaica, apenas visible, queda peque?a al lado la noria que preside el real.
El Museo de Historia de Catalu?a, que se ha instalado en el recinto, presenta una amplia selecci¨®n de fotograf¨ªas de Pilar Aymerich. La exposici¨®n 1975-1979. Mem¨°ria d'un temps invita a la nostalgia. Colaboradora de revistas como Triunfo y Cambio 16, Aymerich fue testigo de excepci¨®n de las manifestaciones de febrero de 1976, las primeras Jornades Catalanes de la Dona, las luchas del movimiento obrero, etc¨¦tera. Fue un periodo, entre el final de la dictadura y la primera transici¨®n, en que las ¨¦lites catalanistas y el movimiento obrero luchaban por una misma causa. Hoy, 30 a?os despu¨¦s, el catalanismo es m¨¢s transversal que nunca y la mayor¨ªa de los obreros son ya inmigrantes de otras latitudes.
Tampoco faltan las casetas de los partidos y sindicatos. Entre el pincho moruno y el pulpo a la gallega, la tortilla campera o el chorizo al infierno, puede uno pasearse por la caseta del PSUC o la UGT y llevarse sorpresas. Incluso la sede de Converg¨¨ncia i Uni¨®, que el d¨ªa de Sant Jordi ten¨ªa el aire fr¨ªo de una sala de VIP, el domingo por la noche estaba totalmente ocupada y mucho m¨¢s animada que la del PP. Para las nuevas generaciones, la Feria de Abril ya no es una fiesta reivindicativa, sino una celebraci¨®n, una pura diversi¨®n. Aqu¨ª una jarra de rebujito s¨®lo cuesta 12 euros. Espect¨¢culos como ¨¦ste ayudan a entender por qu¨¦ no existe ni es necesario hoy en Catalu?a un partido andalucista.
Pese al nuevo emplazamiento, la feria no ha cambiado. Las casetas de las hermandades son las de siempre: una barra larga, mesas de fiesta mayor con sillas de tijera y un tablado flamenco. Si en las fiestas de barrio se dan premios por calles, aqu¨ª hay concursos de casetas. Los 2.000 euros del primer premio se los ha llevado este a?o el Centro Cultural Andaluz Colonia Egabrense de Santa Coloma de Gramenet. Un mosso me indica d¨®nde est¨¢ la caseta ganadora. Al llegar a la puerta de la Colonia Egabrense me sale al paso un vendedor de rosas paquistan¨ª que intenta saldar en vano las ¨²ltimas existencias de la diada. Siempre hay un reci¨¦n llegado dispuesto a trabajar mientras los dem¨¢s festejan. El paquistan¨ª me interpela con un gesto implorante. El d¨ªa de Sant Jordi, con tantas rosas en la calle, le chafaron el negocio y en el F¨®rum acaba de descubrir la Catalu?a del clavel. Y lo peor es que aqu¨ª las flores se regalan. ?Vaya ruina!
Dentro, veo una criatura de poco m¨¢s de un a?o que se agarra sola a una silla y empieza a dar sus primeros pasos. La madre la observa deslumbrada: "?Mirad! ?Mi ni?a ya camina!". Sus t¨ªas y primas aplauden. La ni?a echa a andar como puede, por un momento parece que se tambalea, pero no. Baila entre palmadas. ?Ol¨¦!
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