"En Estados Unidos hay signos de una nueva intolerancia"
El escritor angloindio Salman Rushdie (Bombay, 1947), presidente del PEN American Center, hace en esta entrevista el balance del festival literario Pen World Voices, celebrado la pasada semana en Nueva York, y reflexiona sobre Estados Unidos despu¨¦s de los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001. Rushdie alcanz¨® la fama internacional en los a?os ochenta con sus Versos sat¨¢nicos, pero esa misma obra le hizo vivir durante a?os condenado a muerte por el r¨¦gimen del ayatol¨¢ Jomeini. Su vida cambi¨® radicalmente cuando en 1998 el Gobierno iran¨ª levant¨® la fatwa (decreto religioso). Entonces, el escritor, que viv¨ªa en Londres con su familia, dej¨® la capital brit¨¢nica y se instal¨® en Nueva York, donde se cas¨® con una modelo india.
"Los lectores en este pa¨ªs van descubriendo que las noticias que se publican no son el tipo de informaci¨®n que necesitan"
"Recuerdo cuando, por primera vez, me encontr¨¦ solo en la calle buscando un taxi. Estoy feliz de poder comportarme como una persona normal"
"Ante una nueva situaci¨®n de miedo se permite que el Gobierno act¨²e de un modo que normalmente no se permitir¨ªa"
En los ¨²ltimos a?os, Rushdie ha sido protagonista de multitud de acciones en favor de las libertades. El pasado verano estuvo en Barcelona, donde inaugur¨® la Conferencia Internacional del PEN, dedicada a los autores perseguidos y que tuvo lugar en el marco del F¨®rum. Tambi¨¦n antes de las ¨²ltimas elecciones en Estados Unidos particip¨® en varios actos en los que se alertaba del recorte de las libertades civiles impuesto por el presidente Bush, junto a otros escritores como Paul Auster, Russell Banks, Ariel Dorfman, Don DeLillo, Laurie Anderson y Barbara Goldsmith.
Pregunta. ?Podr¨ªa hacernos un balance del festival?
Respuesta. Estamos muy satisfechos. Pens¨¢bamos que exist¨ªa en Nueva York un deseo por escuchar a los escritores internacionales. La atm¨®sfera de la ciudad se prestaba a ello, pues es una de las ciudades m¨¢s tolerantes del pa¨ªs. Sigue escuchando estas voces a pesar de que los Estados Unidos y el resto del mundo dejaron de hablarse. Quer¨ªamos reiniciar esa conversaci¨®n. Pero una cosa es creer que existe el inter¨¦s y otra es ver que existe. Lo m¨¢s emocionante es el n¨²mero de personas que asistieron. Mi plan ahora es que se convierta en un evento anual.
P. ?De qu¨¦ modo el festival literario ayudar¨¢ a Estados Unidos a abrirse al mundo?
R. Los lectores en este pa¨ªs van descubriendo que las noticias que se publican no son el tipo de informaci¨®n que necesitan. Entiendes los hechos, pero no entiendes su sentido. Por ejemplo, ?c¨®mo son estos pa¨ªses de los que se habla en las noticias? As¨ª vemos que la gente regresa a los libros para informarse. Y que Cometas en el cielo, del afgano Khaled Hossein, y Leer Lolita en Teher¨¢n, de Azar Nafisis, se convierten en grandes ¨¦xitos de venta. Nadie esperaba que esto ocurriera. S¨®lo la literatura puede darnos este tipo de informaci¨®n, lo que buscan los lectores, porque importa saber sobre Ir¨¢n o Afganist¨¢n.
P. El 11 de septiembre de 2001 se inician los profundos cambios que, a su vez, motivan al PEN a organizar esta reuni¨®n de escritores.
R. Esta reuni¨®n es una respuesta a una respuesta. Despu¨¦s de esa fecha, la vida intelectual y pol¨ªtica se transforma. Estados Unidos se asusta, poni¨¦ndose muy a la defensiva. Y es cierto que la tragedia fue espeluznante. Ante una nueva situaci¨®n de miedo se permite que el Gobierno act¨²e de un modo que normalmente no se permitir¨ªa. Goebbels lo dec¨ªa. Una respuesta a ese temor es cerrar las puertas del pa¨ªs. Por ejemplo, he hablado a indios que emigraron a este pa¨ªs. En el Reino Unido el racismo se concentra en los indios y paquistan¨ªes, pero dec¨ªan que nunca hab¨ªan experimentado racismo aqu¨ª, ya que ¨¦ste afecta a los negros. Aqu¨ª lo excusaban y se hallaban al abrigo de ello, pero despu¨¦s del 11 de septiembre la gente mezcla a indios, musulmanes y ¨¢rabes. Igualmente, muchos taxistas en Nueva York son paquistan¨ªes musulmanes. Con el 11 de septiembre deb¨ªan desplegar o mostrar la bandera norteamericana en su taxi. S¨¦ tambi¨¦n de amigos negros norteamericanos que hab¨ªan tomado nombres musulmanes y que ahora vuelven a sus nombres cristianos. En los ¨²ltimos a?os hemos descubierto que muchos extranjeros -universitarios o compa?¨ªas de danza, entre ellos- comienzan a tener dificultades para visitar el pa¨ªs. Y esto ocurre precisamente en el momento en el que Estados Unidos necesita escuchar a este tipo de personas. De pronto, nos encontramos ante la Fortaleza Estados Unidos. Son ¨¦stos los signos de una nueva intolerancia que antes no exist¨ªa.
P. ?Existe otra ¨¦poca de la historia de EE UU que le recuerde lo que ocurre hoy?
R. No es como el macartismo, porque entonces eran estadounidenses contra estadounidenses, que intentaban localizar al enemigo del interior. Me recuerda m¨¢s a la guerra de Vietnam. El pa¨ªs estaba enormemente dividido tambi¨¦n y exist¨ªa una gran furia entre los sectores. Recuerdo que lo visit¨¦ en 1971. Uno sent¨ªa cu¨¢n amargas eran las divisiones entonces. ?ste es un Gobierno muy seguro de s¨ª mismo con un vasto programa ideol¨®gico. Me recuerda al Gobierno de Thatcher, que era m¨¢s ideol¨®gico que pragm¨¢tico.Thatcher influy¨® a Reagan, pero ¨¦ste era un pragm¨¢tico. Ahora el Partido Republicano no se interesa por el resto del mundo. Aunque los dem¨®cratas s¨ª se interesan. Acaso el n¨²cleo de los lectores es siempre liberal. Pero, a mi parecer, ¨¦ste no es un asunto de izquierdas o de derechas. Es un asunto entre los Estados Unidos y el mundo. Lo que necesitamos es fecundaci¨®n rec¨ªproca.
P. ?C¨®mo percibe el poder de la escritura y de los escritores hoy?
R. Los escritores tienen menos influencia hoy que antes. Y en este pa¨ªs, considerablemente menos. Aun teniendo en cuenta los a?os sesenta y setenta, cuando estaban activos Norman Mailer, Arthur Miller y Susan Sontag. En Europa existe la posibilidad de que los artistas participen en los debates, pues la gente se interesa en lo que tienen que decir. Pero aqu¨ª no, y es porque la gente no se interesa. En las elecciones de noviembre pasado me impresion¨® que nadie preguntara a Don DeLillo y a Paul Auster lo que pensaban. A ninguno de los encargados de las p¨¢ginas de opini¨®n en los diarios del pa¨ªs se les ocurri¨® preguntarles. Esto no ocurrir¨ªa en Inglaterra, Francia y Espa?a. Aqu¨ª se debe a la profesionalizaci¨®n del periodismo, pues la gente cree que s¨®lo columnistas como Thomas Friedman y Maureen Dowd, de The New York Times, saben de pol¨ªtica y que los escritores son meros aficionados.
P. Reside en Nueva York desde 1999. ?Cree que su lugar de residencia ha influido en su escritura?
R. Publicar¨¦ una novela en oto?o, Shalimar, the clown (Shalimar, el payaso), que comienza y termina en los Estados Unidos, aunque su trama ocurre mayormente en India. S¨ª siento que, despu¨¦s del 11 de septiembre, la historia de cada uno est¨¢ relacionada con otras historias. Por ejemplo, la historia de Al Qaeda es la historia de Nueva York. Una historia norteamericana.
P. Est¨¢ ahora usted felizmente casado y la fatwa, activa durante a?os, fue anulada. ?C¨®mo se siente al disfrutar de la libertad y de los actos del hombre corriente?
R. Hace ya siete a?os que termin¨®, pero me llev¨® s¨®lo dos d¨ªas caer en la cuenta. Recuerdo el d¨ªa que terminaron la vigilancia y los guardaespaldas. La normalidad se instala r¨¢pidamente. Recuerdo cuando, por primera vez, me encontr¨¦ solo en la calle buscando un taxi. Estoy feliz de poder comportarme como una persona normal. Recuerdo cuando viv¨ªa escondido y que asist¨ª a una reuni¨®n en Par¨ªs. Cruc¨¦ la plaza de la Concordia en un coche escoltado. La polic¨ªa francesa hab¨ªa cerrado todas las calles de acceso. Recuerdo c¨®mo miraba a la gente sentada en los caf¨¦s y me preguntaba cu¨¢ndo podr¨ªa yo hacer lo mismo.
P. ?Cu¨¢les son sus proyectos actuales?
R. Con el festival ya concluido, comenzar¨¦ a escribir otro libro. Mi hijo de ocho a?os est¨¢ haciendo una potente campa?a para que le escriba un libro para ni?os. Ya le escrib¨ª uno a mi hijo mayor cuando era peque?o.
Babelia
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