Las v¨ªctimas m¨¢s vulnerables del 11-M
Crisis de angustia, ansiedad y depresi¨®n son los trastornos m¨¢s frecuentes entre los ni?os afectados
Mar¨ªa, de 10 a?os, perdi¨® a su padre en uno de los trenes del atentado del 11-M. Desde ese d¨ªa no pod¨ªa separarse de su madre, no quer¨ªa hablar de su padre y se enfadaba por cualquier cosa. Los profesores no notaron cambios apreciables en el colegio y a su madre le cost¨® darse cuenta de que necesitaba ayuda. Tras cuatro meses de tratamiento en el centro de Salud Mental, Mar¨ªa empieza a hablar de la situaci¨®n que vivi¨®, de su padre y de los cambios que ello ha supuesto para su familia; le cuesta menos separarse de su madre, y juega con sus amigos, aunque a ratos se la ve triste y con miedos.
Luz es una adolescente de 14 a?os que acudi¨® a la consulta de los servicios de Salud Mental seis meses despu¨¦s del atentado por ataques de llanto espont¨¢neo, no relacionados con nada en particular. En la consulta acaba saliendo que fue testigo del horror de las explosiones cuando iba camino del instituto y que no puede quitarse de la cabeza las im¨¢genes que vio. Nadie se hab¨ªa dado cuenta de lo que le pasaba porque se escond¨ªa para llorar. Mateo tiene ocho a?os, y cuando ese fat¨ªdico d¨ªa sali¨® de casa en la ruta del colegio no sab¨ªa si su padre estaba vivo o muerto. Desde entonces tiene pesadillas y no quiere separarse de sus padres.
El Plan de Salud Mental para v¨ªctimas de los atentados ha atendido a 3.074 personas
La masacre del 11-M dej¨® a 97 ni?os y adolescentes hu¨¦rfanos, 92 de uno de los padres y cinco de los dos progenitores. Tambi¨¦n dej¨® a numerosos ni?os heridos de distinta gravedad y siete fallecidos, seg¨²n datos recopilados por la oficina del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid. A esta cifra hay que a?adir todos los menores que se han visto afectados indirectamente por el acto terrorista, cifra muy dif¨ªcil de calcular. Los casos de Mar¨ªa, Luz o Mateo (son nombres ficticios) son s¨®lo algunos ejemplos de los 280 menores de entre 3 y 18 a?os atendidos hasta ahora por los servicios de Salud Mental de esta Comunidad. Angustia con agorafobia, ansiedad, depresi¨®n y s¨ªntomas de estr¨¦s postraum¨¢tico figuran entre los trastornos m¨¢s frecuentes.
Desde que se inici¨® el Plan de Salud Mental para los afectados del 11-M, los servicios de Salud Mental y la unidad m¨®vil de esta comunidad han atendido a 3.074 personas, que han generado 13.925 consultas, de las cuales 1.213 han sido a menores de 18 a?os. En el tel¨¦fono del Menor de la Fundaci¨®n Anar (Ayuda a Ni?os y Adolescentes en Riesgo), una ONG con m¨¢s de 33 a?os de experiencia en la protecci¨®n de menores, se registraron 85.000 llamadas en 2004. Entre el 5% y el 10% de estas llamadas se asociaron al 11-M. La mayor¨ªa pertenec¨ªan a adolescentes y a adultos, que solicitaban ayuda para ni?os de entre 4 y 11 a?os. Ninguno de los que llamaron vivi¨® directamente el atentado y los s¨ªntomas descritos coinciden con los detectados por la Consejer¨ªa de Salud madrile?a. Los menores estaban nerviosos, tristes, ten¨ªan angustia, dificultades para conciliar el sue?o, se sent¨ªan inseguros al caminar por la calle o no pod¨ªan comer.
Diversos estudios indican que un acto terrorista afecta m¨¢s a un ni?o que un desastre natural, que los ni?os que han sufrido el atentado ven m¨¢s la televisi¨®n que los que no lo han sufrido, y que con s¨®lo ver las im¨¢genes en la peque?a pantalla pueden volver a sufrir estr¨¦s postraum¨¢tico. Pero la mayor¨ªa de los menores expuestos a situaciones traum¨¢ticas no acceden a las consultas de Salud Mental.
La repercusi¨®n psicol¨®gica depende de la intensidad del acontecimiento, la edad del ni?o, los valores, el grado de madurez o grado de afectaci¨®n. Los tratamientos, en cualquier caso, deben ser individualizados, pero sobre la base de tres pilares: psicol¨®gico, psiqui¨¢trico y farmacol¨®gico.
"Cuando un ni?o pierde a un ser querido vive la angustia de la ruptura del v¨ªnculo emocional que le un¨ªa a la persona desaparecida. Si la persona fallecida es la que ten¨ªa un menor v¨ªnculo afectivo, el ni?o se apoya en el superviviente con el que estaba m¨¢s unido. Pero si quien fallece es la persona m¨¢s cercana, el peque?o tiene que traspasar ese v¨ªnculo a otra persona, de manera que no se rompa la estabilidad emocional que ten¨ªa", sostiene Carmen Rub¨ªn, doctora en Medicina y Psiquiatr¨ªa Infantil. "Cuando el afectado es un adolescente, la crisis de angustia aparece con frecuencia asociada a la agorafobia, es decir, un miedo patol¨®gico a los espacios abiertos. De repente, estos menores tienen miedo a caminar en libertad y se sienten desprotegidos".
A veces, los adultos no se dan cuenta de que el ni?o sufre un trastorno derivado del acto terrorista: "En los adultos hay una resistencia a aceptar que los ni?os sufren y a pedir ayuda psicol¨®gica. Entre otras razones porque a veces los menores no lo manifiestan; por creencias populares err¨®neas, como que los ni?os son muy fuertes, o que con llorar ya se les pasa todo; o tambi¨¦n por el hecho doloroso que supone para un padre que ya ha vivido una desgracia el tener que llevar a su hijo a la consulta de Salud Mental", indica M. Inmaculada Palanca, coordinadora de Atenci¨®n a Ni?os y Adolescentes de la Oficina Regional de Coordinaci¨®n de Salud Mental, de la Comunidad de Madrid.
Para atender a las v¨ªctimas infantiles del 11-M, la Consejer¨ªa de Salud madrile?a emplea sus 36 equipos de Salud Mental distribuidos en 11 ¨¢reas sanitarias, dos equipos de refuerzo ubicados en las dos zonas donde hubo m¨¢s v¨ªctimas (Alcal¨¢ de Henares y Vallecas) y una unidad m¨®vil que trata a ni?os de todos los colegios de la Comunidad. Estos tres ¨²ltimos dispositivos se crearon espec¨ªficamente para atender a esta poblaci¨®n.
"La unidad m¨®vil, que hasta ahora ha atendido a un centenar de ni?os de unos cuarenta colegios, se plante¨® como una intervenci¨®n m¨¢s proactiva, es decir, que los padres que en ese momento estaban afectados no tuvieran que hacer el esfuerzo de ir a Salud Mental y que esta asistencia se ofreciera en el centro escolar", explica M. Inmaculada Palanca. "De los ni?os tratados hasta ahora, muy pocos han precisado medicaci¨®n. El hecho de poder verlos con cierta frecuencia, una vez por semana, y en algunos casos hasta dos, ha permitido hacer un abordaje m¨¢s psicoterap¨¦utico y utilizar los f¨¢rmacos s¨®lo en casos excepcionales", explica Teodoro Ur¨ªa, psiquiatra del equipo de refuerzo del servicio de Salud Mental de Vallecas.
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