"Por m¨ª, dirigir¨ªa todos los a?os"
El actor argentino Federico Luppi (Ramalla, Argentina, 1936), protagonista de pel¨ªculas siempre con excelentes historias detr¨¢s, se ha puesto ahora tras las c¨¢maras. Ha sido para rodar un gui¨®n escrito por su esposa, Pasos, y que ayer present¨® en el Festival de M¨¢laga. Sin embargo, avisa con su lenguaje trufado de palabros geniales con los que parece hablar en verso, que siempre est¨¢ atado al "deseo ferviente" de subsistir como actor.
Pregunta ?C¨®mo surgi¨® su paso a la direcci¨®n?
Respuesta. Al no tenerlo previsto, la pregunta de por qu¨¦ no dirig¨ªa fue un primer golpe de terror. Luego, la elaboraci¨®n de los personajes no fue lo m¨¢s complejo, sino responder a las preguntas para poder rodar cine, porque como en el resto de artes, lo m¨¢s dif¨ªcil es ser sencillo. Ahora por m¨ª dirigir¨ªa todos los a?os.
P. ?Conoc¨ªa a la protagonista Ana Fern¨¢ndez con anterioridad?
R. S¨ª, la andaluza Solas fue una especie de impacto casi sideral en Latinoam¨¦rica. Ten¨ªa que ver con un cine profundo, intimista y sensible con actores espectaculares, ella entre otros.
P. Su pel¨ªcula gira en torno a la transici¨®n, que opone a la ¨¦poca vivida entonces en Argentina.
R. Parec¨ªa mentira que el carrillismo y Fraga se pudieran siquiera sentar a conversar, y ve¨ªa que transitaban por un camino venturoso, mientras que en Argentina lleg¨¢bamos al pico m¨¢s perverso de la represi¨®n. Su transici¨®n era el modelo a seguir y yo hablaba con exageraci¨®n de sus bondades, hasta que lleg¨® el Tejerazo y me tuve que callar ante los amigos.
P. ?Por qu¨¦ se torna en el filme el optimismo de la transici¨®n en amargura?
R. Los personajes vienen de una educaci¨®n con seguridades pseudoafectivas hasta que empiezan a ver las imposturas de ese mundo y entonces sufren un despertar bastante amargo.
P. Pero no juzga a sus personajes, aunque alguno sea malvado.
R. No hay evaluaciones de tipo moral, porque la vida s¨®lo tiene dos o tres reglas b¨¢sicas inamovibles: las aspiraciones, los deseos y esta especie de aguda necesidad de acceder a lo material, el consumismo, que es una verdad m¨¢s que aterradora.
P. El m¨¢s c¨ªnico es curiosamente el personaje argentino.
R. Ser¨ªa el personaje que siempre dijo sobre la represi¨®n "bueno, no es para tanto" y hoy se mofar¨ªa del matrimonio homosexual. Son como piedras en el camino de los conceptos.
P. ?Por qu¨¦ emigr¨® a Espa?a?
R. Me vine porque si no enfermaba por culpa del corralito. Al volver a Espa?a recuper¨¦ la salud, mi deseo de leer y ver pel¨ªculas, y hab¨ªa dos atractivos muy pedestres pero muy potentes: la comida y los paseos. Ahora vuelvo a Argentina y el pa¨ªs est¨¢ mejor, pero enseguida a?oro Madrid y no tengo ese pegoteo neur¨®tico con Buenos Aires.
P. ?Qu¨¦ le parece la gesti¨®n actual de N¨¦stor Kirchner?
R. Sin compartir su ideolog¨ªa, lo est¨¢ haciendo lo mejor que puede. Est¨¢ dentro de un movimiento reprobable como el Peronismo, pero el pa¨ªs ha tenido una evoluci¨®n econ¨®mica fabulosa. El d¨¦ficit son las viejas camarillas pol¨ªticas y las estructuras corruptibles.
P. ?C¨®mo conoci¨® a su esposa, treinta a?os m¨¢s joven que usted?
R. En una gira de teatro por Espa?a le di mi tel¨¦fono pero nunca llam¨®. Al tiempo, sin pegoteo atractivo ni sexual, la invit¨¦ a comer y seguimos vi¨¦ndonos. Recuerdo que entonces volver a Argentina me produc¨ªa un escozor carencial y a la vez necesidad de verla. Luego vino su absoluta irresponsabilidad de meterse con un hombre m¨¢s grande...
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