Muerte y resurrecci¨®n
Acabo de recibir una nueva estupenda: mi viejo amigo el escritor cubano Walterio Carbonell a quien "mat¨¦ de un plumazo" o di por muerto (La belleza del f¨ªsico mundo, los horrores del mundo moral EL PA?S 10-04-2005) sigue en vida. As¨ª lo afirman y no hay por qu¨¦ dudarlo, el escritor Ambrosio Fornet, su compa?era de trabajo en La Biblioteca Nacional Jos¨¦ Mart¨ª, Tania D¨ªaz Castro, y el propio Carbonell en una entrevista -la primera que le conceden en m¨¢s de cuarenta y cinco a?os- con Pedro de la Hoz, en la Sala Cubana de la Biblioteca Nacional, con fecha del 22 de abril de 2005.
Ni que decir tiene cu¨¢nto me congratulo por saber a Walterio "vivito y coleando". Desde la carta que me hizo llegar a Mollinas hace trece a?os y una posterior llamada telef¨®nica del agregado cultural de la embajada de Espa?a en La Habana, Jon de la Riva, -quien tras muchas trabas logr¨® dar con ¨¦l-, no volv¨ª a tener noticias suyas. Hace seis meses, un amigo com¨²n a ambos, me comunic¨® en Barcelona que hab¨ªa fallecido. Desde entonces, he buscado una confirmaci¨®n de la noticia entre quienes le trataron o pod¨ªan estar en contacto con ¨¦l, y la respuesta fue id¨¦ntica: Walterio nos hab¨ªa dejado para siempre en el silencio del olvido.
Escribir la necrolog¨ªa de alguien vivo no es pan de todos los d¨ªas y puede considerarse incluso como un ejercicio literario borgiano. Recuerdo haber redactado dos sobre m¨ª mismo, en las que sintetizaba los t¨®picos e inexactitudes de la cr¨ªtica respecto a mi obra de escritor. Pero la muerte y resurrecci¨®n de Walterio no es ning¨²n juego y exige una inmediata puntualizaci¨®n.
En contra de lo que sostiene el entrevistador de Walterio, no me guiaba al escribir el obituario -que ¨¦l encuadra en una supuesta campa?a medi¨¢tica del grupo Prisa-, ning¨²n prop¨®sito "contrarrevolucionario" m¨¢s all¨¢ de la descripci¨®n del encuadre humano de una vida truncada y condenada a la marginaci¨®n. Mi ¨²ltima visita a Cuba data de 1967 y poco puedo decir de su situaci¨®n pol¨ªtica, econ¨®mica y cultural despu¨¦s de tan larga ausencia. Por dicho motivo, no he publicado nada sobre la isla desde hace 20 a?os, conforme a mi norma de escribir sobre lo poco que s¨¦ y no sobre lo mucho que no s¨¦. A?adir¨¦ a¨²n, que sostengo la pol¨ªtica de Rodr¨ªguez Zapatero tocante a su r¨¦gimen frente a la confrontaci¨®n desaforada y a veces absurda de su antecesor.
Dicho esto, no cambio una coma de lo que escrib¨ª sobre Walterio: sobre su ostracismo cruel y absoluta invisibilidad. Este silencio y opacidad en torno a su persona fraguaron la creencia entre sus amigos de fuera de una lenta y definitiva extinci¨®n. Si no muerto, Walterio ha sido durante cuarenta a?os un enterrado vivo. La carta que recib¨ª en Mollinas y el testimonio de Jon de la Riva muestran la dolorosa precariedad de las condiciones materiales en las que subsist¨ªa. Sus libros y ensayos no se han impreso. Es, pues, un perfecto desaparecido pese a las aguijadoras observaciones que encontramos en ellos sobre el patrimonio cultural cubano y a su justa reivindicaci¨®n de la herencia africana de los abaku¨¢s y lucum¨ªes, tan bien captada por autores del fuste de Fernando Ortiz y Lydia Cabrera, herencia expuesta asimismo, de forma magn¨ªfica, en la obra de un gran pintor Wifredo Lam. Walterio no quiso poner en pr¨¢ctica los prudentes aforismos de Graci¨¢n: el de "saberse ladear" y "el m¨¢s pr¨¢ctico saber consiste en disimular". Alz¨® la voz y pag¨® por ello un precio muy alto: el de sobrevivirse en la desgracia y el anonimato.
Mi informaci¨®n err¨®nea acerca de su muerte habr¨¢ tenido al menos un efecto positivo: sacarlo de su invisibilidad, devolverlo a la vida. El entrevistador anuncia en efecto una pr¨®xima reedici¨®n de su libro C¨®mo surgi¨® la cultura nacional y de otras obras suyas. Tal vez ahora, resucitado, pueda sobrellevar la vejez en condiciones dignas. La necrolog¨ªa que redact¨¦ le reivindica de modo retrospectivo, y, como suele ocurrir en la vida y los libros, borra los l¨ªmites entre la realidad y la ficci¨®n. Ni yo mor¨ª de daiquiri, como escribi¨® Ambrosio Fornet en unas graciosas d¨¦cimas escritas en 1962 respecto a mi antigua afici¨®n al trago, ni Walterio Carbonell de la desmemoria y marginaci¨®n a las que apuntaba mi art¨ªculo. Esperando una definitiva confirmaci¨®n oficial del Gobierno de Cuba tocante a esta milagrosa resurrecci¨®n, pienso que mi ya remoto y siempre cercano amigo, merec¨ªa o merece sin duda un destino mejor.
Juan Goytisolo es escritor.
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