La autonom¨ªa cierra el paso al separatismo
El autogobierno de que goza Escocia desde hace seis a?os ha templado el ansia independentista
El balance de casi seis a?os de autonom¨ªa en Escocia se salda con momentos fr¨ªos y momentos calientes, como la ducha escocesa. Al entusiasmo con que fue recibido en 1997 sigui¨® una etapa de desencanto, provocado en parte por las pol¨¦micas generadas por la enorme carest¨ªa del edificio del Parlamento en Holyrood (Edimburgo). Una vez inaugurado y acalladas las cr¨ªticas, los escoceses parecen de nuevo encantados con una devoluci¨®n de poderes que parece haber templado el ansia independentista.
El independentismo se dispar¨® en los a?os setenta, cuando al declive econ¨®mico escoc¨¦s se sum¨® el descubrimiento de yacimientos de petr¨®leo. Los votos del Partido Nacional Escoc¨¦s (SNP en sus siglas en ingl¨¦s) se dispararon del 12% de 1970 al 30% en 1974. El laborismo brit¨¢nico asumi¨® las ansias de autogobierno impulsando un proyecto de devoluci¨®n de poderes que, aunque tuvo el respaldo mayoritario en refer¨¦ndum en 1979 no cumpli¨® con la exigencia de Londres de que los votos a favor representaran al menos el 40% del censo.
Los Gobiernos de Londres y Edimburgo respetan el reparto de competencias
La llegada de los conservadores de Margaret Thatcher a Downing Street enterr¨® los proyectos de autonom¨ªa hasta que los recuperaron los laboristas de Tony Blair en 1997. La devolution restableci¨® el 1 de mayo de 1999 gran parte de los poderes a los que hab¨ªa renunciado Escocia en 1606 (cuando se unieron las coronas inglesa y escocesa) y restableci¨® el Parlamento de Escocia, que en 1707 se hab¨ªa fusionado con el de Westminster.
En las elecciones del 5 de mayo no se elige el Parlamento auton¨®mico, sino los diputados escoceses en el Parlamento del Reino Unido. Escocia tiene asignados para la pr¨®xima legislatura 59 esca?os, un sustancial recorte respecto a los actuales 72. La reducci¨®n forma parte de los acuerdos de la devoluci¨®n: una vez en marcha el Parlamento escoc¨¦s no ten¨ªa sentido mantener una sobrerepresentaci¨®n de Escocia en Westminster, por lo que las circunscripciones electorales se han reducido para acercarse m¨¢s a la proporci¨®n de electores por diputado que se da en Inglaterra.
Las relaciones entre Londres y Edimburgo son muy buenas, quiz¨¢s porque en ambos Gobiernos manda el mismo partido. En Escocia, con sistema electoral proporcional, los laboristas gobiernan en coalici¨®n con los liberales-dem¨®cratas. Ambos Gobiernos mantienen el acuerdo t¨¢cito de no hablar en p¨²blico sobre los asuntos del otro. Un acuerdo que quiz¨¢s se rompa el d¨ªa en que los conservadores recuperen el poder en Londres o cuando los independentistas del SNP manden en Edimburgo.
Pero da la impresi¨®n de que lo segundo tardar¨¢ en pasar. Uno de los efectos m¨¢s importantes de la autonom¨ªa es que ha atemperado las ansias de independencia. Jack McConnell, el ministro principal de Escocia, defendi¨® esa tesis meses atr¨¢s, en la Asociaci¨®n de la Prensa Extranjera en Londres. "El independentismo se ha debilitado", dijo. "Los j¨®venes se sienten a gusto siendo escoceses y reconociendo que eso significa tambi¨¦n ser parte de Gran Breta?a. Somos brit¨¢nicos, formamos parte del Estado brit¨¢nico porque esto es una isla y es de sentido com¨²n; pero podemos ser cada vez m¨¢s proescoceses y tener una identidad y un perfil m¨¢s fuertes sin amenazar con romper el Estado", explic¨®. "Antes de tener el Parlamento la gente rechazaba la idea de ser brit¨¢nico", asegur¨® McConnell.
"El problema para los partidarios de la independencia es que el voto por el SNP se ha interpretado siempre como un voto de protesta y el SNP ha sido descrito como un partido de protesta, no como un partido de gobierno", aclara el profesor Alex Wright, experto en pol¨ªtica escocesa de la Universidad de Dundee. "El reto para el SNP es convencer al electorado de que es tambi¨¦n un partido de gobierno. Y eso es muy dif¨ªcil si siempre le est¨¢s dando vueltas a una sola cuesti¨®n: la independencia", a?ade. "En el partido hay dos tendencias: los gradualistas, que dicen que Escocia necesitar¨¢ tiempo para ir hacia la independencia, y los fundamentalistas, que sostienen que ¨¦se es el ¨²nico objetivo. De momento est¨¢n unidos en torno a Alex Salmond, un gradualista".
Wright cree que hay dos factores que explican la decepci¨®n que ha generado la autonom¨ªa en buena parte de la poblaci¨®n. "La gente no entiende lo que la devolution significa realmente. El hecho de que tengas un Parlamento no significa necesariamente que tienes autonom¨ªa. Hab¨ªa un gran entusiasmo por lo que se pod¨ªa conseguir y luego la gente ha empezado a percibir, con raz¨®n o sin ella, que la mayor parte del poder sigue estando en Westminster", dice.
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